Hoy el nombre de Los Vengadores hace pensar en Thor, Hawkeye
Iron Man y en una de las películas más taquilleras de Disney y Marvel. Pero
antes de que el grupo de superhéroes fuera conocido para el gran público, este
título también hacía pensar, y a veces en primer lugar, en la serie
protagonizada por un dúo de agentes británicos: John Steed y Emma Peel, y
concretamente, en los actores Patrick Macnee y Diana Rigg.
Rigg continúa su carrera, siendo reconocible por el público
más joven gracias a su papel como Olena Tyrell. Pero su contrapartida en Los
vengadores, Patrick Macnee, falleció este pasado jueves. En ambos casos, fue en
esta serie su papel más conocido. Aunque esta había empezado más de cinco años
antes, con un carácter detectivesco, y varios cambios en los actores
principales y en el estilo, fue la etapa comenzada con John Steed, el personaje
de Macnee, y especialmente, la temporada junto a Emma Peel, la más popular.
Con ellos quedó perfilado el estilo de la serie y la época
más recordada por todos. En la que una pareja de agentes secretos se
enfrentaban a todo tipo de asesinos, delincuentes y espías de otros países con
un estilo muy particular: durante esa etapa la serie estuvo dotada de un humor
muy particular, un tanto marciano y muy imaginativo. Gran parte de sus
argumentos, por lo extravagante del punto de partida me recordaba muchísimo a
los relatos de Gilbert K. Chesterton: El señor Steed y la Señora Peel se
enfrentaban a espías que nunca mencionaban su país de procedencia, bandas
capaces de enviar a delincuentes al pasado e incluso científicos capaces de
manipular a los gatos. Aunque siempre acababa existiendo una explicación lógica
y realista, al igual que en los textos de Chesterton, lo fantástico, el absurdo
y el humor siempre estuvieron muy presentes.
En realidad calificarla como realista es algo muy poco
acertado: el propio estilo de Los vengadores se alejaba de cualquier estética
que pudiera ser reconocible: en parte por presupuesto, en parte por las
restricciones a lo que podría aparecer en tv, en sus escenarios casi nunca
aparecían figurantes: esto hacía que los personajes se movieran en un mundo muy
irreal, donde las calles estaban desiertas y a estas se le notaba su condición
de decorado. Un decorado tan alejado del mundo real, con unas situaciones tan
particulares y un par de protagonistas cuya actitud, caracterización y
vestuario era también tan especial que la serie acabó desarrollando un mundo
propio, con su sentido del humor y un tanto onírica, alejada de cualquier
elemento que pudiera parecer realista.
¡Gaticos! ¡Un episodio sobre gaticos!
A finales de los noventa esta tuvo su versión
cinematográfica, durante una época en la que, además de parecer de estar de
moda los sesenta, muchos estudios se dedicaban a rehacer series de la década con
estética de blockbuster…bueno, un poco como lo que pasa ahora con la nostalgia
ochentera, pero durante esa temporada hubo versiones de Wild Wild West, El
santo, y unos Vengadores, protagonizados por Ralph Fiennes y Uma Thurman, que
al igual que las anteriores, apenas si alcanzaba el nivel del material en el
que se basaban.
Este año la entrada de obituarios está creciendo más de lo
que debería. Se han despedido actores y escritores que de un modo u otro, me
han gustado, entretenido o emocionado. Y Patrick Macnee fue uno de esos casos:
conocí su serie gracias a alguna reposición muy temprana en tv2, de forma casi
anecdótica, y después, gracias a uno de esos canales, hoy transformados,
renombrados y probablemente desaparecidos, de la televisión por satélite. Creo
que había sido el Canal Palomitas, que solucionaba su programación de tarde
gracias a la serie de Patrick Macnee, la primera temporada de Star Trek y La
nueva generación, y que, al igual que hoy el canal Boing, solía tener de fondo
cuando tenía la tv encendida. Y donde, además de descubrir con algunas de sus
películas personajes tan específicos como Diabolik, el ladrón de guante blanco,
pude descubrir una serie de la que solo llegué a ver una temporada, quizá la
más emblemática, pero gracias a la cual hoy puedo reconocerle a su protagonista
la diversión que me proporcionó durante esas tardes. Y donde, un tiempo
después, pude reconocerlo en un cameo en Waxworks, una película de serie B que,
exceptuando su aparición, no tiene nada en común con Los vengadores, pero que
es igual de entrañable y entretenida.
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