Hasta al gato le gustan los zombies
Después de Crepúsculo, a muchos monstruos les tocó sufrir el tratamiento romántico destinado a adolescentes. Al menos, esto es lo que le tocó a los vampiros, a los hombres lobo y a otros del estilo, que eran los más convertibles a personajes para novela romántica de adolescentes. Los zombies, por motivos obvios, se quedaron fuera de esta moda más allá de los chistes correspondientes y de la evidente imposibilidad de hacer una película con unas criaturas como las que aparecían en Walking Dead. Sin embargo, y como probablemente era la última variante que quedaba por ver en el cine de zombies, a un guionista sí se le ocurrió hacer una película romántica de zombies. Y si esto es raro de por sí, lo es todavía más que la historia intente ser coherente, alejándose de la comedia gruesa tipo Scary Movie o de una versión más dramática y oscura.
Warm Bodies nace de una forma similar a la de cierta obra con romances vampíricos de cuyo nombre no quiero acordarme: basada en la novela de Isaac Marion, de la que se adquirieron los derechos posteriormente, es una película en la que un chico un poco patoso conoce a una chica, se enamoran, y aunque el padre no lo apruebe, el amor siempre triunfa…lo que tampoco tendría nada de especial si no fuera porque la protagonista es una de las pocas supervivientes que quedan en una ciudad, cercada por un muro que los protege de las hordas de zombies, su padre es un militar que ha dado órdenes de acabar con todos los cadáveres ambulantes…y el chaval es un muerto viviente que dedica la mayor parte de su tiempo a deambular por un aeropuerto preguntándose qué está haciendo con su no vida, y si el resto de zombies también se plantean lo mismo. Todo cambia cuando ambos se encuentran, cosa que por algún motivo, hace que el protagonista comience a recordar cómo hablar, pensar, y sobre todo, intentar proteger a su chica no solo de otros zombies similares a él, sino a unas criaturas esqueléticas, a los que incluso el resto de muertos vivientes temen, muchísimo más peligrosas y sin más interés que devorar a todos los seres humanos que encuentren.
Parecía muy difícil conseguir una comedia romántica con zombies. Shaun of the Dead lo hizo en su momento, pero quedándose del lado de los vivos (además, con Simon Pegg y Edward Wright, no hay muchos imposibles). Warm Bodies riza el rizo y llega a contar una historia de este género, con unas criatura tan evidentemente desagradable como lo es un cadáver putrefacto que come cerebros, y que esta sea completamente coherente consigo misma y con el universo en el que se desarrolla. También es cierto que para ello recurren a ciertos trucos gracias a los cuales estos zombies son bastante más distintos a los que podrían aparecer en Walking Dead la saga de George Romero: el protagonista es un zombie distinto. Piensa, no mucho, pero piensa, y hace cosas tan raras como coleccionar vinilos o ser consciente de lo que pasa a su alrededor. El resto de zombies, aunque vayan por ahí comiendo cerebros y..bueno, siendo zombies de toda la vida, también conservan cierta chispa que les hace querer ser distintos a su naturaleza, y es gracias a esto por lo que un guión tan improbable vaya tomando cuerpo. La ambientación está bastante edulcorada en comparación con lo que suelen ser las películas de zombies: no hay cadáveres putrefactos, ni mutilados, ni nada directamente horrible, sino que estos tienen un aspecto muy similar a los de La noche de los Muertos Vivientes de 1968. Esto podría parecer un poco engañoso, pero es perfectamente lógico para el tipo de historia que quieren contar, que sería una fábula sobre cosas como la posibilidad de cambiar, de mantener la esperanza y empezar desde cero. En cierto modo, es como si a Brian Fuller, el creador de Pushing Daisies, se le ocurriera hacer una historia de zombies.
La mayoría de detalles, y la mitología de la película, están pensados para eso: los corazones de los zombies vuelven a latir cuando empiezan a recordar sus vidas, hasta la posibilidad de volver a ser humanos, y parte de ellos, unas criaturas esqueléticas y ennegrecidas, son descritas por los propios zombies como aquellos que perdieron toda esperanza, y ya no les queda más que devorar a todos los humanos que encuentren. Puede parecer que todo esto no tiene sentido…y en realidad no lo tiene, pero el guión va más por el camino de la fantasía y de las metáforas sobre la esperanza que por mantener una visión realista sobre la posibilidad de la existencia de zombies. Aún así, tiene detalles que se hacen bastante absurdos, o incluso plomizos, como las secuencias posteriores al primer encuentro de los protagonistas: la forma de irse haciendo amigos está directamente calcada de cualquier comedia romántica, y aunque se nota la intención paródica de toda esta parte, resulta bastante cansina y lastra la parte media de la película, hasta que consigue remontar con la vuelta de la protagonista al refugio. En otros casos ya no se cortan en la intención cómica de este aspecto de Warm Bodies, como la secuencia en la que maquillan al protagonista para hacerlo pasar por un humano, haciendo incluso un chiste a costa de la música de Pretty Woman, que realmente funciona mucho mejor que el primer intento.
También hay que decir que los actores son bastante correctitos: al papel de zombie de Nicholas Hoult no hay mucho que pedirle, porque no le queda otra que estar inexpresivo el 90% de la película. Tanto la actriz protagonista como su amiga cumplen bastante bien, especialmente esta última, muy divertida para lo poco que sale, y también aparece John Malkovich en un papel relativamente breve y un pelín desganado…pero este ya se puede dar con un canto en los dientes porque, para ser un actor bastante bueno, ha actuado en películas muchísimo peores que esta. Tomando un camino muy particular a la hora de rodar la primera historia romántica de zombies, esta Warm Bodies ha sido una sorpresa agradable: aún con sus defectos, les ha salido una historia original y entrañable dentro de un género tan de tiros en el peor de los casos, y tan pesimista en el mejor de ellos, como son los zombies.