jueves, 30 de noviembre de 2023
Horror in the High Desert (2021-2023). Algo se esconde en el desierto de Nevada
jueves, 23 de noviembre de 2023
Los inmortales (1986) ¡Solo puede quedar uno!
Una vez más, los ochenta siguen siendo la década de referencia a la hora de buscar cine fantástico. En este caso, de lo que se denominaría fantasía urbana, donde lo sobrenatural irrumpe de algún modo en entornos reales y en la mayoría de los casos, reflejado de una forma mucho más oscura que en otros escenarios. Nueva York, hace cuarenta años, podría resultar más peligrosa que cualquier laberinto poblado por monstruos. esta mezcla, además de convertirse en una referencia para la ficción, serviría para sacar adelante proyectos con un presupuesto limitado como serían Warlock o, en este caso, un guion primerizo, pero ambicioso, sobre el enfrentamiento de unos seres sobrehumanos a lo largo de los siglos.
Conocidos simplemente como inmortales, algunos humanos, muy pocos, tienen el don de no envejecer ni morir. Ocultos entre la sociedad durante siglos, estos han sido testigos de sus cambios, mientras mantienen una lucha entre ellos. Nadie sabe muy bien cuál es su origen ni el de sus creencias, pero todos saben que, cuando solo quede uno de ellos, puesto que estos solo mueren definitivamente al ser decapitados, este recibirá el Premio: una serie de dones sobrenaturales cuya naturaleza ignoran, pero por los que están dispuestos a luchar. Han pasado más de cuatrocientos años desde que Connor McLeod descubriera su condición de inmortal y fuera entrenado por uno de los más antiguos de su raza para poder, al menos, tener una oportunidad en el enfrentamiento que el Kurgan, un violento guerrero, busca desde hace siglos para convertirse en el único y más poderos. Ahora, bajo la identidad de Nash, un anticuario, aguarda en Nueva York la batalla de la que solo quedará uno.
jueves, 9 de noviembre de 2023
Lecturas de la semana. Entre dos décadas estás
Desde que dejé de preocuparme por cuestiones de espacio y logística de mudanzas, he retomado definitivamente las librerías de segunda mano y es inevitable que salga de allí con alguna compra. Esta es aleatoria y depende de lo que haya disponible, aunque si que últimamente es relativamente más fácil encontrar ejemplares que antes era imposible de localizar, como las colecciones de fantasía de Martínez Roca o alguna edición de Círculo de Lectores. Quien también va apareciendo en más de una ocasión es la extinta Factoría de Ideas, que salvo excepciones, su catálogo no se puede comparar con las anteriores, peor no decir la mala fama de sus traducciones y edición, pero al menos supone contar con alguna que otra lectura y pensar con muy poca nostalgia “madre mía las que nos colaban en los dosmiles”.
Barbara Hambly. Cazadores nocturnos. Cuando James Asher, profesor universitario y espía retirado regresa a su casa, encontrando a sus ocupantes sumidos en un profundo sueño, no imaginaba que la existencia de los vampiros en la Inglaterra del rey Jorge fuera algo real, y mucho menos, que estos necesitaran su ayuda para encontrar ala asesino que ha comenzado a destruir a todos los no muertos de Londres. Acompañado por Ysidro, un vampiro centenario, quizá el más antiguo de la ciudad, y con la promesa de que su ayuda supondrá la salvaguarda de su esposa, recurre a sus conocimientos de antropología, así como los de espía, descubriendo la existencia de una pequeña sociedad vampírica que vive oculta en Europa, siguiendo sus propias normas de caza y creación de nuevos pupilos, pero también que ese misterioso asesino puede ser algo similar a ellos, y más poderoso.
La novela es parte de una serie de historias autoconclusivas donde repetiría como protagonista el trío formado por el profesor Asher, su esposa y el Vampiro Ysidro, de la que Timun Más únicamente publicaría el primer tomo (corrió mejor suerte su primera trilogía del reino de Darwath, que sí fue publicada entera). Esta desarrolla una trama detectivesca con el punto de partida de “algo está matando a los vampiros” y que si bien no es lo más rutinario del libro, con su recopilación de pistas e información, a provecha bien el salirse de la época victoriana y ofreciendo un giro con científicos locos y alguna referencia l ambiente prebélico que se gestaba.
Sin embargo, el libro es un tanto lento para su brevedad, dedicando más tiempo a desarrollar las características de los vampiros que, aquí se alejan mucho del estilo romántico que se estaba convirtiendo en la norma y deriva hacia unas criaturas que niegan cualquier similitud con la especie humana y se definen como cazadores, siendo su capacidad de seducción únicamente una herramienta para atraer a sus presas. La investigación de Asher lleva también a describir la organización de estos en pequeños grupos, los lazos existentes que no son amistades o el amor humano, y también algo de su biología, dejando de ser estos inmortales para estar sujetos a cierto deterioro provocado por el paso de los siglos.
Una mitología que acaba convirtiéndose en lo verdaderamente atractivo de la historia y que, sin llegar al nivel de influencia de las crónicas vampíricas de Rice, se convertiría en un referente posterior para el universo de vampiro la Mascarada, que no duda en incluirla como referencia bibliográfica directa…y a su vez, el juego se convertiría también en una referencia para gran parte de la narrativa de vampiros y la fantasía urbana de los siguientes años.
David Morrell. Allanadores. Aunque el término más habitual para los personajes de este libro sea el de explorador urbano, el grupo que un periodista de investigación contacta para llevar a cabo un reportaje sobre esta actividad se denomina a si mismo allanadores (creepers en el original, aunque tampoco está demasiado bien traido): personas lo bastante audaces como para saltarse la prohibición y las normas de seguridad de lugares ruinosos, pero con valor histórico, y que exploran su interior con una norma clara: no puede alterarse nada, ni llevarse nada. Estos, un profesor de universidad a punto de retirarse y tres antiguos alumnos acompañan al periodista al hotel Paragon, construido por un millonario recluso en la época dorada de Jersey y actualmente abandonado sin más medidas de seguridad que una exigua vigilancia. La historia de su fundador, su particular miedo a salir al exterior y su obsesión por observar las vidas de sus huéspedes, así como su pasado como uno de los escondites de un gangster de los años veinte, hace sospechar que este oculta mucho más que antigüedades y pertenencias de sus clientes. Pero, al igual que el hotel, los allanadores que atraviesan los túneles de entrada del hotel, no son lo que parece.
De nuevo, el libro es en realidad el primero de una serie, cuyo protagonista, antiguo detective y ex marine, está más cercano al thriller que se estilaba en la década del dos mil que al terror. Y aunque la portada anuncia que ganó el premio Stoker en 2006, su lectura hace pensar que como debía estar entonces la cosa para que le dieran un premio a esto: lo mejor que se puede decir es su similaridad con una película d sus pensé de la época, donde es muy fácil imaginarla como un largometraje de no más de noventa minutos, actores más o menos populares y algo de infografía (no sé si Morrell tendría lo mismo en la cabeza, porque se nota a la legua), y quien espere una resolución sobrenatural se va a ir decepcionado. Esta, después de ir descartando varias posibilidades a base de giros sorpresa, en el que el siniestro propietario hace suponer una presencia espectral, los gatos mutantes albinos sugieren la existencia de criaturas monstruosas viviendo en un ecosistema cerrado, y la revelación de que ese reportero no es otro que un ex marine contratado para recuperar los lingotes de oro ocultos en el hotel, todo acaba con un asesino en serie con una motivación cuyo origen se encuentra en el pasado del edificio. Parece que el truco de Morrell consistía en ir incluyendo giros inesperados que descartaban de un modo a otro lo narrado previamente, hasta el desenlace donde decide prescindir del elemento sorpresa y recurrir al otro tópico de la literatura de kiosco: las explosiones. Porque no vas a tener a un protagonistas con experiencia militar si no haces que escape con la chica en el último momento de un edificio que va explotando e inundándose por partes.
Todo ello, con un estilo muy de novela de bolsillo, recurriendo a escenarios que se han visto previamente, desde Relic a el coleccionista, y donde, la posible diversión que podría ofrecer se desvanece al recurrir a un desenlace típico del thriller. Y en el que cualquier fantasma, habitante del subsuelo, o posible tópico de la serie B resultaría mucho más creíble que un desfile de mercenarios y asesinos en serie por la costa de Jersey.
jueves, 2 de noviembre de 2023
Michelle Recuerda. Michelle Smith y Lawrence Pazder MD. El satanista de la puerta de al lado
El término caza de brujas se utiliza actualmente para definir cualquier persecución infundada por motivos ideológicos, políticos o religiosos. Su significado implica cierta irracionalidad y odio ciego al objeto de esta, similar a la idea sugerida en buscar algo que evidentemente, no existe. Sin embargo, durante finales de los setenta y principios de los ochenta tuvo lugar una ola de pánico muy similar a esta. Aunque se extendería posteriormente a Estados Unidos (que, si no se buscan enemigos imaginarios, se aburren), esta, conocida como el Satanic Panic, tuvo su origen en la localidad canadiense de Victoria, cuando un psiquiatra, en una sesión de terapia regresiva practicada a una de sus pacientes, descubre que esta fue víctima en su infancia de todo tipo de maltrato por parte de …nada menos que una secta satánica que actuaba con impunidad en la ciudad.
Michelle recuerda, escrito por Lawrende Pazder en colaboración con su paciente Michelle Smith, recopila estas sesiones en las que Michelle rememora la ordalía (definida así por su psiquiatra) a la que fue sometida durante una año de su infancia. Los recuerdos reprimidos salen a la luz y Michelle, a través de la terapia regresiva, recrea como fue entregada por su madre a una secta satánica oculta en la ciudad de Victoria, como fue víctima y testigo de sus rituales donde eran sacrificados por igual niños y animales, para ser finalmente repudiada por el culto y devuelta a su familia. Este periodo es desenterrado por el doctor de la mano del subconsciente de Michelle, que regresando a los cinco años, describe las sesiones que presenció.
El libro, todo un éxito de ventas, tiene hoy el dudoso honor de haber sido el instigador de la ola de pánico moral que sacudiría Norteamérica, y su valor actual es únicamente el ser el reflejo de esa paranoia compartida. Porque el contenido, en realidad, podría resumirse en una colección de despropósitos en los que cada página el lector actual encontrará una situación que, o bien no tiene sentido, o en la que el psiquiatra titular sobrepasa descaradamente los límites de la relación entre paciente y terapeuta…no sorprende descubrir que posteriormente ambos abandonarían a sus respectivas parejas para irse juntos. A lo largo de este, se describe como las sesiones se desarrollan con la paciente apoyando la cabeza sobre el hombro de su doctor “por su comodidad”, como este, conmovido ante el sufrimiento de esta, recita una oración o se la lleva a la iglesia, recomendando bautizarla, y como las sesiones van ocupando cada vez más tiempo en su vida diaria de una forma en la que empieza a verse un poco esa especie de delirio compartido y excusa para mantenerse juntos el mayor tiempo posible.
A medida que avanza la narración de la terapia, por llamarla de algún modo, esta acaba por abandonar cualquier pretensión de credibilidad para lanzarse de cabeza a un escenario que parece sacado de una serie B. Desde la foto, incluida en el libro, donde presuntamente aparece la Virgen y el niño al lado de una hoguera donde queman un símbolo satánico, o el enfrentamiento final de la, ahora sí, protagonista, contra el mismo Lucifer, que se manifiesta en una misa negra y en la que de nuevo, participa también Jesús y la Virgen. Además de un ritual que entre sacrificio y sacrificio, se dedican a recitar una serie de canciones sobre el mal y la oscuridad que parecen sacadas de un libro de poemas para niños.
Con este contenido, salvo el factor de comedia involuntaria que pueda encontrar el lector, resulta muy difícil comprender como alguien pudo tomárselo en serio, e incluso a que al Doctor Pazder se le consultara en temas de ocultismo y sectas. Ya entonces muchas voces señalaban las incongruencias del testimonio de Michelle, y no solo por el desvarío final, sino por los registros disponibles: no constan ausencias escolares durante el año que esta fue presuntamente víctima de la secta, ni registros del accidente de tráfico que esta asegura haber sufrido (porque ser satanista no está reñido con tener vehículo propio) o la total omisión a sus hermanos, con los que actualmente, no tiene contacto. Todo termina de poner en evidencia un libro que, salvo su papel en una de las olas de pánico moral recientes más influyentes de la cultura popular, carece de valor. El estilo es básico, no es una obra de divulgación ni una, al menos intencionadamente, de ficción. La transcripción de los testimonios de la paciente, que en sus supuesta regresión habla como una niña de cinco años, resultan repetitivos y su desenlace cae en el ridículo más absoluto. Ayuda en su lectura su vocación de texto para todos, que hace que su lectura sea rápida. Pero no es un libro recomendable para nadie salvo que esté muy interesando en el satanic pánic tenga el sentido del humor necesario para afrontar todos esos capítulos como una curiosidad.
Sin más propósito que este, Michelle recuerda es una curiosidad macabra, un reflejo de que la histeria colectiva solo necesita una pequeña chispa para encenderse y una buen complemento a la hora de acercarse al contexto del documental Satan Wants you, pendiente de estreno y donde se describe el caso, o para conocer un poco más las raíces de las olas de histeria colectiva que, de la mano de Q anon y del Pizzagate, llegarían décadas después.