Pocas películas han tenido una postproducción tan
accidentada como Suicide Squad. Desde el primer trailer, el equipo de
supervillanos de DC ha sufrido variaciones en el montaje, duración, cantidad de
humor en el guión inicial y hasta un recorte bastante importante en las escenas
del Joker, para disgusto de muchos fans quienes consideraron que el trailer era
engañoso. Y de Jared Leto, que tampoco se cortó a la hora de manifestar su disgusto.
Tantas decisiones y cambios de última hora no no le van muy bien a los
estrenos, a los que generalmente se les nota esta falta de dirección, pero al
menos en taquilla, este no ha sido el caso. Con decir que han sido capaces de
agotar las entradas en una ciudad donde
sus habitantes huyen despavoridos de lo que marca el termómetro por las tardes,
y que no había visto tantas colas desde que se estrenaron Los Vengadores, se
hace uno una idea.
Entre tantos superhéroes en pantalla, el Escuadrón suicida
era una novedad, especialmente para los no seguidores de comics: exceptuando un
par de personajes, ninguno de ellos era muy conocido fuera de las viñetas.
Además, todos ellos se caracterizan por estar del otro lado (generalmente, el
que pierde y recibe las tortas): los personajes, todos ellos delincuentes
peligrosos, serían empleados por Amanda Waller para llevar a cabo misiones
peligrosas a cambio de una reducción en sus condenas. Su esfuerzo por formar
este equipo se pondrá a prueba muy pronto, cuando una de sus colaboradoras, la
doctora June Moone, poseída por una entidad llamada Enchantress, pierde el
control de esta y comienza a destruir los puntos de información clave del
gobierno. Ahora la única posibilidad de detener a esa criatura se encuentra en
un grupo tan dispar como el formado por un mercenario, la novia del Joker, un
hombre con las características y el aspecto de un reptil, un piroquinético…y un
australiano cabreado. Solo por mencionar unos cuantos.
El conjunto ha sido muy irregular. No llega a notarse que
falten escenas, como podía temerse en un principio, pero durante la primera
parte el guión resulta muy errático: si ya la premisa de tener a los villanos
como protagonistas, en un universo donde se presupone la existencia de los
superhéroes, era difícil, más lo es la forma de resolverla. Porque por mucho
que se empeñe su jefa (y hay que reconocer que a cansina no le gana nadie del
reparto), cuando uno de los colaboradores voluntarios se vuelve en contra de
estos, el seguir adelante con el proyecto no parece una buena idea. Incluso los
protagonistas parecen bastante suavizados respecto a la idea original: lejos
del guión oscuro y lleno de antihéroes que habían promocionado, los integrantes
de este escuadron no presentan ningún rasgo que los caracterice como villanos.
O que al menos, muestren una dualidad: Deadshot es todo un padrazo, Diablo está
más que arrepentido de sus actos, Killer Croc es un tipo muy tranquilo, y la
relación tortuosa entre Joker y Harley Quinn se ha quedado por el camino, eliminando
el aspecto abusivo que siempre los caracterizó por un rescate romántico en toda
regla. Comparados con el personaje de Waller y hasta con Batman, estos, y la
antagonista resulta una persona menos despiadada y sanguinaria. Hasta tienen
que meter diálogos de vez en cuando comentando cómo el mundo los desprecia
porque ellos son los malos, así, literalmente. Además, el número de personajes
que manejan hacen que la presencia de estos sea muy irregular: durante la
primera mitad el mayor peso lo llevan Deadshot, Harley y el capitán Boomerang
como alivio cómico, quedando una parte de estos como meros figurantes, o, en el
caso de Slipknot, como un tipo con dos frases y al que liquidan a los dos
minutos de su aparición.
Es también esa primera mitad donde el montaje, y la
narración, resultan muy desordenados: la cantidad de protagonistas implica que
los despachen con informaciones breves, o con flashbacks, que en el caso de
Harley Quinn, se reparten a lo largo de la película, haciendo demasiado
evidente quien es más importante que el resto. Entre las presentaciones, y lo
apresurado de presentar a la villana, que tiene incluso menos tiempo en
pantalla que sus secuaces, da la impresión de que unicamente contaban con un
par de secuencias interesantes, como los personajes en la cárcel, moviéndose
por las calles, o conversando en un bar, y que se limitaron a inventarse una
historia que las entrelazara. Es a partir de esa última escena cuando empieza a
parecer mejor enfocada, con los protagonistas yendo hacia una dirección
concreta y manteniendo un tono mucho más uniforme. Y donde, al haberse centrado
un poco más, lo endeble del objetivo planteado previamente hace que se olvide
un poco y se disfruten con los momentos de acción que quedan.
La narración y el ritmo de esta no producen muy buena
impresión en su mayor parte, pero al menos, se compensa con el trabajo visual
que han llevado a cabo. Es ahí donde realmente se conserva la idea original que
parecía existir en un principio: los tonos grises y fríos que prevalecen en
escenarios más genéricos, como la cárcel o los rascacielos, y su alternancia
con colores muy chillones y muy de neon, propios de la estética urbana y hip
hop que saltan en algunos momentos. Especialmente, en lo tocante al Joker y los
escenarios por los que se mueve: habrán recortado mucho de este personaje, pero
lo que se conserva de este sirve para presentar a un villano con unas
características muy propias y originales. Ledger encarnó a un anarquista, y
Leto, a un mafioso psicópata y teatral. El contraste entre ambas estéticas da un resultado muy interesante, así como la caracterización de Enchantress cuyo diseño, además de recordar a algunos dibujos de Sin City, se aleja mucho de las viñetas originales para presentar una criatura de aspecto cadavérico, el opuesto del atractivo que puede ofrecer Harley Queen y sí muy extraño, de acorde con los pocos datos que se dan sobre su origen en el guión.
El escuadrón suicida no ha sido un desastre, al menos en lo
tocante a recaudación, pero tampoco la película que prometía en un principio.
Demasiados personajes, poco tiempo para cada uno, demasiada presión por las
malas críticas de Batman vs Superman y muchas dudas a la hora de decidir por
donde querían tirar, hasta llegar a una última parte que justifica un poco
mejor esa reunión de villanos. Queda, al menos, una estética chillona de lo más
divertida, una película que se disfruta y que no es excesivamente larga, y al
menos, un Joker que promete mucho. Solo espero que a Jared Leto se le pase el
enfado, o que se lo quiten con un cheque con unos cuantos ceros. Su papel se
merece una segunda aparición.
¡Me olvidaba! A muchos nos es imposible escuchar “Escuadrón
Suicida” sin recordar una secuencia muy distinta ¡Así aprenderán esos romanos!