Si hace unos años me hubieran dicho que iba a haber novelas de zombies por todas partes, no me lo hubiera creído…Ahora lo difícil es encontrar una que sea medianamente buena. Porque divertidas sin prejuicios, hay unas cuantas, y de las malas con avaricia, otras tantas. Pero una nueva que pueda añadirse a la lista de “buenas” junto Guerra Mundial Z, es más difícil. También lo es encontrarla, o bien una que alcance el nivel de Max Brooks, o al menos, que se salga de la norma. Esta vez he encontrado una de cada tipo: la novedad y lo más tópico que me podía echar a la cabeza.
Colson Whitehead. Zona Uno. En Papel en Blanco proponían este libro, bastante reciente,
como una de las cincuenta novelas que habría que leer, y teniendo en cuenta que
en España había sido publicado fuera de las colecciones de temática terrorífica
o zombie, lo mismo se salía un poco de la norma (por no decir de la flojez de
muchas).
Zona Uno empieza técnicamente con el final de una epidemia
zombie de las de siempre: los infectados por el virus mueren, resucitan,
muerden al más cercano y así se extiende la infección y la caída de Estados
Unidos. Sin embargo, esta vez han conseguido atajarlo y entre los distintos
campos de refugiados ha surgido un nuevo gobierno, que se propone recuperar las
ciudades llenas de cadáveres andantes. El protagonista, apodado Mark Spitz,
forma parte de uno de los grupos de limpieza que trabaja en Manhattan, la
Zona Uno para el nuevo gobierno. Mientras se
encarga de liquidar a los zombies que se van encontrando, recuerda de forma
bastante desordenada su vida pasada, sus encuentros con otros supervivientes, y
las promesas del nuevo Gobierno que, a medida que avanza a través de la ciudad,
parecen bastante frágiles.
Hay que reconocer que, si el autor quería hacer un libro distinto
a la narrativa lineal y a los estereotipos del género, lo ha conseguido:
durante todo el libro no pasa absolutamente nada, exceptuando el final, los
tediosos trabajos, las conversaciones que ayudan al lector a ir entendiendo lo
que ha pasado, y las vivencias del protagonista. Este se considera una persona
mediocre con una suerte a prueba de bomba, que le ha permitido sobrevivir entre
todo lo que sucede. Precisamente esta mediocridad de la que se alegra el
personaje es lo que contagia todo el escenario: las referencias al estrés
postraumático, a cómo el gobierno crea héroes y propaganda para poder mantener
con ánimos a sus ciudadanos y a los dos tipos de zombies que aparecen. Mientras
unos son los que conoce todo el mundo, y que se dedican a morder todo lo que se
mueve, los otros son cadáveres ambulantes en el sentido literal de la palabra:
muertos que repiten una y otra vez algo que hicieron durante su vida, ajenos a
todo lo que sucede. No hace falta esforzarse mucho para saber por dónde van las
críticas, no..
Y sin crítica tampoco se queda Zona Uno, porque el esfuerzo
por ofrecer algo distinto y un poco de calidad en un panorama tan repetitivo es
lo que se le vuelve en contra a medida que se avanza la lectura: las
descripciones, y la forma de narrar a vuelapluma se hace muy poco dinámica,
cansina y en más de una ocasión, despista de la (poca) acción principal. A veces
parece que el autor es consciente de lo que está haciendo y se empeña en no
parecerse al resto de libritos del tema.
Joe MckInney.
Flesh Eaters. Con un título como este, no que hay entre las cubiertas no
va a ser ninguna sorpresa: zombies. O infectados. Mordiendo gente. Y por si
fuera poco, a remojo en plena inundación para desgracia de los protagonistas. Además
de escapar de los infectados y la inundación que se ha llevado por delante la
ciudad de Huston, cada uno de los personajes tiene unos objetivos distintos:
una policía y madre de familia hará lo que sea para proteger a su marido e
hija, y dos policías pretenden aprovechar la confusión para dar un golpe y
salir con unos cuantos millones de dólares, que no sueltan ni aunque tengan a
una ristra de infectados tras ellos. Tarde o temprano ambos grupos se
encuentran y aún en plena catástrofe, todavía tienen ganas del enfrentamiento
final que no puede faltar en las novelas de entretenimiento.
Al parecer esta es la tercera de una serie, pero al empezar con
personajes nuevos y con la epidemia a punto de estallar, los otros dos no hacen
falta…ni ganas que me han quedado de leerlos, tampoco. Porque en conjunto, esta
novela sería el equivalente a un guión de telefilme catastrófico con zombies:
un huracán, una inundación, una familia bienintencionada intentando salvarse y
unos malvados corruptos haciendo maldades. Además, tampoco hay zombies sino víctimas
de una infección que además de provocar una putrefacción acelerada, hace que
sus víctimas se vuelvan caníbales…Qué oportunos son los virus, siempre mutando
de acuerdo a los gustos de la cultura pop.
Pero, como suele pasar con este tipo de libros, se lee muy rápido,
lo que hace que no sea una mala idea para leer en la playa los aficionados a
los zombies. También es cierto que en conjunto todo lo que ha contado ni es
especialmente interesante, original, ni se recordará por mucho tiempo, por lo
que, si aparece otro libro del mismo tema un poco más interesante, sería una
alternativa mejor.