De vez en cuando, y confieso que últimamente, de forma más
habitual, recupero algún libro para niños. En algunos casos es porque los más
recientes cuentan con un humor mucho más apto para todos los públicos, y hacen
que estos se cuelen entre las lecturas de los adultos. Otras veces, porque se
me quedó mucha literatura clásica por el camino, y gran parte de esta tiene más
matices cuando se lee desde una perspectiva distinta a los niños. Y en el último
caso, porque no me gustan los textos adaptados: a la hora de aprender un
idioma, prefiero leer la versión sin traducir de Jim Botón y Lucas el
maquinista que una versión reducida a 50 páginas de Tiempo para amar, tiempo
para morir.
Otfried
Preussler. Nuevas aventuras del bandido Saltodemata. Preussler es autor
de libros muy conocidos, desde Krabat y el molino del Diablo, hasta el bandido
Saltodemata. Si este era simple, su continuación también lo es: el bandido se
ha escapado de nuevo, y disfrazado con un traje de policía es capaz de
tropelías como comerse el desayuno cocinado por una abuelita, secuestrarla,
hasta volver a caer en una trampa tan simple como la que lo encarceló la
primera vez. Simple, sí, pero a la vez bonito: la historieta, más pensada para
lectores de 9 que de 12 años, está aderezada con personajes y situaciones un
poco más fantásticas, o a la vez absurdas: una adivina cuyo perro fue
convertido por error en cocodrilo, un bandido con un cinturón lleno de puñales
y pistolas de pólvora y un pueblecito de esos en los que es imposible saber en
qué época se encuentran, si no es en la de la nostalgia.
Precisamente me hizo pensar mucho en lo que pude leer sola
una vez fui capaz de juntar dos frases seguidas (y de pillarle el chiste a esas
cosas llenas de letras y con pocos dibujos llamados “libros”). Además, las
ilustraciones que lo acompañan, y que en muchos casos llegan a ocupar página y
media, son preciosas sin contar más que con trazos de tinta y un estilo muy
caricaturesco.
Lo cierto es que sí se queda muy pequeño hoy y más como un
ejercicio de nostalgia, exceptuando que es el primer libro en alemán que he
podido leer, todo un logro junto a la ayuda del señor wordreference y que,
precisamente por esa simpleza me ha sido muy útil. Aunque también es toda una
curiosidad descubrir que Saltodemata,
Pepe y Jaime son en realidad Hotzenplotz, Kasperl y Seppel.
Johanna Spyri. Heidi. Además de ser uno de los libros más
populares de Suiza, al personaje de los Alpes lo conocimos muchos gracias a la
serie de animación japonesa. La historia de la niña criada junto a su abuelo,
su amistad con Clara, la niña inválida, su estancia en Frankfurt y su vuelta a
las montañas es, hoy, casi más accesible gracias a los dibujos de Miyazaki que
por el propio libro. Es de esos casos donde la adapción ha pulido mucho el
material original, porque lo cierto es que el libro no ha envejecido muy bien. El
estilo resulta hoy muy meloso, hace que el avance en la lectura resulte
bastante complicado, y los personajes han sufrido también el paso del tiempo:
la protagonista hoy resulta demasiado perfecta y candorosa, y si esto último
aun tenía sentido en el los primeros capítulos (cuando esta tiene cinco años).
La mayoría de secundarios resultan imposibles y excesivamente paternalistas con
ese carácter tan benefactor y en general, todo conserva, insistiendo en lo de
verlo así en la actualidad, un aire demasiado pasteloso que hace que la versión
animada sea mucho más fresca y suponga una mejor memoria que el propio libro.
En realidad tiene muchos elementos que sí hacen que esta sea
un clásico: frente a la narrativa melosa, las descripciones de Spyri de los
Alpes y el tema de la nostalgia sí resultan emotivos, y algunos personajes,
como Pedro, acaban resultando más humanos y mejor caracterizados que la
protagonista y la gran mayoría de secundarios. De todas formas, hoy se queda un
poco más lejos de lo que pueden aportar otros libros: La isla del tesoro sigue
siendo una novela de aventuras en toda regla. Peter Pan tiene tantas segundas
interpretaciones como años de sus lectores. Heidi resulta entrañable, aunque lo
que más puede sorprender a un lector adulto es que el personaje
tradicionalmente negativo que era la señorita Rottenmeier no es más que alguien
que hace su trabajo…Aunque en el libro se menciona expresamente que odia a los
gatos. Así, de una manera completamente casual y aleatoria. La señora Spyri ha
necesitado muy poco para que un secundario me caiga mal.