Solo es una visita. En realidad los gatos vienen de la Luna
Los descalabros en taquilla siempre han sido un caso muy curioso. Lo de juntar un guión simple y efectos especiales a puntapala no siempre parece funcionar, y aunque la simpleza de Avatar o Los Vengadores fueran una máquina de hacer dinero, otros trabajos con efectos especiales igual de espectaculares parecen perder hasta la camisa. Si este año le tocó a El llanero Solitario, y el anterior, a John Carter de Marte, quizá el recurrir a novelas y guiones con más de cincuenta años no sea lo más indicado para entretener al público. O al menos, a la mayoría de este.
John Carter es un personaje creado por Edgar Rice Burroughs, un novelista pulp al que hoy se le recuerda principalmente por Tarzán, y después, por otras series de aventuras en otros planetas de las que Marte es la más conocida. No puedo decir gran cosa porque no las leí, pero este género siempre me resultó simpático y más entretenido que muchos bestsellers modernos, por lo que saber que el tal John Carter acababa en Marte por un motivo u otro, era suficiente. En este caso, Carter empieza como fugitivo, perseguido por el ejército, los indios, y transportado a Marte desde una mina de oro en el desierto. Los aires marcianos y el cambio de gravedad le sientan bastante bien, porque a diferencia de los nativos del planeta, es capaz de saltar distancias y alturas imposibles. Con sus nuevas habilidades y algo de superfuerza que consigue por el camino, pasa de intentar escapar de unos alienígenas belicosos y volver a su casa a ayudar a una princesa y sus compatriotas a luchar contra los malvados que pretenden conquistar la ciudad.
El material de Burroughs va que ni pintado para explotar al máximo los efectos especiales que ofrece un presupuesto holgado. Y a la hora de recrear no solo las ciudades y la geografía de Marte, e incluso varios lugares en la Tierra, no se cortaron. Especialmente en estos últimos, recreando tanto el Oeste como una ciudad cualquiera a finales del siglo XIX. Puede que no se note tanto comparado con el despliegue que hicieron a la hora de diseñar las ciudades marcianas pero secuencias como la mansión de Carter, o sus expediciones en la Tierra también son bonitas. Además, la forma de recrearlas es bastante similar a lo que suele hacerse en las novelas pulp: describiendo todo lo posible, para aturullar un poco al lector o al espectador, pero tampoco sin entretenerse mucho porque lo importante es mantenerlo enganchado de la historia. Y aún sin haber leído la serie de Burroughs, es fácil meterse en la historia y en ningún momento queda la sensación de que se hubieran saltado elementos importantes de la narración. No hay mucho que decir de los actores, que son tirando a normalitos, pero los papeles tampoco tienen mucho que ofrecer: hay héroes y villanos interpretados correctamente, aunque la única cara conocida es la de Mark Strong, que parece que se queda a hacer de malo hasta que las ranas (o él mismo) críen pelo.
Como dicen en el canal Historia: "¡Aliens!"
Aún con una historia bastante simple, y sobre todo, bien contada, también se hace un poco larga. Dos horas y veinte no es de lo más extenso que se ha estrenado en el cine últimamente, pero en este caso, y aún siendo divertida en general, le falla un poco el ritmo y tuvo momentos en los que llegué a aburrirme, o perder el interés. Y esto tiene delito en una película capaz de sacar a un vaquero del oeste, hacer que pegue botes en Marte y salve princesas. Exceptuando estos bajones en algún momento, John Carter es igual de original y entretenida que las novelas en las que se basa, y no me pareció tan mala película como para que implicara semejante fracaso. Quizá este tipo de historias parezcan atractivas para explotar todo lo posible los efectos especiales, sin tener que inventar nada desde cero, pero también es un tipo de narración que hoy se queda para los nostálgicos de un tipo de narrativa que hoy queda muy lejos. Supongo que dentro de unos años pasará lo mismo con las de superhéroes, y en un par de décadas, no quiero ni imaginar lo que pensarán de Crepúsculo….Ah, en realidad, no. De esas ya se ríen hoy.