En 1984, se publicaba la primera colección de relatos de un joven británico. bajo el sugerente título de Libros de sangre, Clive Barker recorría lugares comunes y nuevos dentro del terror con un enfoque como no se había visto; espectros, cambiaformas y la naturaleza mas oscura del ser humano deambulaban por caserones y bosques, pero también por entornos urbanos hostiles, vagones de metro, urbanizaciones anodinas. Esta aproximación moderna venía también acompañada por su falta de reparos a la hora de llegar al límite. La modificación del cuerpo, la sangre, la transformación y la violencia eran una parte importante de esta narrativa pero tratados con una originalidad y cierta inventiva que la alejaba de lo que podría escribir un Shaun Hudson u otros autores aficionados a la casquería si sus libros de sangre supusieron un antes y un después en esa década, también lo sería su novela corta que publicaría tres años más tarde y se convertiría en una obra de culto. No tanto su versión impresa como por la adaptación que el propio Barker llevó a cabo asumiendo el papel de director.
El corazón condenado es esa primera narración que serviría de base para Hellraiser y posteriormente a una mitología explotada y modificada por su autor, pero también por los estudios cinematográficos que durante años tendrían los derechos de la obra. Esta es una historia de regresos de ultratumba, mujeres fatales, triángulos amorosos y romances malsanos. Temas que no constituyen una novedad pero si lo hace en la trama desarrollada por Barker: Rory y Julia, una pareja de recién casados, se muda a la casa familiar que este había heredado junto a su hermano Frank, desaparecido hace más de un año. Nadie ha dado importancia a esta circunstancia dada la fama de crápula de su hermano, pero Julia, todavía fascinada por ese hombre violento y seductor, tan alejado de su esposo, descubre que Frank se encuentra en la misma casa en la que ellos viven; convertido en una criatura putrefacta, reconstruida a base de retazos de carne y traído de vuelta por la sangre que su hermano ha derramado por accidente, este explica a su antigua amante que ha podido escapar de sus captores con los que había hecho un trato: los cenobitas, unos series de los que se dicen que pueden proporcionar los deseos que ansían quienes los invocan. Salvo que la concepción de estos sobre el placer y el sufrimiento es muy distinta a la de la humanidad. Convertido ahora en algo que no pertenece a ninguno de los mundos, necesita para recuperar su apariencia humana cuerpos frescos que Julia accederá a proporcionarle. Mientras, Rory sospecha que algo le sucede a su esposa, y decide pedir ayuda a Kristy, una amiga de la familia, para saber que es lo que está pasando. Esta, movida por la atracción no correspondida que siente por Rory, accede a ayudarle, temiendo descubrir una infidelidad. Lo que en cierto modo, es así. pero mucho más retorcida de lo que ella hubiera podido imaginar.
Los años mozos
Pese a la aparente falta de novedad en la temática de la que parte, la novela corta está impregnada de una atmósfera malsana y la amoralidad a la hora de describir a las criaturas sobrenaturales que aparecen. No se trata de demonios ni seres abiertamente malvados (concepto que la película abrazaría abiertamente, en una de sus líneas más conocidas: "ángeles para unos, demonios para otros"), sino que tienen una concepción de los sentidos distinta a la de los humanos. Transformados mediante escarificaciones y metal, estos parecen carecer de humanidad y a pesar de traficar con los instintos, se rigen por una lógica interna muy similar a la de los pactos con el diableo de la tradición popular: se les llama, acuden y reclaman su parte. Pero se puede negociar con ellos siempre s que e cumplan las reglas a las que están sujetos. Carecen, sin embargo, de la ironía y capacidad de improvisar de sus predecesores, convirtiéndolos en unos secundarios fríos, habitantes de un lugar incomprensible, que solo vienen a hacer el trabajo que se les ha encomendado. Con esta caracterización, no es de extrañar que años después, en alguna reseña anglosajona, se les hubiera definido como "civil servants from Hell". Estos, junto con su trasfondo, quedan ambiguos más allá de las deformaciones autoinfligidas, y mejor así: si bien Barker tiene una gran imaginación, n i las descripciones ni la mitología coherente han sido lo suyo.
La irracionalidad y la obsesión es algo que la trama reserva para los personajes humanos. Estos se mueven por el hedonismo, la pasión o en más de una ocasión, por no saber lo que está sucediendo. Aunque Frank es sin duda el más interesante por su condición de condenado, cuya obsesión lo lleva a cometer las mayores atrocidades, el resto, y esto es habitual en Barker, no tiene mucho que hacer: parece que solo sabe describir dos arquetipos, el degenerado y el pavisoso, y por suerte, al menos a fecha de publicación de la novela, a los primeros no los había explotado lo suficiente cómo para que Frank y Julia Cotton resulten memorables.
Tu cuota diferencial de IRPF será legendaria, incluso en el Infierno
El corazón condenado es una novela original e inquietante, pese a sus limitaciones, pero algunas de estas se verían mejoradas en su adaptación cinematográfica. Hellraiser, con su estética sucia y deudora del sadomasoquismo más extremo, modifica levemente los personajes, envejeciéndolos y haciendo que la heroína, Kristy, sea en realidad la hija de Rory. Y convirtiéndola de este modo en una protagonista mucho más vulnerable, pero también decidida y con mayor capacidad de supervivencia que Kristy la amiga pagafantas. Superando en fama a esta, daría lugar a una franquicia, primero de la mano de Barker, y después de la productora que iría en caída libre con cada secuela. No es esto únicamente culpa de los ejecutivos porque el propio autor se encargaría , a través de comics y material autorizado, revisitar esta narración una y otra vez alejándola de su amoralidad inicial, convirtiendo a sus criaturas en una parte más del infierno judeocristiano, enfrentándolos con las Razas de noche e incluso dando un final a esta mitología, ya desprovista de su interés inicial, en Los evangelios Escarlata, donde decide montarse una especie de Barkerverso mezclando el infierno, los cenobitas, al detective Harry D´amour y lo que tuviera a mano en una novela que poco tiene que ver con el escritor que sorprendió en los ochenta. Incluso la secuela intermedia, The Toll ,no traducida al castellano, es en realidad obra de Mark Allan Miller, "a partir de un resumen" de Barker, que obvia la novela corta original y toma como referencia lo narrado en la película. Sus creaciones, sus reglas y puede hacer lo que quiera con ellas. Pero eso no quiere decir que sus lectores vayan a tener el mismo criterio.