"Esto es...Una Mantaaaa...!!"
Desde el estreno de 300, se habló a menudo de la intención de hacer una secuela. Esto era posible teniendo en cuenta que la historia original solo cubría una batalla dentro de una guerra más amplia, y que contaba con un final abierto pese a que el comic de Frank Miller solo se limitara a las Termópilas. Los rumores habían sido variados, incluyendo una secuela narrada desde el lado de los persas. Pero el guión final optó por un camino un poco más amplio y que ambas partes compartieran protagonismo.
La guerra entre Persia y las repúblicas griegas no empezó con la batalla de las termópilas. Diez años antes el padre de Jerjes intentó conquistarlas y falleció a manos de Temístocles, el general ateniense. Ahora su hijo se ha propuesto conquistar occidente y arrasar Grecia por el consejo de Artemisia, la capitana de la flota persa. Mientras, Temístocles intenta unificar a las distintas ciudades estado y formar un ejército común contra el enemigo. 300 fue una película que adaptaba, con su propio estilo visual, un comic basado en un acontecimiento histórico determinado. Un acontecimiento que Frank Miller tomaba de una forma individualizada, sin tener en cuenta las circunstancias ni la realidad histórica. Se trataba simplemente de una fantasía sobre la batalla de las Termópilas, narrada de una manera y con una estética que, o bien se amaba, o se odiaba, sin medias tintas. Nunca pretendió ser una película histórica ni seria, y no exigírselo era un requisito para poder disfrutarla. Pero su secuela, es directamente, un sinsentido. No mantiene el mismo estilo y tipo de narración, sino que se limita a intentarlo, y sin mucho resultado. Las secuencias de acción se reducen a un montón de fotocopias de la película anterior, en la que los espartanos se dedican a saltar desde alturas imposibles con lanzas en la mano y cara de fieras. Los escenarios parecen más irreales, cosa que era marca de la casa pero que ahora parece mucho más forzado, como si los actores tuvieran un aspecto más real que los lugares en que se mueven.
Pero el que se lleva el mayor batacazo es el guión. De nuevo, el enfrentamiento de 300 se planteaba de una forma muy unidimensional, convirtiendo al ejército persa y a Jerjes en un conjunto de monstruos que parecían salidos de Mordor. Si esto en su momento podía explicarse por la intención de presentar una batalla absoluta entre una nación opuesta a otra que demonizaba a su oponente. Sin ser plato de gusto para todos, era un planteamiento aceptable. Ahora no solo no mantiene su coherencia sino que se eleva hasta el absuro: los persas aparecen humanizados a ratos, pero se sacan de la manga unas historias de magos bastante improbables para explicar cómo Jerjes pasó de ser un persa normal de veintipico años a un Drag Queen gigante con voz de dragón. La parte más absurda se la lleva su lugarteniente y capitana de la flota, una chica de origen griego, con un trasfondo bastante trágico (y altamente desagradable) que fue entrenada para convertirse en la asesina más peligrosa del imperio. También aparece la esposa de Leónidas espada en mano, combatiendo soldados persas en la cubierta de un barco, pero a esas alturas del metraje, había quedado bastante claro que el guionista se había propuesto hacer lo que le viniera en gana.
Jerjes. Los años mozos
El problema principal no es el rigor histórico, que ni tiene, ni busca, ni necesitaría. Ni el presentar al ejército enemigo de una forma completamente irreal y monstruosa (aunque mucho menos que en la original 300). El problema es que se trata de una mala película. Los personajes son caricaturas, su desarollo es incoherente y los diálogos son de juzgado de guardia. Temistocles, el protagonista, se pasa hora y media hablándole a todo el mundo de unificar Grecia y añadiendo consignas gratuitas sobre morir de pie y vivir de rodillas (cuando no hay ganas de esforzarse con los diálogos, no hay ganas y punto). El resto, se limita a repetir las consignas guerreras del ejército de Leónidas que se convirtieron en meme en 2007 y Jerjes se dedica a recordarle a todo el mundo que es un dios. No soy muy cinéfila y el que me fije en lo malo de las conversaciones da una idea de a qué extremos llegan.
Los persas son perversos, degenerados y expansionistas. Pero hay que reconocer que vestirse, sí que sabían
El reparto no tiene mucho que hacer con ese material. Sullivan Stapleton se limita a recitar sus frases, Lena Headey parece estar pidiendo a gritos su peluca rubia y volver a Poniente y Rodrigo Santoro está divino de la muerte como Jerjes. Llama la atención Eva Greene como Artemisa, ese personaje imposible, tremebundo y con un vestuario digno de cualquier videojuego reciente. No tanto por su interpretación, sino por el llevarlo de una forma completamente exagerada que acaba resultando lo más divertido de la película. 300: El origen de un imperio se queda en una secuela que no venía mucho a cuento, y de la que todavía no tengo muy claro si pretendían que sirviera para un 300 parte III.
Han tardado siete años para estrenar una secuela absurda, aburrida y con unos defectos que saltan a la vista, y aunque cuando veo cine en zapatillas, con con una manta y las gatas al lado no soy muy exigente, la impresión general que me han dado los espartanos es de ser todavía peor de lo que esperaba.