Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

lunes, 31 de marzo de 2014

300: El origen de un imperio (2014). La secuela que no hacía falta


"Esto es...Una Mantaaaa...!!"

Desde el estreno de 300, se habló a menudo de la intención de hacer una secuela. Esto era posible teniendo en cuenta que la historia original solo cubría una batalla dentro de una guerra más amplia, y que contaba con un final abierto pese a que el comic de Frank Miller solo se limitara a las Termópilas. Los rumores habían sido variados, incluyendo una secuela narrada desde el lado de los persas. Pero el guión final optó por un camino un poco más amplio y que ambas partes compartieran protagonismo.



 La guerra entre Persia y las repúblicas griegas no empezó con la batalla de las termópilas. Diez años antes el padre de Jerjes intentó conquistarlas y falleció a manos de Temístocles, el general ateniense. Ahora su hijo se ha propuesto conquistar occidente y arrasar Grecia por el consejo de Artemisia, la capitana de la flota persa. Mientras, Temístocles intenta unificar a las distintas ciudades estado y formar un ejército común contra el enemigo. 300 fue una película que adaptaba, con su propio estilo visual, un comic basado en un acontecimiento histórico determinado. Un acontecimiento que Frank Miller tomaba de una forma individualizada, sin tener en cuenta las circunstancias ni la realidad histórica. Se trataba simplemente de una fantasía sobre la batalla de las Termópilas, narrada de una manera y con una estética que, o bien se amaba, o se odiaba, sin medias tintas. Nunca pretendió ser una película histórica ni seria, y no exigírselo era un requisito para poder disfrutarla. Pero su secuela, es directamente, un sinsentido. No mantiene el mismo estilo y tipo de narración, sino que se limita a intentarlo, y sin mucho resultado. Las secuencias de acción se reducen a un montón de fotocopias de la película anterior, en la que los espartanos se dedican a saltar desde alturas imposibles con lanzas en la mano y cara de fieras. Los escenarios parecen más irreales, cosa que era marca de la casa pero que ahora parece mucho más forzado, como si los actores tuvieran un aspecto más real que los lugares en que se mueven.



Pero el que se lleva el mayor batacazo es el guión. De nuevo, el enfrentamiento de 300 se planteaba de una forma muy unidimensional, convirtiendo al ejército persa y a Jerjes en un conjunto de monstruos que parecían salidos de Mordor. Si esto en su momento podía explicarse por la intención de presentar una batalla absoluta entre una nación opuesta a otra que demonizaba a su oponente. Sin ser plato de gusto para todos, era un planteamiento aceptable. Ahora no solo no mantiene su coherencia sino que se eleva hasta el absuro: los persas aparecen humanizados a ratos, pero se sacan de la manga unas historias de magos bastante improbables para explicar cómo Jerjes pasó de ser un persa normal de veintipico años a un Drag Queen gigante con voz de dragón. La parte más absurda se la lleva su lugarteniente y capitana de la flota, una chica de origen griego, con un trasfondo bastante trágico (y altamente desagradable) que fue entrenada para convertirse en la asesina más peligrosa del imperio. También aparece la esposa de Leónidas espada en mano, combatiendo soldados persas en la cubierta de un barco, pero a esas alturas del metraje, había quedado bastante claro que el guionista se había propuesto hacer lo que le viniera en gana.


Jerjes. Los años mozos

 El problema principal no es el rigor histórico, que ni tiene, ni busca, ni necesitaría. Ni el presentar al ejército enemigo de una forma completamente irreal y monstruosa (aunque mucho menos que en la original 300). El problema es que se trata de una mala película. Los personajes son caricaturas, su desarollo es incoherente y los diálogos son de juzgado de guardia. Temistocles, el protagonista, se pasa hora y media hablándole a todo el mundo de unificar Grecia y añadiendo consignas gratuitas sobre morir de pie y vivir de rodillas (cuando no hay ganas de esforzarse con los diálogos, no hay ganas y punto). El resto, se limita a repetir las consignas guerreras del ejército de Leónidas que se convirtieron en meme en 2007 y Jerjes se dedica a recordarle a todo el mundo que es un dios. No soy muy cinéfila y el que me fije en lo malo de las conversaciones da una idea de a qué extremos llegan.


Los persas son perversos, degenerados y expansionistas. Pero hay que reconocer que vestirse, sí que sabían

El reparto no tiene mucho que hacer con ese material. Sullivan Stapleton se limita a recitar sus frases, Lena Headey parece estar pidiendo a gritos su peluca rubia y volver a Poniente y Rodrigo Santoro está divino de la muerte como Jerjes. Llama la atención Eva Greene como Artemisa, ese personaje imposible, tremebundo y con un vestuario digno de cualquier videojuego reciente. No tanto por su interpretación, sino por el llevarlo de una forma completamente exagerada que acaba resultando lo más divertido de la película. 300: El origen de un imperio se queda en una secuela que no venía mucho a cuento, y de la que todavía no tengo muy claro si pretendían que sirviera para un 300 parte III.

Han tardado siete años para estrenar una secuela absurda, aburrida y con unos defectos que saltan a la vista, y aunque cuando veo cine en zapatillas, con con una manta y las gatas al lado no soy muy exigente, la impresión general que me han dado los espartanos es de ser todavía peor de lo que esperaba.

jueves, 27 de marzo de 2014

Freaks Squeele. Los superhéroes también se sacan un título oficial


Si hay algo que han soñado muchos lectores de cómics es con llegar a ser un superhéroe. O un heroe a secas, pero lo de “super” siempre ha estado más ligado a la viñeta. Ahí está la Escuela de Jóvenes Talentos del profesor Charles Xavier para demostrarlo, y ahora, la Facultad de Estudios Académicos Heroicos para darle una vuelta de tuerca un poco más cómica al tema gracias a Freaks Squeele, la historieta de Florent Maudux.


En París, los superhéroes se mueven tranquilamente por sus calles. Es algo que hace falta, al tener que combatir al crimen y a los villanos correspondientes. Pero también tienen que gestionar su imagen y saberse promocionar. Por eso, diversas escuelas privadas para héroes ofrecen la formación necesaria para enfrentarse a los criminales, así como diversas asignaturas de marketing, estrategia y diseño de vestuario, parte fundamental del gremio. Tres nuevos estudiantes empiezan el curso en una de ellas: Xiong Mao, una chica sin más poder que su inteligencia y sus habilidades de lucha, Chance, capaz de planear (sus alas solo sirven para eso) y Sombra de Lobo, un gigantesco licántropo. Estos cuentan con bastantes desventajas respecto a otros estudiantes: no solo andan apurados con los gastos de alojamiento y tasas universitarias, sino que sus resultados nunca pasan de mediocres. Cosa que, teniendo en cuenta que su universidad es de las más flojas del sector, no dice mucho sobre su futuro como héroes. Además, el centro no duda en ganar fama y publicidad mediante todo tipo de estrategias absurdas y peligrosas: desde organizar un examen parcial en un balneario para retrasmitirlo por televisión, hasta soltar en el edificio principal un monstruo de otra dimensión para salir en las noticias.


Los primeros tomos de la historia tienden a la comedia, en su vertiente más absurda y más geek. La ambientación no se complica mucho la vida, limitándose a establecer el punto de partida de los superhéroes, presentar la universidad, con toda su falta de lógica, y esperar a que el lector lo acepte. El interés principal de esta consiste en integrar todos los héroes que han ido formando parte de la cultura popular de los últimos años: no solo hay superhéroes al uso, sino personajes más cercanos a la espada y brujería, la fantasía urbana, e incluso las magical girls. También es fácil reconocer algunos elementos y personajes, que pueden ir desde la aparición de un casero muy parecido a Tarantino, hasta una situación cómica, como una enorme guerrera amazona empeñada en ir vestida de Sailor Moon. Las referencias no se quedan solo en el  mundo del comic, sino que en muchas páginas se reconocen situaciones propias de las comedias estudiantiles e incluso parodiar a Harry Potter.
 

La influencia principal es el manga, a quien debe de entrada el estilo de dibujo. Por suerte, este está más trabajado que su original nipón, y aunque los rasgos son los típicos, las ilustraciones están más cuidadas y los personajes se mueven en escenarios (bastante bien detallados), y no en un fondo de tramas y líneas. Naturalmente, cuenta con muchísimos diseños de chicas guapas y estudiantes musculosos, aunque estos resultan menos excesivos que el amerimanga. Los clichés de la narración anime, e incluso del cine de artes marciales, está muy presente: personajes provenientes de la mafia china, combates de artes marciales, e incluso peleas y saltos dentro de un balneario son situaciones muy reconocibles y muy propias de este.
 


Este tío da clase de derecho civil. Y penal. 

Aún sin ser muy aficionada al anime ni al cine asiático (y lo cierto es que algunas situaciones muy calcadas de este en el comic me aburren un poco), Freaks Squeele me gustó tanto como para leerme los cuatro enormes tomos que se han publicado en España. El guión cuenta con mucho sentido del humor, que no se queda en las referencias más recientes sino que es capaz de ir un poco más allá y añadir algún guiño a los Monty Python, o directamente, buscar las situaciones con una comedia más absurda y más alejada de las referencias geeks. Cosas como ver a los protagonistas asediados por un ejército de hombres de galleta en miniatura que dicen “ni”, o que el profesor más siniestro y mortal de la universidad imparta derecho civil demuestran que su autor quiere crear algo original, y no quedarse en la sucesión de guiños. 

lunes, 24 de marzo de 2014

El gran Hotel Budapest (2014). Comedia, cuadros robados…y el sector de balnearios en declive


Es muy raro que vea una comedia. Al cine solo voy cuando estoy segura de que algo puede gustarme, y lo de hacer reír es muy difícil si no sale Simon Pegg o Joel Hogdson con sus robots. También es cierto que es un género al que no le hago mucho caso en los estrenos, y me he quedado con una idea bastante limitada: me da la impresión de que el 50%  son comedias de chicas que buscan o pierden novio, y otro 50% de  historias de fumetas. Pero esta vez no me tocaba elegir película, y  cuando me dijeron “Vamos a ver el Gran Hotel Budapest. Es una comedia. “, me limité a decir “vale” y a pensar “bueno. Al menos no es un drama”. 


 El Gran Hotel Budapest tampoco era la comedia que esperaba, sino que la historia empieza yendo hacia atrás en el tiempo: en una antigua República del Este, una chica presenta sus respetos ante la estatua de un escritor y comienza a leer el libro escrito por este. Saltamos a 1985, donde el autor explica el nacimiento de su libro, allá por los años 60, en un hotel balneario que ha conocido mejores tiempos..Y en el hotel, su dueño le cuenta cómo llegó a ser propietario del balneario más importante en la Europa de Entreguerras. En una época en la que la diferencia entre los ricos y los trabajadores era mucho más evidente, donde un partido fascista comenzaba hacerse notar, un joven llamado Zero Moustafa entra a trabajar de botones bajo el mando de Monsieur Gustave, el conserje del Hotel Budapest. Muchas personalidades europeas acuden al establecimiento, cuyo dueño se desconoce pero del que la cara visible es su conserje, apreciadísimo por sus huéspedes y especialmente, por sus clientas de mayor edad. Es a partir del testamento de una de ellas, en el que lega a Gustave un valioso cuadro, cuando comienzan a recaer sobre él acusaciones de estafa, asesinato, una pena de cárcel y una huída enloquecida a través de los Alpes y acompañado por Moustafá. Una situación bastante agobiante para un hombre acostumbrado a moverse por un importante hotel y para quien una buena manicura y litros de perfume es tan importante como el respirar.



El guión opta por crear un país imaginario, pero que puede reconocerse como cualquier nación que venga detrás de Austria. Y a país imaginario, antagonistas imaginarios:  no se hace ninguna mención a ideas políticas, sino al Este y al Oeste, y en el caso de la trama principal, el ejército fascista que ocupa el hotel tiene un curioso logo formado por dos ziz zags (en color rosa) y tiene cierta afición por cerrar fronteras…y a partir de ahí, a interpretar libremente. El utilizar este escenario imaginario, es todo un acierto: toda la película tiene también cierto aire irreal, en el que los personajes se mueven por sitios que parecen decorados enormes, incluso los exteriores. Incluso los alrededores del hotel en la montaña, al que se accede mediante teleférico, que puede verse en secuencias donde este se mueve de una forma casi de guignol, o de dibujo animado. Aquí la técnica no busca ser tan fantástica como en Bunraku o Repo!, que recurrían a ella como una parte principal de su ambientación, y si se nota un presupuesto mayor, pero es un estilo de recrear escenarios que siempre me ha gustado.



Pese a su aspecto de decorado, se nota que la intención es ofrecer unos escenarios que sí sean reconocibles, hasta el punto de haber cuidado todos los que aparecen en la película: puede que un hotel en plenos años 30 quede un poco lejos, pero su redecoración en los años 60 es algo tan reconocible que a cualquiera que haya estado en un establecimiento de esa época (o mismamente, en un bar que no se haya reformado desde entonces, le harán gracia sus sillas de plexiglás y su moqueta horrenda.


....¡¡Gatete!! 

Llama la atención ver un reparto lleno hasta la bandera de nombres conocidos, y más cuando la aparición de muchos se limita a no más de cinco minutos. Muchos de ellos están tan caracterizados que son irreconocibles, y secuencias tan breves como las de Harvey Keitel, o Tilda Swinton trasformada en anciana de 84 años, resultan más un cameo que un papel, aunque sus personajes sean claves para la trama. Estos son a veces tan irreconocibles como grotescos, y también tan irreales como el escenario en que se mueven. Pero todos, fascinantes: a bote pronto, Willem Dafoe encarnando a un policía resulta tan monstruoso como Adrien Brody resulta siniestro en su papel de noble arisco. Jeff Goldblum quizá sea el menos llamativo (exceptuando sus barbotas), pero el verlo con un enorme gato persa en brazos ha servido para me fijara y lo reconociera enseguida.



Los personajes secundarios quedan un poco limitados en su papel de perseguir o ayudar a los protagonistas, pero eso es también porque el más importante, y el que se lleva el mayor reconocimiento y desarrollo, es el de Monsieur Gustave, el conserje. Ralph Fiennes presenta el retrato de un protagonista lleno de detalles, de contradicciones tales como el ponerse a recitar poesia y ser capaz de jurar como un carretero cuando se enfada, y que lo mismo puede parecer el hombre más frívolo del planeta pero a la vez el más noble y honrado. Él es el verdadero protagonista y el que lleva todo el peso cómico sobre sus hombros, mientras que la tarea de Moustafa se limita más bien a la de narrador y acompañante durante la acción.


No me lo hubiera imaginado, pero ha sido una película en la que no hay ni una sola cosa que no me haya gustado. Quizá sea cosa de haberme metido en el cine sin tener muy claro lo que iba a ver, pero he encontrado con un guión en el que la trama del enredo sirve para presentar todo un microcosmos poblado por personajes peculiares, en el que lo absurdo y en algunos casos, el humor negro, tiene un peso importante.

jueves, 20 de marzo de 2014

Lecturas de la semana. Ciencia para todos y ciencia ficción


Hoy las lecturas van  de ciencia. De fisica cuántica para todos los públicos y de ciencia ficción un poco terrorífica.


Sonia Fernández Vidal. La puerta de los tres cerrojos. Niko es un chico corriente, no especialmente brillante, cuya vida cambia el día que escoge una ruta distinta para ir al instituto. Una puerta con tres cerrojos lo lleva a un lugar poblado por duendes para quienes los términos cuánticos con parte de su vida diaria y quienes le muestrarán todas las posibilidades de ese universo. Y de vez en cuando, también se encontrarán con el gato de Schrodinger, que desde que se les ocurrió plantear su paradoja, el pobre se encuentra en una situación un poco confusa.
El objetivo del libro viene a ser el mismo que el que pudo tener El diablo de los números, de Enzensberger: acercar a los lectores a través de la imaginación, y simplificando términos, conceptos que tradicionalmente han sido bastante hueso. La principal diferencia es que este último estaba pensado para que a los más pequeños les entraran las matemáticas, y La puerta de los tres cerrojos está pensada para todo tipo de lectores. La idea es recurrir a un formato de fábula fantástica y de personajes muy de cuento, como los duendes o las hadas, para ir presentando una materia que de por sí, resulta bastante complicada para los legos.
Lo cierto es que a mí sigue sin quedarme claro porque soy bastante zoquete para cualquier ciencia y no me enteraría ni aunque se produjera un Big Bang al lado de mi casa. Pero disfruté igual el libro: su presentación es de lo más llamativa (y sí, tiene un gato en la portada), y no duda en jugar con la maquetación llenando su interior de espirales, palabras sueltas e incluso ilustraciones muy de comic. Pero lo mejor es  el esfuerzo y cariño que pone su autora en trasmitir la pasión por la ciencia, a través de su estructura de historia muy irreal y simple. 


Serge Brussolo. Captain Suicide. De vez en cuando empiezo algún libro sin saber nada de él. Ni qué género escribe su autor, ni su argumento, ni qué criticas ha recibido la novela. Es una forma de no preocuparme pensando si este va a gustarme o no, ni esperar a que salga un personaje popular. Solo tengo que seguir avanzando y ya me enteraré de lo que pasa. A veces correr el riesgo sirve de algo, como en el caso de la novela de Brussolo: la empecé sin tener ni idea de lo que iba a encontrarme y terminé una sorprendente y breve historia de ciencia ficción, de terror e incluso con elementos lovecraftianos.
El escenario es el que podría verse en otras obras de ciencia ficción futurista: varios planetas colonizados, y la misión del protagonista transcurre en uno dedicado a la explotación minera. Y aquí termina lo tópico, porque el autor se plantea algo que hasta ahora no había visto en otros sitios: ¿cómo funciona una multinacional de pompas fúnebres en el espacio? ¿Y qué pasa cuando sus ventas empiezan a desplomarse a causa de una superstición popular?

A partir de entonces, la trama empieza a derivar más hacia el terror, a través de la explicación de las leyendas locales que sirven de punto de partida, y especialmente, la forma de responder los personajes ante estas. La forma de plantearla me recordó un poco a Horizonte Final, pero de forma mucho más original y con un final bastante más inquietante. Además, la forma de presentar el escenario, y la cultura del planeta, a partir de referencias por los diálogos de los personajes, está muy bien llevada y en ningún momento parece forzada. O, bueno, más bien en la mayoría de los casos: hay que reconocer que cuando plantean el tema de la mitología queda un poco de serie B. Pero solo por el resultado final, se lo paso por alto. 

martes, 18 de marzo de 2014

Cumpleaños feliz...Cumpleaños feli(z)no...Te deseamos todos...



Hoy hace un año que Sabela llegó a casa. Llegó de golpe, sin darme tiempo a pensar “decidido, este hogar necesita otro gato y mañana mismo voy a buscarlo”. Pero en cuanto entró, se sentó en mi regazo y empezó a ronronear hasta quedarse dormida, decidí que este también iba a ser el suyo. La única que no parecía muy contenta era Dalek, que durante cinco o seis días no paró de bufarle a aquella intrusa que también decía “miau” y con la que mantuvo las distancias durante quince días más.



En este año les ha dado tiempo de replanterse la situación: los bufidos y la indiferencia dieron paso a compartir sofá, empezar a jugar juntas, probablemente repartirse los dominios gatunos e incluso limpiarse las orejas mutuamente. Aunque he podido comprobar que en un 99% de las veces, el baño termina en sesión de manotazos y en tragedia. Para Sabela, evidentemente, que a día de hoy todavía no ha sido capaz de ganar una batalla.


"No nos estábamos peleando...lo juro."

También ha sido el tiempo suficiente para descubrir que tiene un carácter completamente opuesto a su  hermana adoptiva: es maulladora, cariñosa, no para de jugar con cualquier cosa que encuentre y…lamentablemente, el título de Sabela Tyrell no ha sido muy adecuado porque la pobre ha demostrado no ser especialmente brillante. Practicamente es una copia en negativo de Dalek, muy tranquila, elegante, más astuta y que observa a todos con una indiferencia muy felina. Sabela, en cambio, es la primera gata que se ha tomado las confianzas como para frotarme la nariz con el hocico…y es que a veces parece que,  donde Dalek ve a un esclavo que le abre los paquetes de comida, Sabela cree que hay  un gato gigante sin pelo capaz de  usar herramientas.


"¡Maldición, nos ha descubierto conspirando!" 

Feliz cumpleaños, Sabela. Espero que este año de maullidos, carreras nocturas, manotazos y esa mirada tan especial suya, como de no estarse enterando de nada y a la vez de comprenderlo todo, sea el primero de muchos.



jueves, 13 de marzo de 2014

Thor: el mundo oscuro (2013). Casi una precuela de Thor 3


No he llegado a aclararme mucho con todo eso de las Fases que Disney ha planificado para estrenar sus películas de superhéroes. Ni tampoco es que me haya informado mucho, pero los Vengadores marca el antes y el después en esto sacar en pantalla a todos los personajes que han adquirido. Los primeros en volver tras la película de Whedon han sido Iron Man 3 y ahora, Thor.




La primera entrega me había resultado chocante, pero muy divertida: no  había pensado que alguien como Kenneth Branagh pudiera dirigir una historieta de superhéroes, pero lo cierto es que la teatralidad de los habitantes de Asgard le iba perfectamente. Por no decir que el personaje de Loki era completamente shakesperiano en sus tribulaciones y conspiraciones. Bueno, y porque cuando se comparte escenario con Chris Hemsworth, tampoco es muy difícil brillar con luz propia.



En El mundo oscuro se nota la diferencia con su predecesora y el parecido con Los Vengadores: después de haber encarcelado a su hermano, Thor regresa a la tierra buscando a Jane Foster, a quien conoció hace dos años. Pero esto sucede durante un momento peligroso para los nueve reinos: estos están a punto de alinearse, y es entonces cuando los elfos oscuros pretenden hacerse con un arma que destruirá el universo. Pero Jane  la ha encontrado, o más bien, esta la ha encontrado a ella, de forma que se han fusionado, y Thor la lleva a Asgard en un intento de salvarla. Pero con los elfos los han seguido, y la única forma de salvar tanto a Jane como a los nueve reinos, es recurrir a su hermano Loki.


Será Londres, pero parece que se han debido ir todos de puente: no hay ni dios

Si Thor contaba con unas cuantas secuencias en Asgard y el resto en el medio del desierto de Nuevo Mexico, su secuela no repara en gastos a la hora de recrear escenarios. No solo la mayor parte de la acción transcurre en Asgard, sino que la trama secundaria transcurre en Londres, además de contar con varias escenas en unos cuantos mundos. Se nota que están mucho más seguros del éxito, pero eso también implica que el resultado final está bastante más estandarizado: es un paquete completo de acción y efectos especiales, en el que no puede faltar una amenaza a nivel global, universal, y un enfrentamiento con sus correspondientes personajes que vuelan y se dan puñetazos imposibles. Algunas secuencias, como la nave de los elfos arrasando a Londres, recordaba, en menor escala, a la llegada de los invasores a Nueva York en el blockbuster del año anterior. Es un poco raro quejarse del exceso de acción en una película de acción, pero el problema no eran las peleas a gran escala, sino la impresión de haber visto antes cosas muy cortadas por el mismo patrón, y que probablemente le habían quitado sitio a algo más interesante.



Teniendo en cuenta el tiempo de aparición de algunos personajes, sus actores han desempeñado más bien un cameo y no un papel. Es el caso de Anthony Hopkins, que repite como Odín, y es algo que se esperaba. Pero no tiene mucho sentido contratar a alguien como Christopher Eccleston en el papel de antagonista principal cuando lo único que hace es ir de un lado a otro con varios kilos de maquillaje encima y diciendo tres o cuatro frases. Este hombre ha debido de llegar al colmo de los papeles para pagarse facturas, y eso que fue capaz de salir en GI Joe.



Conociendo cómo han ido evolucionando los personajes, lo más chocante resulta la tercera aparición de Loki. Parece que han ido un poco lejos con esto de ser el favorito del público, y directamente no tienen claro qué hacer con él excepto potenciar su genialidad ante los espectadores: en el primero, apareció como un antagonista muy retorcido, y muy de tragedia. Se convirtió después en un auténtico supervillano de cómic, completamente disfrutable en su intención por dominar el mundo. Aquí, no parece muy claro: el tema de cómo redimir al personaje no termina de arrancar bien, queda muy lejos de cómo fue hilándose su personalidad en la primera entrega, y el resto se queda en una colección de frases ingeniosas y en ponerlo en marcha de cara a una tercera película. De los secundarios, como Kat Dennings, no puedo decir mucho: después de dos películas no queda muy claro cual es su papel en la historia ¿tiene que ser graciosa? ¿Aportar algo? ¿pasarle material científico a los protagonistas?


Quizá por haber esperado bastante más de El mundo oscuro es por lo que esta parece quedarse en menos de lo que debería.  No me compliqué mucho con Iron Man, El capitán América o Los Vengadores (que no me aclare con lo de las fases no quiere decir que no me haya visto casi todo), y seguramente, acabarán cayendo también Soldado de Invierno y Guardianes de la Galaxia. Pero esta vez procuraré tener en cuenta que estoy viendo a señores disfrazados salvando el mundo, no puedo exigir complejidad. 

lunes, 10 de marzo de 2014

True Detective (2014) ¿Has encontrado el Signo Amarillo?







True Detective ha sido de las mayores revelaciones de la temporada. Las críticas alaban su trama policial y el trabajo de sus actores principales, nada menos que Woody Harrelson y un escuchimizado Matthew McConaughey. Pero a mí no se me había pasado por la cabeza el verla hasta que un artículo de Vayatele se planteaba la siguiente pregunta: ¿Qué tiene que ver True Detective con H. P. Lovecraft? Ya me imaginaba que la cosa no iría por los engendros extradimensionales y los libros prohibidos, pero la clave no está en el envoltorio (en este caso, los Mitos de Cthulhu), sino en el trasfondo. Y especialmente, en las influencias que este tuvo y las que él provocaría años después.









Todo empieza cuando los detectives Cohle y Hart trabajan en un caso con tintes rituales: una prostituta aparece atada, coronada con la cornamenta de un ciervo, y un extraño signo pintado en su espalda. Varios niños han desaparecido también en los alrededores, y el elemento común es tanto los principales sospechosos como las referencias a un lugar llamado Carcosa y a una figura a la que llaman El Rey Amarillo. Ambos detectives tienen una forma de pensar opuesta: Hart es un padre de familia, con unos cuantos secretos, y Cohle es un personaje solitario, que no duda en plantear sus filosofías nihilistas para disgusto de su compañero. Además sospecha que tras el Rey Amarillo puede haber un grupo de personas lo bastante influyentes como para que les interese culpar de las desapariciones a un par de camellos desquiciados.










Más que H. P. Lovecraft, la referencia más directa de True Detective es Robert W. Chambers. Las comunidades aisladas, y un pelín repulsivas tan típicas de H. P. L. están ahí, pero es a Chambers a quien se le debe la figura del Rey Amarillo y Carcosa (esta última, es de Ambrose Bierce, pero Chambers la utilizó de forma más extensa). Esta es tan enigmática como en el libro de Relatos, aunque exceptuando la mención, no es ningúna adapción directa. En cambio, las dos coinciden en emplear a la figura del Rey Amarillo como una parte más del escenario donde se desarrolla la trama. De forma más indirecta, el estilo de Thomas Ligotti también está presente: todos los escenarios tienen un aspecto bastante desvencijado y de pesadilla, algo que es marca de la casa de cualquiera de sus relatos (solo hay que ver los créditos del principio). Pero su contribución más importantes es en la figura del detective Cohle. Su personaje, completamente nihilista y sincero, es la contrapartida del interpretado por Woody Harrelson, como pasa en muchas series de policías. Pero sus monólogos sobre la religión y el antinatalismo recuerdan un montón a las ideas que se filtran en los relatos de Ligotti y que expone en las pocas entrevistas que da. Aunque una opción bastante astuta por parte del guión, es aprovechar estas exposiciones para verlas un poco desde el lado cómico, o por lo menos, con más humor negro, por lo tremendistas que resultan.






Si algún día se deciden a hacer una miniserie de El Horror de Dunwich, espero que contraten a este tío

 Pese a contar con influencias de la literatura de terror, la serie ha optado en todo momento por mantenerse en un enfoque realista: las referencias a los cultos y lugares prohibidos son solo la forma, y no el fondo. Pero sí puede considerarse, además de policiaca, una historia de terror. En este caso, más enfocada a los miedos adultos y no a lo sobrenatural: durante toda la temporada los protagonistas se mueven por entornos donde se ve lo peor del ser humano, cosa que corroboran muchos de los casos a los que hacen referencia. Y uno de los elementos principales son los niños y la posibilidad de que estos sufran algún daño de la peor manera posible: ambos protagonistas son, o han sido padres, y la investigación a la que se acaban enfrentando saca a la luz sus peores miedos. Y a lo largo del caso principal estos van apareciendo: el miedo a sobrevivir a los hijos, a perder a la familia, al encubrimiento de los crímenes más atroces terminan siendo un trasfondo mucho más real y sorprendentemente bien combinado con las referencias más fantásticas de los escritores anteriores.


Sí, en lo primero que me fijé del capítulo 02 fue en el gato. 

 Poco hay que decir a estas alturas de las interpretaciones y de la química entre los personajes principales. Harrelson es tan bueno como podía esperarse, pero lo más sorprendente es ver a McConaughey en un papel muy alejado al que recordaba a finales de los noventa, cuando básicamente era ese actor que se parecía tanto a Paul Newman (lo cierto es que después le perdí la pista). El reconocimiento que le ha valido, y el Oscar que ganó la semana pasada, quizá tenga que ver con que no aparezca en la siguiente temporada. 


No podía terminar sin mencionar los créditos iniciales de la serie, no solo porque entre la música, y el montaje, han sido los que más me gustaron desde Juego de Tronos. Sino porque tienen una nueva versión. Con gatos. Y tras un argumento tan crudo como el de esta serie le viene bien una tanda de gaticos.

jueves, 6 de marzo de 2014

Lecturas de la semana. Los Años Mozos VI. A la sombra de R. L. Stine



En los noventa, la serie Pesadillas fue un éxito editorial bastante sorprendente. No solo por la serie de televisión y los derivados de la franquicia, sino por las otras colecciones similares que empezaron a publicarse un tiempo después. Algunas mejores que otras. Unas cuantas, más originales que el resto…lo que sí tenían todas en común era la idea principal: ofrecer argumentos terroríficos destinados al público infantil.


Solo por tener las palabras "muertos vivientes" en el título, minipunto a su favor

Christopher Pyke. Fantasville. Es un poco difícil encontrar una traducción adecuada cuando el título original es Spooksville. Pero lo de optar por hacer una remezcla entre el castellano y un anglicismo resulta bastante cutre.
Los libros de Pyke son de todos los publicados entonces, los más parecidos en estructura y temática a R. L. Stine. La principal diferencia es que, en lugar de tratarse de historias independientes entre s, los protagonistas eran los mismos a lo largo de los veinticuatro libros: un grupo de niños de doce años vive en una ciudad con el mayor número de fenómenos extraños por metro cuadrado. Aunque los adultos lo nieguen, las apariciones de alienígenas, muertos vivientes, portales a otra dimensión e incluso el contar con una hechicera local (que a ratos es una enemiga y a ratos, apoya a los protagonistas) hace que esta se haya ganado el nombre no oficial de Fantasville.
Aunque estas fueran autoconclusivas entre sí, la serie guardaba una continuidad, apareciendo personajes a lo largo de ella que se convertían en fijos o habituales. El desarrollo de estas también era bastante exagerado, y el autor parece que decidió que con el cliché de “la ciudad donde pasan cosas raras” tenía carta blanca para hacer todo lo que le diera la gana sin importar lo absurdo o imposible que resultara.
Entre lo imposible de muchos argumentos, y que los personajes fueran un poco tópicos, contando con el líder, la valiente y el cerebrito de turno, Fantasville tenía una ventaja: en muchos casos, se saltaba la norma no escrita de que en un libro para niños no puede morirse nadie y llegaba a liquidar a un personaje principal. Y cuando el principal defecto de este tipo de libros es tener la seguridad de que nadie va a salir mal parado, es un buen añadido.



Colección Sobresaltos. La editorial Altea también decidió apuntarse un tanto con las novelas de terror para niños, y optó por traducir la colección Funfax Horror. Este título servía para agrupar novelas de distintos autores, coincidiendo todas en el género y en contar con protagonistas menores de doce años. Aunque ninguno de estos escritores sea especialmente conocido, la principal ventaja de una colección así era el contar con muchísima más variedad de la que podía dar una escrita por un solo autor. Y no solo variedad, sino también calidad. Algunas novelas eran bastante simples y parecían escritas por rellenar, pero otras resultaban sorprendentemente creativas y alejadas de las estructuras y estereotipos de otras series.
La maquetación de Sobresaltos también se saltaba un poco la norma respecto al resto: frente al tamaño de novela de bolsillo que presentaban Fantasville y Pesadillas, esta contaba con un tamaño similar al de un bolsilibro y no más de ochenta páginas (cosa que le pasaría a las otras colecciones si no usaran el tamaño de fuente 12), e incluso ilustraciones en algunos casos.


Además, la edición española contaba también con una serie de audios narrados por el difunto Juan José Plans, quien se presentaba en ellos como El señor del Miedo, y narraba los relatos, muy breves, en segunda persona. Solo por esto, y por lo desconocida que parecía esta colección, hizo que fuera mi preferida de las tres. Aunque la hubiera leido de mayor gracias a unos saldos, lo que tiene bastante delito. 

lunes, 3 de marzo de 2014

Lecturas de la semana. Los años mozos V



A muchos niños les gustan las historias de terror. Y los monstruos,  lo que asusta, y las cosas que se salgan un poco de la norma.  Los cuentos de toda la vida tenían su carga siniestra, y más adelante autores como Roald Dahl llenaron sus libros con elementos un tanto macabros y cierta carga de humor negro. Pero no fue hasta los noventa cuando a un señor se le ocurrió plantear una serie de libros de terror específicamente pensada para el público infantil. Y el que R. L. Stine se convirtiera en los noventa en un éxito parecido al que tendría Harry Potter posteriormente, o que se ganara el apodo de “El Stephen King de los niños” demuestra que la idea era bastante acertada. Aunque a muchas asociaciones de padres no les haga gracia.



Goosebumps, que vendría a ser tener la piel de gallina, se publicó en España bajo el título Pesadillas. Por si no fuera suficiente las portadas con letras goteantes e ilustraciones de monstruos, la primera tirada de ocho libros incluía todo tipo de gimnicks pensados para llamar la atención: desde cubiertas que brillaban en la oscuridad hasta incluir un marcapáginas con un tazo luminoso. Para más señas, los tazos eran aquellos redondeles de plástico que venían en las bolsas de patatas y que técnicamente servían para jugar o coleccionar. Hoy parece imposible que un crío se flipara a semejante nivel con un trocito de plástico, pero en su día llegaron a ser un regalo promocional imprescindible. Aunque Pesadillas llegó un poco tarde para estos porque en la siguiente edición los libros ya venían sin ellos.



La serie consistía en novelas independientes entre sí, con personajes y argumentos distintos, aunque por algún motivo, además de ser publicadas sin tener en cuenta el año de edición original, venían numeradas como si fueran parte de una colección completa. . En ellas los protagonistas, que no solían tener más de doce años, se encontraban con un elemento sobrenatural en su entorno, o bien se trasladaban a un lugar donde pasaba algo extraño. A lo largo de unos sesenta libros, estos personajes pasaron por parques de atracciones dirigidos por monstruos, encontraron máscaras poseídas, experimentos fallidos, alienígenas e incluso un malvado muñeco de ventrílocuo, que fue de los más populares. Si alguna de las novelas tenía mucho éxito, podía contar con dos o tres continuaciones, que al igual que las películas de terror, o bien la numeraban, o bien incluían una variación en el nombre del título. Este fue el caso de Sangre de Monstruo I y II o La noche del Muñeco viviente y La novia del muñeco viviente.



Un porcentaje muy alto de gente nacida en los ochenta tiene serios problemas con los muñecos de ventrílocuo

Los libros estaban planteados para poder acceder tanto a niños como a niñas, y que estos pudieran leerse igual por ambos: en general ambos suelen caracterizarse con aficiones y rasgos muy similares, de forma que ningún libro parece estar específicamente pensado “para niñas”. Es una decisión bastante inteligente, aunque no muy bien trabajada, porque en general la mayoría de personajes resultaban bastante intercambiables entre un libro u otro. La estructura también es bastante similar en todos ellos: el punto de partida suele ser el típico objeto que se encuentra en el desván, o un vecindario nuevo, a partir del cual iran sucediendo todo tipo de cosas hasta llegar a un desenlace inesperado. Lo más habitual es que un capítulo termine con un cliffhanger enorme, que, o bien se queda en un simple susto, o en algo que haga avanzar la historia, pero en todos los casos sirve para hacer avanzar al lector a marchas forzadas (probablemente, para que termine pronto y vaya a por el siguiente de la colección).  La mayoría de clichés, entre monstruos y muñecos inquietantes, son muy reconocibles y muy deudores de la cultura popular.



Aún consistiendo al 100% en historias terroríficas, lo cierto es que la serie Pesadillas no fue de mis favoritas: igual me pilló un poco mayor o quizá era porque empezaba con libros destinados a lectores más mayores, pero me resultaban demasiado breves. Un libro no me llegaba más que para una tarde, la extensión tampoco era mucha, y esa forma de caracterizar a los personajes tan general de Stine hacía que no llegara a simpatizar con ninguna situación concreta. Además, lo de “terror” era un poco relativo: teniendo en cuenta el rango de edad, sabía de antemano que nadie iba a correr un peligro serio, y en general, daban la impresión de ser bastante descafeinados. Lo que sí les reconozco es que en el momento de la lectura, resultaban muy entretenidos, que era lo que pretendían desde un principio. Algunos tomos de la colección, como ¡Invisibles! Sí resultaban algo más aterradores que la media. Y lo cierto es hoy, solo por los detalles tan de serie B que incluye, dan la impresión de que hasta le pillaría más gracia que antes (y que los terminaría en menos tiempo, aún)




 Me  gustaran o no, a Pesadillas hay que reconocerle el éxito que supusieron: fueron una de las mayores ventas y franquicias editoriales en los noventa, llegando a contar posteriormente con unos cuantos videojuegos  y hasta una serie de televisión que parecía hecha con cuatro perras. Por no decir de la estela de títulos parecidos que vinieron entonces. Podrá parecer que todos los libros parecidos a Los juegos del hambre que han salido en el último año es un truco reciente…pero mucho antes, no era raro ver a la colección de Pesadillas compartiendo estantería con Escalofríos o Fantasville. 

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