Durante el verano de 2006, n abogado de Pontevedra decidió en sus raltos libres, empezar a escribir un blog donde narraba en primera persona, a modo de diario, la aparición de un virus zombie y con el, la desaparición de la sociedad. Una historia que había sido contada cientos de veces, pero que esta vez era abordada de una forma distinta: los zombies deambulaban no por las calles de alguna ciudad de Estados Unidos, sino por las carreteras de los pueblos de Galicia. El escenario, tan cercano como novedoso, se ganó pronto el interés de sus seguidores, que, con un parón necesario durante finales de agosto de ese año por los incendios en Galicia ( demostrando de forma indirecta que el final de todo puede estar más cerca y más real de los que esperamos), aguardaba cada semana una nueva entrada de lo que les sucedía a Manel y su gato Lúculo en busca de un lugar seguro. El éxito, en parte qtuvo tanto que ver con col buen hacer narrativo de Loureiro como el haber aparecido en el momento adecuado, a principios del boom de la ficción zombie, hizo que no solo las entradas de su blog fueran publicadas como novela, así como convertirse en trilogía, sino que fuera el primero de varias epidemias zombie nacionales, desde versiones conemporaneas como Los caminantes de Carlos Sisi hasta ucronías como Noche de difuntos del 38, y que se hablara de una posible adaptación cinematográfica. Esta tardaría más años en llegar…los suficientes como para que los zombies dejaran de ser el monstruo estrella, Walking dead se convirtiera en un culebrón, y el púbico tuviera su propio apocalipsis en 2020, sin zombies pero con más papel higiénico y mucho más devastador. Hasta que en 2024 Amazon anunciaba el estreno en octubre de un largometraje que adaptaba ese prime libro.
El principio del fin traslada a la actualidad la historia narrada por Manel, un joven viudo que vive con su gato Luculo en un chalet a las afueras de Vigo: a través de las noticias, de las redes sociales y de las conversaciones con su hermana, casada con un militar, va dándose cuenta de que el virus desconocido al que las autoridades no daban importancia es algo mucho más peligroso que la cuarentena declarada con posterioridad, y la orden de evacuación de la población a puntos seguros ya no p pueden evitar. Aconsejado por su hermana, Manel permanece oculto durante la evacuación de su urbanización, quedándose solo con su gato y unas provisiones que empiezan a escasear. Su primera salida en busca de víveres le muestra la realidad de la epidemia ocultada hasta entonces: los cadáveres reanimados deambulan intentando devorar a los vivos. Pero los muertos vivientes son solo una amenaza más en un mundo donde las comunicaciones y la sociedad han desaparecido: ahora, este es el mejor escenario para que mercenarios y oportunistas puedan establecer sus reglas. Y Manel deberá hacer lo posible para sobrevivir y encontrar una forma de llegar a un lugar seguro.
Aunque los zombies no son ni de lejos la tendencia de hace 10 años, continúan siendo un personaje recurrente en el cine, como ha sido el caso de Army of the Dead o Malnazidos (que también tuvo la mala pata de retrasar su estreno de 2020 a 2022), y la trilogía de Loureiro se trata también de un pequeño clásico dentro del fantástico contemporáneo español. Una adaptación cinematográfica, o al menos, un largometraje destinado a un medio que garantiza la rentabilidad como es el streaming, era un éxito potencial. Una decisión acertada como también lo fue a la hora de su éxito los cambios en la adaptación de la narración.
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Esta sucede en la actualidad, sustituyendo esas entradas de Livejournal por los videos que el protagonista intenta enviar a su hermana a través de un Whatsapp caído, las informaciones, sesgadas, con cuentagotas y a veces verídicas que este p puede ver a través de tiktok y las comunicaciones del cogobierno que parecen al principio y remiten de forma directa a la principal fuente de inspiración para desarrollar la trama: el Covid supuso en cambio a la hora de percibir los Apocalipsis ficticios y demuestra la facilidad con la que todo puede venirse a bajo, pero también la desinformación, la ocultación de la verdad y la indefensión ante una situación de la que saldríamos “mejores y más fuertes” (mejor y más, sí que salimos, pero no con el adjetivo que esperábamos). Unos hechos a los que la película recurre mostrando escenas donde la gente se dedica a arrasar con el papel higiénico, se declara estado de alarma y cuarentena, y que por su familiaridad resultan más inquietantes que los extras caracterizados de zombies: la hermana del protagonista diciéndole “quédate en casa” me provocó más escalofríos que las siete temporada de Walking Dead.
El uso de estos elemento recientes, y mucho más reales, hace que junto a las características del escenario sea una película de zombies con muy pocos zombies: las primeras escenas, junto al hecho de que Galicia sea una zona con una densidad de población baja, hacen que las apariciones de los infectados tarden en llegar,. No es hasta los cincuenta minutos en los que se ve a ese primer zombie, que irán en aumento una vez que el protagonista se mueva por escenarios más familiares como las carreteras o el hospital de la última parte. La trama se centra más en temas reales como esa facilidad en la que todo puede desaparecer , que los vivos, encarnados en esos mercenarios rusos par los que el fin de la civilización es una oportunidad, pueden ser peores que cualquier virus ficticio y en la dependencia de las redes de comunicación. Un enfoque en el que aunque tampoco faltan zombies en el desenlace, funciona mucho mejor que la versión tradicional.
Los cambios llevados a cabo respecto de la novela también han sido una mejora: la década y media transcurrida desde que el libro se fuera escribiendo por episodios han servido para saber lo que funcionaba y lo que no, sustituyendo algunas tramas que no iban a ninguna parte por otra más adecuada al tono de la película, así como el haber cambiado al interés romántico original, una adolescente de 17 años que hoy daría muchos problemas, por una enfermera, personaje mejor desarrollado e integrado en la historia.
Si bien Apocalipsis Z sigue siendo una película de zombies clásica dentro del esquema de desastre, supervivencia y antagonistas, esta funciona muy bien tanto por la cercanía del escenario como por el empleo de los hechos recientes, además de un reparto sólido en el que destaca Francisco Ortiz, García! En la serie de HBO, como protagonista. Un éxito, tanto a nivel cinematográfico como de público, convirtiéndose en una de las películas más vistas dela plataforma, y también, asegurando la posibilidad de la secuela.
Aunque Junji Ito sea uno de los mangakas de terror más populares, hasta el punto de caerle el apodo de “el Stephen King japonés”, parece que esta popularidad no le ha servido mucho en las adaptaciones al medio audiovisual. La minuciosidad aterradora de sus viñetas no había encontrado equivalente en la miniserie de Gyo, ni mucho menos, en las serie en la que Netflix, hace un par de años, adaptaba varias de sus historias cortas. El estilo anime de televisión actual, demasiado plano y acompañado a menudo por animaciones donde prima lo económico sobre el trabajo bien hecho, deslucían los guiones y series largas caracterizadas por viñetas donde una particular visión del horror cósmico, sobrenatural, y abecés absurdo eran representadas con un detalle que podría calificarse como horror vacuii. Una adaptación de un manga suyo en condiciones parecía inviable hasta que hace un año, un tráiler de dos minutos donde un pueblo, invadido progresivamente por espirales, mostraba por fin que una adaptación como él merecía, y de una de sus mejores obras. Los cuatro episodios del anime de Uzumaki fueron estrenados en octubre de 2024, una miniserie que consiguió dar que hablar…pero no como el público y los fans del manga esperaban.
Este anime adapta como el pueblo de Kurouzu y sus habitantes comienzan a ser transformados por una misteriosa fuerza que se cierne sobre la superficie del lugar. Cada patrón atmosférico, vegetal e incluso el comportamiento de los vecinos viene determinado de un modo u otro por las espirales. Un alfarero comenzará a obsesionarse con este patrón, las plantas crecerán de esa forma, los tornados se verán atraídos al pueblo e incluso sus habitantes empezarán a comportarse de forma retoricada e y ser transformados físicamente siguiendo las estructura de las líneas que afectan a Kurouzu.
El manga que narra esta secuencia de sucesos de forma progresiva, reflejaba esa degeneración y la existencia de algo incomprensible de una forma muy similar a como Lovecraft lo haría en El color que cayó del cielo. Las espirales de Ito son tan ajenas a la humanidad como los Primigenios de Howard…aunque en el caso de Ito, no faltase tampoco el horror corporal, e incluso un sentido del humor un tanto oscuro, que acompaña el relato. El anime tenía únicamente 4 capítulos de veinticinco minutos para poder narrar esta historia de horror de progresivo, donde los hechos puntuales dan paso a fenómenos colectivos.
El primer episodio despejó la duda sobre el proyecto: la calidad de la animación, respetando el blanco i y negro del original, conservaba la minuciosidad de viñetas memorables como un hombre retorcido en el interior de un tonel o una joven siendo absorbida por una espiral, dos de las primeras historias de la serie, y que el anime parecía adaptar de forma simultánea. Pero esto fue solo el primer capítulo: el resto más que la adaptación de un popular manga, parecía la versión del meme “cuando lo pides por Aliexpress vs cuando lo recibes en casa”. el segundo capítulo era un desplome absoluto en cuanto a calidad, donde la minuciosidad era sustituida por fotogramas fijos, dibujos apenas rematados y animación a saltos propia de serie s más económicas, y que revelaban que los cinco años de trabajo previos eran una sucesión de presupuestos mal ejecutados y subcontratos de estudios de animación donde claramente, el dinero se había ido en ese primer episodio que sirvió de presentación. Los dos restantes, pasada la indignación inicial, oscilaban entre lo normal y lo mediocre, adaptando los capítulos del manga de una forma un tanto desordenada y demostrando que, aunque fuera una suerte que ese dolor de animación se limitara a cuatro episodios, estos tampoco hacían bien su trabajo a nivel narrativo.
La verdad que lo clava
Además de los problemas en cuanto a animación, la adaptación del guion tampoco hace justicia: los capítulos resultan escasos para poder mantener la atmósfera de terror progresivo que existía en el manga, donde los sucesos aislados ganaban magnitud hasta llegar a un desenlace apocalíptico, sino que aquí se limitan a incluir de forma atropellada todas las viñetas, quedándose únicamente con los efectos visuales en lugar de con su contenido y significado en el contexto d narrativo, en lugar de la opción más viable para poder salir del paso, que sería obviar alguna historia episódica y centrarse en el desarrollo de un final potente, esta salta de un horror a otro sin tener en cuenta ritmo, líneas temporales ni sentido narrativo, solo unos fotogramas, del último capítulo, seguramente preparado para presentar el proyecto, parece querer hacer recordar lo que podrí ahaaber sido la serie de contar con un poco más de cuidado, y también, con u n par de capítulos extra para poder adaptar el manga como merecía.
Uzumaki se convirtió en uno de los fiascos de 2024, y seguramente, en cinco años perdidos para los responsables , pero, salvo para animar a que el público que no conociera el manga se acercar a sus viñetas, parece confirmar algo igual de inquietante: no sé si habrá una maldición sobre las espirales, pero desde luego Junji Ito tiene una bastante grave con sus adaptaciones en pantalla.