Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

lunes, 30 de junio de 2014

Une vie de chat (2010). La ciudad a vista de gato.


Se dice medio en broma que los gatos que pueden salir a la calle tienen más de una familia. Como no se sabe muy bien a qué dedican estos el tiempo, bien podría ser que cuando se marchan de una casa, se dirijan a otra donde también viven,  se quedan durante un rato, con otras personas. Y esta es la idea que una película de animación aprovecha para contar las aventuras de un felino y sus distintos dueños.

Un gato en la catedral de Notre Dame. La mejor película de la historia 

Une vie de Chat cuenta las andanzas de Dino, un gato doméstico que durante el día vive con la hija de una policía. Zoe es una niña taciturna y que no ha vuelto a hablar desde que su padre fue asesinado por un delincuente, al que su madre persigue sin descanso. Por las noches, es el gato de Nico, un ladrón al que acompaña en todos sus golpes, donde se hace con un botín tan solo con su habilidad y sin violencia. La llegada a París de una importante obra de arte, conocida como el Coloso de Nairobi, sirve para poner en marcha el último intento para atrapar a Victor Costa, el gangster que mató al padre de Zoe. Pero la policía también sigue tras la pista de Nico, al que unas huellas de gato en todos los escenarios de sus robos lo delatan. Y cuando Zoe decide seguir a su gato en sus escapadas nocturnas, acabará encontrándose no solo con delincuentes peligrosos, sino con un aliado.
 

Lo primero que sorprende es la escasa duración, quedándose en menos de setenta minutos. muchas producciones de animación suelen ser más breves que la media, pero esta se queda en algo cuya proyección solo podría parecer viable en un festival  o en un cineclub. También es cierto que está muy lejos de los clichés típicos de los dibujos destinados a todos los públicos: no hay secundarios graciosos, ni grandes efectos, ni exceso de colorines. Pero lo que sí cuenta es con una historia muy compacta, llena de matices. En un principio, esta parece consistir en un sencillo cuento de hadas moderno sobre ladrones, gatos inteligentes y situaciones que llevan a un final feliz. Pero en realidad cuenta también con matices más cercanos a los miedos adultos que a la fantasía. Se trata de secuencias como la madre de Zoe enfrentándose a sus miedos, encarnados en el mafioso que mató a su marido, el temor a que la persona que cuida de los hijos no sea de fiar o el propio antagonista de la película, el mafioso Costa. Este y su banda de delincuentes empiezan con todos los clichés típicos de los villanos cómicos del cine infantil: son tirando a ridículos y no muy listos. Pero a medida que avanza, este se convierte en un personaje más peligroso y obsesivo, aunque se intente suavizar con un final un tanto más blanco donde todo se soluciona sin grandes daños.


La animación también queda lejos de lo habitual: el diseño de los personajes es muy esquemático, lineal, y recuerda un poco a las primeras ilustraciones cubistas. La animación de estos es muy fluida, especialmente en lo que concierne al personaje del ladrón, para el que sin duda han tomado como referencia los movimientos del gato. En los escenarios, un París muy simple y en colores suaves, en el que se ven sobre todo los edificios del barrio antiguo y las construcciones emblemáticas, se olvidan de la perspectiva y del realismo para presentar un cuadro que recuerda más a una ilustración infantil. Incluso los vehículos, que destacan en los escenarios como si hubieran sido recortados en cartón, proporcionan un efecto muy curioso, pero bonito.

Aún con algunos defectos, como recurrir a algún truco rápido para poder resolver en desenlace, Une vie de Chat es una preciosa historia, tanto por su guión como por la calidad de su animación…Además, el protagonista es un gato ¿Qué otra cosa iba a opinar?

jueves, 26 de junio de 2014

Lecturas de la semana. De las de toda la vida (I)


Como la mayor parte del tiempo la dedico a leer fantasía, o terror, había otros géneros también muy populares a los que no le había hecho mucho caso. Había acabado leyendo algo de Raymond Chandler, e incluso una novela sobre los apaches, pero el resto de detectives, indios y vaqueros, era algo que me quedaba muy lejos. O eso era antes de encontrar los puntos de expurgo de la biblioteca y los cajones de libros a un euro. 


Rex Stout. Gámbito. Nero Wolfe es uno de esos detectives que se ha ganado su propia serie a lo largo de las décadas. En el caso del investigador de Stout,  unos cincuenta años. Igual que muchos, tiene sus propios tics y particularidades, en este caso, un carácter misántropo y una inteligencia a la altura de Sherlock Holmes. Pero también, cientos de manías absurdas, una figura oronda, afición por la buena mesa, y su capacidad para resolver los casos sin moverse de su casa.

Gámbito es una de las más recientes, ya en los años sesenta y lejos de la época dorada de los detectives privados. El argumento, es el habitual en estos casos: una joven pide a Wolfe que demuestre la inocencia de su padre, acusado de un asesinato. A partir de ahí, se desarrollará la investigación, encontrando a los distintos sospechosos y desarrollando una estrategia para descubrir al culpable.

Lo cierto es que no hay mucha novedad en ello, no sé si por agotamiento de la serie tras 37 novelas, o por que las de detectives no me apasionan mucho. Además es curioso que la mayor parte del trabajo y la narración recaiga sobre el asistente de Wolfe..bueno, esto último no tanto, que ya se había visto en las de Sherlock Holmes. Pero el detective titular apenas aparece si no es para demostrar lo raro que es y para desarrollar un plan maestro final: debe ser el primer libro que leo en el que el héroe se lo pasa entero sentado en el sofá de su casa. En cambio, se hace una lectura muy rápida y amena, y esta es su mayor ventaja: puede que me olvide pronto del crimen resuelto en esta, pero no de las características de su protagonista y, teniendo en cuenta que tengo en papel una de las entregas anteriores, de las de los años treinta, es probable que me anime a continuar alguna de la serie. 


Karl May. El hacha de guerra. Lo reconozco, la primera vez que oí mencionar a Winnetou fue en un diálogo de Inglorious Bastards. Y es que no sabía mucho de un género en el que Marcial Lafuente Estefanía era quien más me sonaba, y Zane Grey, solo de oídas.

Los libros de May no son tanto novelas del oeste como las que se conocen generalmente, sino más bien libros de aventuras destinados al público juvenil. En este, comienzan las aventuras del protagonista, un joven tan fuerte y atlético como culto y preparado, que decide probar suerte en el Lejano Oeste como topógrafo donde conoce a una tribu de apaches, gracias a un anciano profesor y compatriota suyo, que ha abandonado la civilización. Antes de morir, le pide al protagonista que cuide de Winnetou, el hijo del jefe, a quien ha educado todos estos años.

En las primeras páginas, hay un par de detalles que saltan a la vista: que estos libros se escribieron sobre 1875, y los lectores a los que iban dirigidos. Desde un principio se mencionan las cualidades positivas del protagonista, un muchacho prácticamente sin ningún defecto al que sus compañeros, borrachos y pendencieros, lo ridiculizan como novato. Sin embargo, este sigue siendo noble, bueno, hábil tirador y luchador a la primera de cambio, y especialmente, buen cristiano, condición que recupera el personaje del profesor en la historia sobre su redención y su pasado como descreído ateo. Tanto comportamiento sin mácula rodeado de personajes tan malotes y nobles salvajes no ha envejecido bien. Al menos, durante las primeras páginas, porque lo que sorprende posteriormente es el encontrarse con una buena narración de aventuras, de las clásicas. Donde no falta el Oeste, tan idealizado como solía imaginarlo uno, y en el que no faltan aventuras y paisajes interminables. Sin duda, esto es lo más disfrutable y lo que más puede recordarse a día de hoy. Pero también, el que cuente con una imagen de los indios, aunque bastante idealizada, mucho más sensible de lo que esperaba: estos hablan de sus tierras que les son robadas, y de cómo su pueblo acabará desapareciendo. No me hubiera imaginado algo así, en un simple texto de aventuras, y escrito en una época en la que Europa se repartía el resto de continentes como si fuera una tarta. 

lunes, 23 de junio de 2014

Six String Samurai (1998). Rockeros, artes marciales, desiertos postnucleares...y más.


Hay películas tan descabelladas que uno se pregunta cómo pudieron salir adelante. Muchas de estas se ganan un número importante de seguidores gracias a su originalidad y al haberse apartado por completo de lo que puede verse en un cine corriente. Pero sigue siendo difícil imaginar cómo alguien, a finales de los noventa, consiguió financiar un guión sobre un rockero que recorre un desierto apocalíptico para reclamar el trono del fallecido Elvis en Las Vegas. Y lo cierto es que fue una suerte que esta consiguiera llevarse a cabo. 


Six String Samurai presenta, con una introducción muy breve y tirando de texto (que no hay presupuesto para gastarlo en explosiones), cómo en 1957 los soviéticos invadieron Estados Unidos. Lo único que ha quedado es  la ciudad de Lost Vegas, donde Elvis ha reinado durante los últimos cuarenta años. Pero ahora ha muerto, y muchos rockeros atraviesan el desierto para enfrentarse por el trono. Incluso la propia Muerte, que no duda en acabar con cualquiera que se cruce en su camino. Uno de ellos, al que llaman Buddy (colega en inglés. Aunque entre las gafotas y el traje, se reconoce perfectamente a Buddy Holly) recorre ese mismo camino junto a un niño huérfano que a su pesar, lo sigue a todas partes. El viaje, lleno de bandas de trogloditas, caníbales y un batallón perdido del Ejército Rojo, no será fácil. 



Por lo visto en argot, se refieren como "gato" a la gente molona. Esto va camino de convertirse en la mejor película de la historia. 

Sobre el papel, la premisa parece no tener ni pies ni cabeza ¿Cómo va a tener un mínimo de coherencia semejante chorrada? Pues lo cierto es que funciona, y muy bien, pero para eso, hay que entrar en la historia olvidándose de su absurdo. En realidad, está tan bien narrada que el ver a un tipo vestido de rockero de los cincuenta, armado con una katana, practicando artes marciales y recorriendo el desierto hasta enfrentarse con la Muerte, resulta divertido. Esto funciona porque en cierto modo, todo es bastante paródico, pero rodado y presentado de una forma tan seria y dramática, que esta resulta muy sutil y en ningún momento se trata de una comedia abiertamente. Aunque cuenta con momentos verdaderamente cómicos.



En realidad el material no es original de todo, sino que la película está planteada a partir de muchas referencias: esta es Mad Max, El lobo solitario y su cachorro, es la Trilogía del Dólar de Sergio Leone, las películas de kung Fu, el New Vegas de Fallout y hasta El mago de Oz. Esto no quiere decir que se dediquen a copiar y pegar secuencias directamente, sino que sus situaciones, personajes y ambientación recuerdan a ella de forma muy discreta. Y en ningún momento quieren resultar graciosos abiertamente, sino que secuencias como una persecución de coches que no van a más de 15 km/h se toman tan en serio a sí mismas que acaban resultando hilarantes, sin romper  el tono tremebundo e irónico de la película.



Estas referencias no se quedan en el cine, sino que muchos personajes son dobles de personas reales, pero presentados de forma que pueden reconocerse perfectamente, sin mencionar en ningún momento quienes son. Entre ellos, los más reconocibles son Buddy Holly y Slash de Guns n Roses, gracias a las gafas de pasta y el sombrero alto.  Además, la mayoría de la banda sonora se compone de temas rockabilly, mezclados con tonadillas rusas, gracias a la banda The Red Elvises. Que también tienen un cameo al principio.  


Estos efectos especiales me han recordado al Doctor Who de los setenta....snif...

Es curioso que en una película con un punto de partida tan de ciencia ficción apenas tenga efectos especiales, pero a estos los han sustituído lo original del guión y la inventiva a la hora de caracterizar a los personajes y presentar escenarios. El desierto y cuatro restos de edificios sirven perfectamente para que nos creamos que viven en un desierto postapocalíptico, como pasó en Mad Max. Y el tema del vestuario lo han arreglado directamente metiéndole la tijera a todos los trajes que encontraron, arrastrándolos un poco por la arena, y poniéndole a los mutantes de turno unas bolsas de basura. Creo que desde los disfraces hechos en las clases de 4º de EGB no había visto tanta creatividad a la hora de hacer algo que realmente funcione…y lo cierto es que aquí dan perfectamente el pego. Quizá, también, porque con una ambientación tan imposible y divertida, se es mucho menos exigente con el tema de la credibilidad.


Con unas situaciones que son casi de lo más divertido que se ha rodado en los últimos veinte años, es difícil que todo pueda mantenerse hasta el desenlace. Y es aquí donde acaban un poco perdidos: se nota que invirtieron más tiempo en el desarrollo y haciendo que el espectador disfrutara de la película, porque al final parecen haberse quedado sin soluciones y recurren al mismo deus ex machina de El mago de oz y al final abierto a todo tipo de interpretaciones…pero con lo que me ha gustado, y especialmente, con la originalidad que han demostrado, voy a tomarlo como una referencia que no ha funcionado tan bien como el resto. Porque esta se ha convertido a partir de ahora en una de las cosas más originales y simpáticas que he visto en mucho tiempo. 

jueves, 19 de junio de 2014

Lecturas gatunas


Si hay un animal ligado a una profesión, es la de escritor. Quizá por la compañía y serenidad que estos aportan, o directamente, por su reciente tendencia a acostarse encima de los teclados y los portátiles. H. P. Lovecraft les dedicó un papel importante en Los gatos de Ulthar y En busca de la ciudad del Sol Poniente. Tuvieron su propia saga de aventuras en Los gatos guerreros (aunque lo pasé bastante mal con ella)…pero antes de youtube, de Lolcats y de Grumpy Cat, los gatos tuvieron el favor de muchos escritores, que no solo le dedicaron proverbios cortos si no piezas completas llenas de respeto y un poco de ironía, hacia sus compañeros peludos.

 Hippolyte Taine. Vida y opiniones filosóficas de un gato. Un filósofo escribe un texto filosófico sobre la filosofía de un gato…¡vaya lío! Al menos sobre el papel. En realidad, es una composición muy breve, que forma parte de su libro Viaje a los Pirineos, donde recoge, precisamente, las opiniones de un gato desde el momento de su nacimiento hasta que este considera que ha aprendido todo de la vida.

El sentido del humor con el que este felino opina sobre el mundo es muy sutil, muy cuidado, pero a la vez, se mantienen las actitudes de los gatos de granja que para los que hemos vivido solo con animales domésticos, aún sorprenden o resultan un poco bruscas. Y es que este gato lo mismo considera a los perros animales inferiores, que intenta comerse a su propia camada. Justificando, eso sí, sus acciones. Pero se trata de un libro que empieza con las siguientes palabras “nací ciego, mis ojos no se abrieron hasta varios días después de nacer y por eso pensé que el mundo era de color rosa”, y termina con el gato alcanzando todo lo que el considera como la sabiduría más importante de la granja y el mundo…por eso, y por su brevedad, me hubiera gustado que estas opiniones filosóficas gatunas hubieran durado algo más. 


Antología. El gato. El texto que acompaña al título es un poco pretencioso: “una antología de los textos literarios más bellos”. Siempre se dice que para gustos, colores, pero con la selección que han incluido, bien podría serlo. Sobre los gatos han escrito, y por aquí aparecen,  monjes en el siglo XV, Balzac, Zola y Maupassant. Baudelaire les dedicó un par de poemas..y existen cientos de rimas y cuentos infantiles que también tienen su hueco en estas páginas. Entre otros, un divertido poemita en el que un gato hace pis en una alfombra gris, y el gato con botas. Porque, ¿qué sería de una antología dedicada a los mininos sin el más inteligente de todos ellos?

Dentro de los más curiosos, se encuentran referencias a enciclopedias, donde definen, con lo que se conocía entonces, la fisionomía del gato, sus costumbres, y aseguran supersticiones como lo de robarle el aliento a la gente que duerme…¿Para qué iba a querer ningún animal el aliento cochambroso de nadie? ¡Con la halitosis que debían tener entonces!

Los textos de literatura seria son mucho más variados. Porque el que el libro esté dedicado a los gatos, implica que esto es para lo bueno y para lo malo: Louis Nucéra le dedica un relato a los gatos con los que convivió durante su infancia, pero J. K. Huysmans cuenta con uno bastante deprimente acerca de la muerte de uno en el hogar de una pareja. Tampoco le va muy bien al que aparece en un capítulo de Poil de Carotte, ni a la Minon-Minette de Francisque Sarcey.  El género fantástico está muy poco presente, pero cuenta con un par de relatos muy interesantes, que tratan temas como el rey de los gatos y el mundo de los sueños, o la capacidad de estos para detectar lo sobrenatural y salvar a sus sufridos sueños.

Uno de los más interesantes, sin ser fantástico, fue el de Zola escribiendo sobre sus dos gatas. El mismo tipo que escribió Nana y Germinal, en Cuentos a Ninon habla de Françoise y Catherine, sus dos gatas, blanca y negra, de su forma de ser completamente opuesta. No hay planteamiento, nudo ni desenlace, solo las pequeñas rarezas de sus dos gatas. Quizá porque esta última me recordó un poco a Dalek. La diferencia es que ella no parecía malvada en ningún momento. Aunque un punto de creerse mejor que los demás siempre tuvo.


Y de postre, un video: aquí siempre es el año del gato.


lunes, 16 de junio de 2014

Lluvia de albóndigas 2 (2013). La isla de los comestibles variados


En 2009 una película de animación adaptaba de forma muy libre un libro infantil llamado Lluvia de albóndigas, sobre un pueblo con un particular fenómeno meteorológico: la comida cae del cielo. Ahí terminaba la inspiración, porque donde el texto optaba por presentarlo como una historia para antes de ir a dormir, la película correspondiente lo convirtió en un homenaje y parodia a las producciones sobre catástrofes. Con científico, invenciones, secundarios graciosos y romance incluído, en una versión que en principio, parece mucho más dinámica que el original (que no he leído). Bueno, dinámica, y que facilita la tarea de lucirse todo lo posible con los efectos y que ofrece todos los elementos típicos en la animación de los últimos años. Así, el cuento inicial se trasformó para contar las desventuras de Flint Lockwood, el inventor de una máquina capaz de hacer llover comida, y sus consecuencias para la isla de Swallow Falls.


Su secuela retoma la historia inicial poco después de que esta termine: la ciudad se ha salvado de la lluvia de comestibles gigantes, pero ha quedado destruida. Chester V, empresario y genio de las invenciones se ofrece a conseguir una nueva residencia y trabajo a sus habitantes mientras ellos se encargan de limpiar y reconstruir la isla. Mientras estos se adaptan como pueden a sus nuevos empleos, las tareas se retrasan: varios equipos han desaparecido, y la comida se ha transformado en animales vivos que, según Chester, puede escapar a otras ciudades y destruirlas. Flint debe volver a Swallow Falls y apagar su máquina, que continúa en funcionamiento. Sus amigos lo acompañan, pese a las recomendaciones de mantenerlo en secreto. Y estos empiezan a sospechar que el científico admirado por Flint esconde algo.



Como muchas películas de animación destinadas al público infantil, el mensaje positivo está muy presente, con cosas como confiar en los amigos, en la familia, en uno mismo, y en que no todo es malo…hasta el punto de que ni uno solo de los animales resulta peligroso. Comparado con dibujos más neutros, o más ácidos, puede parecer un tanto pasteloso. Tanto, que hasta la escena final cuenta con una lluvia de arcoíris y todo. Aunque, comparado con otras situaciones como los protagonistas de Despicable Me, es algo más equilibrado y no pensado para promover escenas azucaradas…Porque de eso, ya se encargan los animales que aparecen por la isla. Y es que debo decir, directamente, que son una monada: si es imposible que una araña hecha de hamburguesa y patatas fritas sea amenazadora, invenciones como fresas con patitas o una civilización formada por pepinillos está pensada para que ladeemos la cabeza y digamos “Aaaw…”. En todo momento están pensados para resultar graciosos, y especialmente, adorables. Secuencias como el padre de Flint enseñando a pescar a tres pepinillos no tienen más intención que la de ser cómica. Pero teniendo en cuenta la idea principal de la película, también resulta una parodia muy efectiva: un ordenador que crea animalitos vivos hechos de malvavisco, sandías o tacos es muy gracioso Y a ratos, un poco mareante, por el exceso de colorido del que abusan a menudo. Pero seguro que si generara criaturas orgánicas en una cinta de ciencia ficción seria, sería más grimoso. 


Las referencias, y la parodia en menor medida, también están muy presentes. Si la primera Lluvia de albóndigas era un homenaje al cine de catástrofes, el paisaje de la isla poblado por un ecosistema de comida es una referencia directa a Parque jurásico, hasta con dinosaurios y todo.  Pero las referencias más divertidas son las más cercanas: Chester V, con su grupo de especialistas y sus sistemas de motivación, es una referencia la mar de divertida a Steve Jobs, cambiando a Apple por una barrita energética. Y tampoco faltan los chistes a costa de los nuevos aperitivos: tiendas de cupcakes y cafés con todo tipo de descremado, sojas y sucedáneos, son una constante a lo largo de la película, y bastante disfrutables, además.  

En un principio contaba con una película más de muñecos variados, de buen rollo, y de las de ver el sábado con el piloto automático puesto. Lo cierto es que Lluvia de albóndigas 2 lo es…pero también se disfruta por el simple hecho de ver la creatividad que han desplegado a la hora de inventar todo tipo de animales a partir de distintos platos, y el incluir al lado de gags más currados otros juegos de palabras que por lo tontos, resultan graciosos. Además, ha sido una de las pocas películas que gracias a sus créditos ha conseguido que me quede hasta el final de la pantalla en negro, porque no han escatimado ni un momento a la hora de incluir en ellos un epílogo mientras sale el reparto. 

jueves, 12 de junio de 2014

Obituario: Rik Mayall


Parece que este año la etiqueta de obituarios tiene más actualizaciones de las que me gustaría, pero este lunes ha pasado a mejor vida Rik Mayall, un actor y cómico recordado por muchos por sus personajes anárquicos, su humor un tanto bestia, y su leve bizquera. 


Desde principios de los ochenta, no paró de trabajar, alternando televisión con espectáculos teatrales junto a Adrian Edmonson, con quien trabajó durante muchos años. Pero en España se le conoce principalmente por sus papeles en al menos tres series, y dos de ellas, gracias a las televisiones autonómicas.




Fue en Os Novos (The Young ones), Rick, el estudiante anarquista, chivato y francamente mala persona, que compartía piso con sus compañeros. Ya entonces era una serie muy particular, con un humor un tanto bestia y un montaje completamente caótico en el que llegaban a incluirse actuaciones musicales de grupos hoy olvidados, y de otros que aún se recuerdan como Madness o Neneh Cherry. Cosas de colar una serie como “programa de variedades” para poder contar como el presupuesto necesario.

Esta era el polo opuesto de lo que se conoce como humor inglés: había tortazos propios de dibujos animados, los personajes se gritaban, y la ambientación cutre era una referencia directa al malestar y la crisis económica en Gran Bretaña.



Bastante más breve fue su papel de Lord Flashheart en La Víbora Negra, que empezó como una anécdota en su segunda temporada, y volvió en la última, encarnando a su descendiente en la I Guerra Mundial. : el típico piloto creído y ruidoso, además de contar también con Adrian Edmonson parodiando al Barón Rojo.



Con un título como La pareja basura, uno se imagina que sus protagonistas no iban a ser especialmente agradables. Pero Bottom, en su versión original, es el trabajo más duradero de ambos actores. Además de interpretar a un par de tirados donde se alternaba el humor escatológico con el de tortazos y el surrealista, contó con cuatro espectáculos teatrales, donde iban todavía más lejos que la televisión en cuanto a absurdo…y donde las improvisaciones y los olvidos de guión también eran una parte muy popular de las representaciones.




Quizá uno de sus personajes más curiosos es el de Drop Dead Fred, donde interpreta al amigo invisible que una mujer encuentra décadas después de perderlo. Aunque sigue con sus interpretaciones y humor excesivo, resulta chocante el verlo en una producción destinada a todos los públicos, de esas que en su momento no tienen mucho éxito de crítica o taquilla pero que acaba convirtiéndose en parte de la nostalgia de sus fans. 

Con tantos papeles, actuaciones, doblajes, chistes energúmenos y la forma que siempre tuvo el actor de reírse de todo, es difícil elegir una secuencia con la que despedirlo, por eso me quedo con una muy pequeña: su lectura de un cuento de Roald Dahl que hizo para el programa Jackanory.

lunes, 9 de junio de 2014

Yo, Frankenstein (2014). De experimento científico a superhéroe. Y con demonios


Esta foto demuestra que en internet hay gatos para todo


Suele decirse, medio en broma, que el único monstruo que falta por aplicarle el tratamiento de romance paranormal es Frankenstein. Y en cierto modo, también se ha ido librando de otro género menos pasteloso, como es el de la fantasía urbana. Los vampiros y los hombres lobo son habituales por ahí desde hace mucho, pero la criatura ideada por Mary Shelley, tal y como la ideó esta, parecía demasiado recosida y poco atractiva como para ser una nueva aportación. Pero fue gracias a un comic de Kevin Grevioux con el que este dio el salto a la pantalla en una historia que va más allá de los experimentos de Victor Frankenstein.





I, Frankenstein, continúa las andanzas de la criatura tras la muerte de su creador. Esta, poco después de enterrar al científico como último respeto, es atacada por un grupo de seres inhumanos y salvada por uno de guerreros, sin tener esta muy claro cómo ni por qué. Estos últimos le explican que la orden de la Gárgola, a la que pertenecen, lleva los últimos siglos luchando contra los demonios, y que él parece ser la clave para acabar con unos u otros. Como prueba de voluntad le dan un nombre y le ofrecen unirse a sus filas. Pero bastante asqueado de la humanidad (y solo hace falta haber leído el libro para entenderlo), declina la oferta. Los siglos posteriores transcurren luchando contra los demonios que siguen empeñados en llevárselo a alguna parte hasta que, volviendo a la civilización, descubre el por qué: él es la clave para crear un nuevo ejército de demonios que acabarán con las gárgolas y con la humanidad.






Hasta ahora no conocía el comic en el que se basó la película, por lo que desconozco el nivel de fidelidad que ha tenido la adapción. Pero por lo que parece, tras ver alguna viñeta y reseñas, esta no ha sido muy fiel. La criatura de las ilustraciones ha pasado de ser una que todos podríamos reconocer como tal a un tipo medianamente atractivo, con unas cicatrices en su cara que van desapareciendo a medida que avanza el metraje, y con el que no se cortan a la hora de incluir una escena sin camisa. Porque parece que en toda historia de fantasía urbana de segunda fila todo el mundo debe ser atractivo, luchar con espada, y llevar abrigos largos. Tampoco se han esforzado mucho con los escenarios. entre las calles oscuras, los edificios ruinosos, la base científica de turno y una catedral gótica con miles y miles de arcos, hasta el punto de que esta resulta imposible y recargada a la vista. Todo ello, junto a lo poco cuidado del planteamiento la convierte en la típica película que ha optado por reciclar cosas que se han visto mil veces, sin ninguna gracia, y magnificarlo con unos cuantos efectos digitales. Incluso hay caras en el reparto que suenan de cintas anteriores, como Bill Night haciendo de príncipe de los demonios en este caso. Y que hace algunos años, repitió papel como rey de los vampiros en la franquicia Underworld.






La ambientación también ha debido sufrir lo suyo, porque es el universo más atropellado que han debido presentar para una película en los últimos tiempos: toda la historia de Frankenstein ayudando a un grupo de gerreros celestiales da la impresión de no tener sentido. O más bien, de no tener la suficiente coherencia como para ser creíble. Muchos guiones tienen puntos de partida absurdos o extraños, pero que a la hora de desarrollarlos, se convierten en situaciones coherentes y coordinadas con lo que se narra. Pasó en rarezas como Repo! O en otras de acción como Snowpiercer, pero no en este caso.  Los protagonistas se limitan a aparecer, soltarse unos a otros una explicación sobre lo que está pasando, pelearse, y encontrarse con el siguiente personaje con el que tendrán una conversación intentando establecer la ambientación. Y el resultado es un escenario bastante errático, en el que lo mismo da que Frankenstein se hubiera encontrado con una lucha ángeles y demonios que de vampiros y hombres lobo, o de banqueros e inspectores de hacienda. Se nota bastante que estaban trabajando con un material preestablecido, pero con el que no mantuvieron ningún cuidado a la hora de trasladarlo a la pantalla y que este tuviera el suficiente peso.






El argumento se mueve de la misma forma: de forma resumida, se limita a ser un prólogo y una sucesión de escenas de lucha tan arbitrarias como las explicaciones de los personajes, para llegar a un final bastante pensado a establecer al personaje principal como protagonista de una secuela, que vistas las reseñas, dudo mucho que llegue a rodarse.


Esta ha sido una de esas películas en las que, como decía Bernard Black: disfrute del libro. Es horrible, pero bastante corto. A los diez minutos de metraje, se es consciente de estar ante una cinta bastante mala, sin originalidad ni buen argumento…solo son noventa minutos escasos de escenarios vistos, peleas y poses dramáticas. Lo que se aguante con ello, depende de las ganas de ver algo sin complicaciones, o de lo adormilado que esté uno en ese momento.





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