No solo de la colección Reno y de Bruquera vivimos los lectores y los que rebuscamos en las cajones de segunda mano. Otras editoriales, que estaban presentes en las casas, intentaba n recoger también lo más destacado de la narrativa, y lo que era más importante, de una forma que esas colecciones se vieran de manera uniforme en las baldas del aparador. Con una encuadernación que pretendía imitar un libro antiguo, los títulos resaltando en letras doradas y unas páginas que parecían papel de estraza, las Obras maestras de la literatura contemporánea de Seix Barral recopilaban…bueno, lo que podríamos considerar como las más importantes de los últimos siglos. Y donde convivían La náusea, La muerte en Venecia, La familia de Pascual Duarte o Crónica de una muerte anunciada (esta última, resultó una suerte tenerla cuando entró en el programa de lecturas a examen de COU). Pero también El proceso, y un par de novelas más que supusieron mi entrada en el mundo de la literatura “seria”…pero, que, como todo lo que seguiría después, se mantendría en la línea entre lo real y lo imaginario.
Gilbert K. Chesterton. El hombre que fue Jueves. Bajo el subtítulo de Pesadilla, la novela sigue los pasos de Gabriel Syme, detective infiltrado en el Consejo Anarquista, elegido durante una reunión como Jueves, y su intentos para detener al resto de miembros antes de que lleven a cabo el atentado planeado: asesinar al Zar, quien se encuentra en París. Syme no es el único integrante de Scotland Yard que ha conseguido llegar hasta el Consejo. Junto a varios aliados inesperados, intentarán detener al resto de anarquistas y evitar sus planes…o quizá descubrir que nada es lo que parece.
La novela está, marcada por un sentido del humor muy británico, donde abundan los juegos de palabras y una caracterización física de los personajes que roza lo teatral: barbudos, ancianos decrépitos, personajes cubiertos por siniestras gafas oscuras o provistos de una sonrisa torva, que van desvelándose como una capa más de un enigma en que sobresale la figura de Domingo. Descrito por todos como inabarcable, incomprensible y misterioso como un villano…pero que, como uno de los protagonistas expone, su comportamiento a la hora de eludir a sus perseguidores es similar a la de un padre jugando al escondite con sus hijos.
Alcohol, libros y una vajilla: el mueble que lo tiene todo
La trama, sin perder el humor en ningún momento, deriva hacia lo fantástico, donde la huida toma un cariz surrealista, un globo aerostático puede dar paso al robo de un elefante, haciendo que su aspecto inicial de novela policiaca se desvanezca convirtiéndose en una historia extrañamente alegórica, donde nada era lo que parecía en un principio y lo narrado adquiere un tono de ensueño, con la vuelta de su protagonista al punto de partida de una forma muy sutil y amable, muy similar a como si este hubiera presenciado una parábola.
Chesterton, conocido por sus novelas policiaca, por su carrera de polemista y su preferencia por lo tradicional, toma la figura del dinamitero transformándola, de una encarnación de lo negativo a una caricatura, y de ahí a a una versión despojada de su ideología e imagen previa como si se tratara de un disfraz. También se ha especulado a menudo sobre Domingo, como personaje dual y casi un demiurgo, caracterizado con rasgos que recuerdan mucho a su autor (a Chesterton le encantaba incluir personajes grandotes es sus historias, como Flambeau el ladrón). Este, incomprensible al principio, abiertamente burlón y finalmente benévolo, está muy vinculado a la mentalidad e ideas del propio Chesterton, católico e interesado en la fe y la creencia como alto necesario en la vida, pero que no por ello tuviera que tratarse de forma excesivamente solemne.
El personaje, y los matices de El hombre que fue Jueves, han sido reseñados de forma mucho más amplia por La mano del extranjero, y salvo una opinión somera, no me queda mucho más que aportar que defender que esta novela se habría convertido en una candidata a ser filmada por Terry Gillian.
M. R. James .Otra vuelta de Tuerca. En una velada, los invitados deciden narrar una historia de fantasmas, a ser posible, verídica. Esta es la que fue contada por uno de los presentes, referida de primera mano por su protagonista. Esta describe como encuentra su primer trabajo de institutriz de los dos niños que habitan en Bly Manor, huérfanos y sobrinos de su empleador, quien ha dejado claro que no desea ser molestado con asuntos sobre su crianza. La joven maestra decidida a cumplir con la tarea impuesta por un hombre por el que ha quedado fascinada, se encarga desde de ese momento de la educación de flora y Miles, un jovencito que inexplicablemente ha sido expulsado del internado donde estudiaba. Esta, fascinada por los dos niños a los que define como las criaturas más adorables que ha conocido, comienza a ver en algunos lugares de la casa a dos figuras. Ninguna de las forma parte del servicio actual, apena compuesto por ella y la señora Grose la gobernanta, pero parecen coincidir con la descripción de los anteriores miembros de esta: Miss Jessel, la institutriz a quien sustituye, y Peter Quint, criado del señor y un hombre poco de fiar…ambos muertos, o dados por muertos.
A partir de la aparición de estos, el comportamiento de Miles y Flora empezará a cambiar, y su institutriz, la única ç consciente de las figuras que ronda Bly Manor, intentará proteger a los pequeños de lo que ella sospecha que es una influencia maléfica.
Además de ser una de las novelas clásicas del fantasmas, también es una con un desarrollo más abierto a la interpretación del lector: bien una historia sobrenatural donde algo amenaza a los niños, o bien una novela realista donde todo lo que sucede es narrado desde el punto de vista de la locura de su protagonista. Esta última es la interpretación mas socorrida, debido a lo que esta describe. Desde su fascinación romántica con alguien ausente, hasta su obsesión con los anteriores residentes de la mansión lo s que convierte en villanos y amenaza que recaen sobre los niños. Unos residentes que en todo momento, solo ella ha visto y cuya caracterización proviene de lo narrado por la señora Grose, a partir de cuyo testimonio se establece la posibilidad de la relación entre ambos, o de la influencia que Quint pudo tener en Miles. Lo subjetivo de la narración también supone abrir otra interpretación, como estos fantasmas fueran el reflejo de las frustraciones o deseos reprimidos de su protagonista.
James era un escritor realista y es algo que se nota en este relato sobrenatural: un personaje principal cuya complejidad radica en lo dudoso de su testimonio y lo que pueda interpretarse de este, un entorno aislado marcado, ante todo por el secretismo de la clase alta en el que todo debe adivinarse a través de sugerencias. Lo sucedido entre Quint y Miss Jessel, las circunstancias que provocan la expulsión escolar de Miles, e incluso el comportamiento de los niños, entre el esperado en dos criaturas aisladas sin familia, el malinterpretado por una institutriz cuya visión está distorsionada, o el directamente anómalo, si el lector creer lo que ella cuenta. Este estará tan abierto a lo que este decida ver como años después lo estarían, en cierto modo, los hechos descritos por Shirley Jackson en La maldición de Hill House.