Syfy no se caracteriza por sacar adelante series especialmente cuidadas o de un presupuesto holgado. Los logros de Battlestar Galactica quedan ya muy lejos y lo habitual en su producción suelen ser emisiones tirando a modestas, a menudo, muy conscientes de sus limitaciones y que cuando menos, cuentan con un público fiel gracias a esta falta de pretensiones. Aunque en este campo es posible encontrar cosas bastante originales, capaces de sacar partido a su falta de medios, o directamente, donde son capaces de contar lo que sea de forma improvisada como si no temieran a las cancelaciones. Channel Zero consiguió tres temporadas de terror, modesto y efectivo. Cinco años con Z Nation oscilando entre el terror de serie Z, la comedia y el desvarío…y si esta última no fuera poco, todavía son capaces de atreverse a producir una con más vocación de parodia y comedia salvaje que de continuar episodios en el tiempo.
Es el año 1.999. Las actividades de
fracking en el corazón de Estados Unidos han desembocado en un
movimiento sísmico que ha provocado la apertura de una gigantesca
falla conocida como La Gieta. La población se ve obligada a
desplazarse a las costas, la economía se desploma, las calles se
ven inundadas por nuevas drogas de diseño e índices de criminalidad
nunca vistos. Algunos oportunistas, como los directivos de Heart
Enterprises, aprovechan la situación para hacerse con el mercado y
poco a poco, con el gobierno del país disponiendo de una tecnología
que incluye desde el desarrollo de la robótica hasta los portales
espaciales...Naturalmente, esto, ni tiene mucho sentido, ni tiene
mucho que ver con lo importante: en un mundo donde los combustibles
fósiles se han convertido en un bien inaccesible, el principal
entretenimiento es una carrera a través de unos Estados Unidos
fracturados, donde el ganador se llevará un importante premio en
metálico y donde solo los más desesperados se atreven a participar.
Entre ellos, una joven que intenta conseguir el dinero para salvar a
su hermana, un agente de policía con la integridad y optimismo
suficiente como para intentar acabar con la corporación Heart y
muchos otros, movidos por la codicia o el sadismo. Una carrera donde
los coches funcionan no con gasolina, sino con sangre humana:¡¡Blood
Drive!!
(Y sí, reconozco que he escrito la
última frase unicamente para emular al enloquecido maestro de
ceremonias del espectáculo)
La serie, concebida como una comedia
negra, es un homenaje al grindhouse, un estilo de cine muy específico
caracterizado por las producciones de serie B, Z, argumentos un
tanto extraños, o cuando menos, poco cuidados, se explotan los
éxitos cinematográficos del momento (sean asesinos en serie,
ciencia ficción o post apocalíptico) y no se escatima en violencia
y situaciones escabrosas. Algo que ya hicieron hace diez años
Tarantino y Robert Rodriguez con Planet Terror y Death Proof, y que
aquí desarrollan durante trece capítulos que, con el transfondo de
una violenta carrera por etapas, aprovechan para recorrer todo tipo
de escenarios propios de este género y con tan pocos escrúpulos
como estos: una carrera donde a los perdedores se les hace explotar
sin miramientos, una ciudad tomada por mutantes con ojos luminosos
(los brillos verdes, siempre necesarios en las películas de quinta
regional), un restaurante regentado por caníbales, un manicomio
asaltado por los propios internos o una civilizacion integrada por
amazonas son solo algunos de los lugares por los que los
protagonistas transitan. Mientras que en las tramas secundarias es
posible encontrar una corporación malvada, todo tipo de
experimentos, implantes cibernéticos e incluso algún androide. Una
auténtica locura que no duda en recurrir a todos los clichés del
género con intención cómica, empleándolos como argumento o
utilizándolos como parte del humor de la serie, como sucede con el
sistema para censurar los desnudos que pueden aparecer en los
capítulos y que son presentados unicamente para explotar las
situaciones más torpes que podían verse en aquellas producciones de
principios de los ochenta.
Aunque hubo otras comedias que
recurrieron a tendencias audiovisuales obsoletas como fuente de un
humor muy referencial y un tanto complicado, Blood Drive opta por
usarlo como punto de partida para crear una comedia negra llena de
guiños y donde el género al que parodia también sirve de excusa
para no poner limites a los guiones, a la calidad de las
interpretaciones, al buen gusto o incluso la coherencia....más o
menos, como pasaba a menudo con el auténtico grindhouse. Mientras
Garth Marenghi´s Darkplace se mimetizaba por completo con el estilo
de realización de las series de los ochenta, y se apoyaba en el
trabajo de cómicos muy capaces, la serie de Syfy no se corta a la
hora de retorcer al máximo el material con el que trabaja:
actuaciones irregulares, donde lo mejor que se puede decir de su
protagonista es que se le nota que fue modelo, pero es probable que
no gane ningún Emmy este año y que contrasta con su antagonista,
histriónico y carismático hasta lo indecible. Y unos argumentos
donde a veces, el número de capítulos se hace excesivo para lo que
quieren parodiar. Esto resulta en algunas situaciones donde parecen
haber decidido tirar para adelante, poner la primera burrada que les
venga a la cabeza, y seguir así hasta que lleguen los créditos.
Algo así como pasaba a veces con Z Nation, pero con más ganas y
quizá, con mayor presupuesto.
Blood Drive, como pasa a veces con las
comedias que parodian algo tan expecífico, se quedó en una sola
temporada. Suficiente, en realidad, cuando son capaces de meter en
pantalla una cantidad de tripas como no se había visto desde que se
canceló Ash vs Evil Dead, coches carnívoros, raves post
apocalípticas y empresas malvadas. Y cuando, algunos de los
capítulos más flojos hacen pensar que quizá esta broma no habría
dado para seguir un año más en pantalla.