Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

lunes, 31 de diciembre de 2012

Resumen del año. Una lista libre de Gangnam Style

 
 
El 2012 ha sido uno de los años más raros que recuerdo. No solo por los 365 días aguantando todo tipo de noticias sobre el calendario maya y el fin del mundo, sino por fenómenos como el éxito de 50 Sombras de Grey, el fanfic de Crepúsculo subido de tono reconvertido a superventas igualmente subido de tono. Visto esto, el continuado éxito de Juego de Tronos, de Walking dead y que la moda de lo friki parezca dispuesta a quedarse, ya no resulta tan raro…Esto tampoco quiere decir que haya sido un año especialmente bueno. Doce meses pendientes de los bailes de la prima de riesgo, las rabietas de la señora Merkel, desahucios continuados, y para rematar, los funcionarios de todo el país se quedan sin paga extra, precisamente uno de los colectivos a los que más respeto. Pensándolo bien, ha sido un año de mierda. Bienvenido hayas sido 2012, por la alegría que dejas al marchar.
 
Como no suelo hacer muchas listas, y como la entrada me ha coincidido el último día del año, voy a hacer un resumen de lo más interesante que he visto durante el año en cuanto a cine, libros, comics y series.
 

Cabin in the Woods. Se habrán estrenado Los vengadores, El Hobbit, Prometheus y la última entrega de El caballero oscuro, y todas, en mayor o menor medida, me han gustado. Pero la que se ha llevado la palma es una películita de Joss Whedon que se ha pasado dando vueltas desde el 2009 por cuestiones de distribución, y en la que se puede ver a un Chris Hemsworth antes de Thor haciendo de personaje de película de terror potencialmente asesinable. En principio, un guión en el que un grupo de amigos se van a una cabaña donde empiezan a pasar cosas raras y van siendo asesinados no parece nada del otro jueves, pero ha sido una de las películas de terror más interesante que he visto en todo el año por la forma que tienen de darle la vuelta a todos los clichés del tema. En algo más de hora y media, consiguieron hacer unos personajes algo más lógicos de lo que suele aparecer en la serie Z, sacar a todos los monstruos que han aparecido en los últimos cien años de cine de terror, y de paso, explicar por qué este género tan cutre en el fondo es necesario: porque sino, sería el fin del mundo tal y como lo conocemos. Sí, para pillar esto último hay que verla.



Las extraordinarias aventuras de Adèle Blanc-Sec. Sí, voy a incluir como lo mejor del año unos álbumes que se empezaron a publicar en los setenta...Pero tiene truco: el último volumen apareció este año, en la mísma época en la que lo leí. A algo habrá que recurrir al leer ya tan pocos cómics. En todo caso, sus historietas son un homenaje al folletín de principios de siglo, en el que unos personajes caricaturescos pasean por un París dibujado con el máximo detalle y, aunque mantenga bastante sentido del humor (que falta hace para poder disfrutar sus situaciones un tanto absurdas), guarda un tono pesimista a veces, gracias a la propia protagonista que, en cada volumen, va volviéndose más huraña y anárquica tanto con lo que sucede como con su entorno político…¿Puede ser antibelicista un comic que no habla de la guerra? Los de Adèle Blanc-Sec lo son.




Una canción sobre una isla muy chachi suena mejor que una sobre a tropical island.

La serie del año, al menos para mí, ha sido Hora de Aventuras. Aunque empezó a emitirse en el 2009, ha sido en 2012 cuando ha empezado a ganar una popularidad asombrosa, y entre la gente que conozco, de una manera similar: primero se quedaban mirando a la pantalla con cara de “qué demonios es esto”, y al poco tiempo, estaban enganchados a las aventuras de Finn y Jake en un mundo de piruletas que, por adorable que sea, tiene sus momentos de pesadilla y es un tanto apocalíptico. Además, el doblaje español ha alcanzado momentos memorables, dándole a los personajes su propio vocabulario y llegando a mejorar los chistes  del idioma original.





Elegir un libro ha sido lo más difícil. Han sido un total de setenta y ocho en lo que va de año, algunos buenos, otros divertidos, y otros directamente infumables. Pero he leído casi todo lo que me gusta y cuando se consigue juntar en un año las obras completas de Thomas Ligotti, leer de nuevo a Jean Ray y no haber epezado todavía Danza de Dragones, que fue el más esperado, es más difícil elegir. Creo que me quedaré con Songs of a Dead Dreamer, de Thomas Ligotti, que fue su primera antología de relatos, allá por el 86, y en el que se notaba su sensibilidad a la hora de hacer una historia de terror, lejos de las mediocridades de Koontz y similares y de las burradas de Clive Barker que se estilaban. Por eso, y porque lo han publicado de nuevo en castellano, al menos, la antología Noctuario, con lo que empieza a hacerse más disponible.



¿Y el personaje del año? Pues como viene siendo tradición (la que me acabo de inventar ahora), el título le corresponde a un felino. A Tard Sauce lo conocen por ahí como Grumpy Cat, debido a su aspecto un tanto enfurruñado en comparación con los otros gatos, que tienen controlado lo de poner cara de poker. Pero esa cara de estar hasta los mismísimos y de no estar dispuesto a hacer monerías para los humanos me ha convencido.

Eso es todo. Por lo que queda de año, al menos. Seguiremos adelante si Merkel quiere y si al calendario de otra civilización antigua no decide acabarse.

jueves, 27 de diciembre de 2012

Lecturas del mes II. Suficientes libros gordos por una temporada



Antes de acabarse el año, he conseguido subir una nueva entrada sobre libros. En concreto, los dos tochos que me ha costado bastante terminar por lo extensos. En los últimos tiempos, o bien me he acostumbrado a novelas de extensión media, o es que al final se demuestra que por acumular más de 900 páginas no tiene por qué salir una gran saga literaria.



Joe Abercrombie. La Voz de las Espadas (La Primera Ley I). Muy en la línea de la fantasía realista que se lleva ahora (es como la de antes, pero un poco más cínica y los personajes tienen que pagar sus facturas), la trilogía de Joe Abercrombie empieza presentando un mundo en el que la paz entre reinos empieza a tambalearse y distintos enemigos aparecen: desde un autoproclamado rey en el Norte, hasta un el emperador de un país en el Sur, a quienes los personajes tendrán que enfrentarse. Estos son un mercenario bárbaro desengañado, un inquisidor tullido bastante cínico, un capitán de la guardia jovencito y bastante atontado, y una esclava fugitiva. De ello se encarga uno de los primeros magos, que cuenta con varios siglos y de quien se esperaba su llegada

Poco más puedo decir del argumento en sí, porque este, para las 750 páginas del libro, unas 1034 ajustadas a tamaño adecuado en el ebook, avanza asombrosamente poco: más que nada, se dedica a ir presentando la situación política del reino, que tampoco es especialmente buena, su sistema de gremios y de Inquisidores, que pueden torturar a los evasores de impuestos y capitales (parece bastante más útil que ofrecer amnistías fiscales), las intrigas entre nobles y mercaderes, y que, básicamente, los monarcas y sus herederos son una pandilla de inútiles que no saben reaccionar ante la guerra que se les viene encima. Que, según parece, tiene más tintes mágicos de lo que podría parecer en un principio, ya que a lo largo del libro van apareciendo algunos seres sobrenaturales y tiene sus buenas dosis de magia.

A su favor tiene que el señor Abercrombie es un escritor bastante competente, el desarrollo del mundo que ha inventado tiene su gracia, aunque sea un tipo de fantasía desengañada bastante acorde con los tiempos que corren y no se corta un pelo cuando quiere crear un personaje realmente acabado física y emocionalmente como es el caso del inquisidor, que es sin duda uno de los más interesantes.

Por el contrario, si alguien esperaba un poco más de movimiento o de avance de la historia se va a llevar un chasco porque, más allá de presentar a los personajes y en algunos casos, lo que les ha pasado hasta ese momento, poco más sucede, y el libro termina con la marcha de estos hacia tierras lejanas que supuestamente serán un poco más moviditas. Además, y como fallo habitual en la fantasía, algunos personajes pueden resultar bastante tópicos, como el mago jovial que es más poderoso de lo que aparenta, o la esclava permanentemente enfadada. Y seguramente, todo el mundo pensó en House en cuanto se mencionó a un cínico tullido, aunque eso ya debe ser un clásico. Muy disfrutable para empezar una saga un poco más ligera que Canción de Hielo y Fuego pero similar en cuanto a la seriedad del mundo que crea. Y sobre todo, porque lo de las monarquías incompetentes y el castigo por evasión de capitales me ha llegado al alma.


Justin Cronin. The Passage. Esto fue salir del fuego y caer en las brasas: si quedé hasta arriba de un libro largo y que implicaba trilogía, voy y me embarco en otro igualmente largo…y que también es una trilogía, por mucho que se trate de género terrorífico y postapocalíptico. En este caso, un experimento fallido del gobierno para crear supersoldados (¡y venga con los experimentos y los supersoldados! Como se nota que los personajes de estas novelas no han visto muchas películas de serie B) desencadena una epidemia vírica cuyas víctimas se parecen bastante a los vampiros, el fin de la civilización a causa de esta y la supervivencia de los asentamientos humanos unos ochenta años después de la epidemia.

El parecido de los infectados con los vampiros no se queda solamente en la aversión a la luz y la dieta a base de sangre, sino que estos son muy longevos y uno de ellos, una niña llamada Amy que parece tener ciertos poderes, se encuentran con los personajes que protagonizan en libro varias generaciones después de la catástrofe.

El planteamiento es bastante interesante, y los capítulos que dividen las distintas partes del libro, como la presentación de la niña o las referencias al futuro de la humanidad siglos después de lo que pasa en el libro son los puntos fuertes. Pero, como muchas novelas pensadas como trilogías o serie, se hace demasiado larga, se incluyen más personajes de los que se podrían manejar sin que el lector se haga un lío, y tampoco es que interesen mucho más allá de los protagonistas. Y en muchos casos, lo que pretendía ser una novela postapocalíptica original, parece un cruce entre Ojos de fuego de Stephen King y Soy Leyenda. De hecho, los defectos a la hora de escribir y de meter capítulos que no hacen falta me recordaron mucho a King, cosa que no ayuda mucho.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Sinister (2012). Nunca te fíes de una casa barata


Hay cosas que no fallan a la hora de montar una película de terror: casa con historia siniestra, protagonistas dispuestos a pasarlo bastante mal, y, en los últimos años, apariciones que sean más peligrosas que un fantasma atravesando las paredes e ignorando a los personajes. No es que sea muy sutil, pero hay días en los que recursos como estos llaman la atención y se convierten en una buena alternativa para una sesión de tarde.


El argumento de Sinister, por desgracia, se destripa completamente en el trailer, que presenta la historia de un escritor sobre crímenes que en horas bajas, decide mudarse a la casa donde se produjeron los asesinatos que está investigando. Cualquiera que haya visto más de una película de terror sabe que esto es muy mala idea, pero esto no impide que, tras encontrar una caja con cintas de super 8 en el desván que, supuestamente, había sido vaciado por la policía, decide verlas y comprobar que estas corresponden a grabaciones de varios asesinatos cometidos en distintas ciudades hace años, y que en todas ellas aparece una figura extraña y un tanto monstruosa. No voy a decir más por si alguien quiere tener algo de sorpresa en el desarrollo de la historia (y por tanto, saltarse el vídeo), pero la criatura que sale en los vídeos empezará a mostrarse por la casa y empezará a afectar al comportamiento de sus hijos.



El punto de partida de la historia es bastante tópico, porque escritores sin inspiración y lumbreras que se van a casas con historia siniestra detrás las hay a patadas, los personajes secundarios son inexistentes y no ayudan mucho, más allá de cumplir su papel de policías de pueblo que, o bien no se fían, o admiran al novelista. Y la forma de comportarse del protagonista tampoco ayuda: cada vez que está pasando algo raro, no se le ocurre otra cosa que tener la casa medio a oscuras y pasearse por ella sin encender una triste luz por el pasillo, lo que aprovechan todo tipo de sombras para irse apareciendo por la casa adelante…la electricidad va cara, pero si un personaje sospecha que puede haberse colado alguien en su casa, no debería tener tanto miedo a que le suba la factura de la luz.


Incluso hay un par de cabos sueltos que, o el guionista pretende que sean una pista falsa, o directamente se olvidó de ellos, pero el tema de los terrores nocturnos de uno de los hijos no aporta mucho, y solo sirve para incluir un par de escenas con susto gratuito a base de apariciones repentinas y de gritos como si de un screamer se tratara. Sobran algunas secuencias en las que abusan de este tipo de trucos para asustar al espectador, pero vi suficientes películas de fantasmas a principios del 2000 como para quedar inmunizada y estas, aunque es un recurso fácil, no llegaron a cansarme ni a dar la impresión de servir para justificar el precio de la entrada.


No parece que haya muchas cosas buenas que decir sobre Sinister, pero es uno de esos casos raros en los que sí me ha gustado la película, a pesar de sus defectos. Porque lo que tiene a favor es no tener muchas pretensiones, sino contar una historia de fantasmas (además, me habían hablado mal de ella por lo que bajé el listón antes de empezarla) en la que intentan alejarse un poco del tema de las maldiciones para irse por otro camino que, por desgracia, no aprovechan todo lo que deberían más allá de hacer aparecer a los fantasmas correspondientes. Y sobre todo, el final es muy adecuado, cierra por completo la trama y se aleja de los finales felices estándar que incluyen muchas películas de casas embrujadas destinadas a estrenarse en cine.

Un poco predecible y no especialmente original, pero resultona, tiene sus dosis de suspense y me pareció más divertida que The Innkeepers. Eso sí, ya podían haberse currado más al espectro en cuestión porque más que amenazador, parece un fantasmón de carnavales.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Lecturas de la semana I. Esta vez ha tardado


Ha pasado casi un mes desde la última entrada sobre libros, y aunque lea bastante rápido, esta vez me ha costado porque empecé La Voz de las Espadas, y sus 1000 páginas (según recuento del ebook) me han ocupado mucho tiempo. El siguiente que elegí no era precisamente más corto...pero estos dos se quedan para la siguiente entrada, si es que consigo terminar el segundo para final de año, por lo que le toca aparecer a los que me terminé antes de embarcarme en semejante número de páginas.
 

Sven Hassel. Los panzers de la muerte. Con este autor olvidé que pasaba una cosa: es imposible terminar un libro suyo sin enganchar otro después (que al segundo o tercer tomo se frene el ritmo depende de los ánimos o del tipo de lector), y tras acabar La Legión de los Condenados, empecé con el siguiente.

Recordaba estos dos como los mejores de la serie, y de hecho lo son, aunque el primero sigue siendo el que podría pasar por una novela más o menos autobiográfica. En Los Panzers de la Muerte, como ya avisa el autor, recupera a sus protagonistas, que murieron la mayoría en la guerra, y cuenta con más detalle sus desventuras en la campaña de Rusia. La principal diferencia es que aquí desaparece algún personaje que estuvo con el grupo durante la guerra, mata a otros sin intención de resucitarlo, y sobre todo, aparecen los que serían dos de los más conocidos en las aventuras del Batallón Penitenciario: Hermanito y el Legionario.

Aún siendo literatura de entretenimiento, una de las principales críticas que siempre tuvo fue la incongruencia a la hora de tratar a los personajes, que aparecen y desaparecen de un libro a otro…Y aquí se nota a la legua: al principio se menciona que uno de los soldados es arrestado y sobrevive a la guerra. En la última parte, ese mismo soldado muere durante un ataque ruso ¡Eso son cambios de universo y no los de Fringe!

El tono del libro sigue siendo bastante desolador, a lo que también ayuda la situación de los protagonistas en Rusia, el frío y lo poco que se corta Hassel a la hora de describir las atrocidades de un conflicto: las descripciones de batallas con tanques, lanzagranadas y peleas cuerpo a cuerpo, que no desentonarían en un Hazañas Bélicas o incluso en un Call of Duty, se mezclan con capítulos en los que los protagonistas se mueren de hambre, frío, y en los que los aldeanos llegan a estar en peor situación. De hecho, es el último que consigue mantener ese tono por completo, y en el que las situaciones humorísticas o absurdas llegan a ser lo bastante realistas. Los siguientes entran de lleno en lo exagerado, pero….me leí los 14. Eso será porque me gustaron lo suyo.


Jean Ray. Le livre des fantômes. Encontrar hoy novelas de este escritor belga es difícil. Pero encontrarlas en versión digital lo es todavía más, exceptuando Malpertuis y alguna de sus recopilaciones de relatos más conocidas. Encontrar este (la gata. Lo encontró la gata. Yo no infrinjo copyrights) fue toda una alegría, porque me he leído todo casi lo que ha escrito y puedo asegurar que este tipo nunca consigue aburrirme: a Jean Ray no se lo lee por su calidad literaria, sino por su imaginación a la hora de crear situaciones y aprovechar todo lo que él conocía, desde la mitología clásica hasta el folklore popular, para escribir todo tipo de relatos y novelas.

El título no engaña, y este libro es una recopilación de cuentos de fantasmas, aunque también se cuelan otras que poco tienen que ver con los espectros, pero que son sorprendentes: desde restaurantes fantasmas hasta la posibilidad de viajar a otra dimensión gracias a una botella de cognac. Esta claro que este hombre no es M. R James, pero nunca le hizo falta.

lunes, 17 de diciembre de 2012

El Hobbit (2012) De novela corta a trilogía y aún no tengo claro como


El gato también es de los que va disfrazado a los estrenos

Probablemente esto debió ser lo último que tenía pensado hacer, pero he acabo en una sala de cine, un día después del estreno, viendo una de las películas más esperadas del año después de Los Vengadores. Y es que la vuelta a Tolkien de Peter Jackson tira, y el saber qué demonios ha hecho para poder convertir un libro de doscientas y pico páginas en una trilogía de unas nueve horas en total.


Según El señor de los Anillos fue una obra extensa y difícil de adaptar, que necesitó cada segundo (y por desgracia para muchos, tuvo que quedarse fuera Tom Bombadil), el Hobbit es todo lo contrario: hoy se referirán a él como “una precuela”, pero en realidad es un cuento entrañable en el que Tolkien empieza a presentar la Tierra Media y en el que las aventuras de Bilbo Bolsón, el hobbit al que a su pesar, contrata una compañía de enanos para que los ayude a recuperar su montaña y su tesoro de un dragón, están todavía lejos del Anillo, Sauron y toda la épica de la trilogía principal. Sin embargo, se disfruta igual, sigue siendo un libro muy querido por muchos, y sobre todo, empieza a perfilarse con algo tan simple como un anillo con poderes y las referencias a nosequé nigromante, la saga que vendría después.

Lo primero que me sorprendió de la película fue la sala del cine. Recién estrenada, en una sesión de tarde, y la sala medio vacía. No me quejo de esto porque ya tuve suficientes críos maleducados y frikis emocionados en Los Vengadores, pero parece que la subida del cine se ha notado más de lo que debería, y ni ofrecer tres horas de película sirve para que la gente desembolse ocho euros y pico.



Lo segundo fue, precisamente, el haber conseguido convertir El Hobbit en trilogía…o, bueno, esto no es muy difícil, porque he visto cómo el primer libro de Harry Potter daba para dos horas y media, pero hacer que una película sea entretenida durante sus tres horas, ya lo es más. Los guionistas contaban con la suerte de tener a Tolkien detrás planificando todo lo que pasaba en la Tierra Media y esto les ha servido para añadir a la trama de la montaña de los enanos y el dragón, la aparición de una figura que por lo que los personajes cuentan, puede ser mucho más peligrosa que el anterior. También han optado por añadir unas cuantas referencias a El señor de los Anillos, como el último cumpleaños de Bilbo, un cameo de Frodo e ir presentando la película como la primera aventura del hobbit.


No sé si son cosas mías pero este Gollum parece un mochuelo

Incluso se han incluido las canciones, que En el señor de los Anillos no habían aparecido y fue una de las mayores protestas. Aquí está justificado tanto por necesitar metraje como el que en realidad esta sea una historia mucho más pequeña y menos dramática, y que unos personajes tan fiesteros como los enanos no se cortarían en hacer un número musical en cuanto pudieran (curiosamente, ninguna de las estrofas incluía la palabra “oro”).

El apartado técnico es todo lo que podía esperar…y a día de hoy ya cuesta mucho sorprender al público en su día El señor de los Anillos aprovechó al máximo la tecnología de la que disponían y el Hobbit no iba a ser distinta, por lo que no solo los escenarios y la aparición de los orcos van a ser un despliegue de medios, sino que hasta las secuencias en las minas tienen tienen profundidad y un nivel de detalle que me parece hasta excesivo. Dirán que ha sido rodada a nosecuantos fotogramas por segundo, que es algo revolucionario en cuanto a técnica…pero hace unos años también estrenaron una película en 3d con mucho éxito y no era otra cosa que Pocahontas con alienígenas azules. Por suerte no es el caso, y aunque extensa, han intentado aprovechar toda esta técnica para contar una historia y si es posible, aumentarla. Debería haber sido más corta, pero también es cierto que esos 170 minutos se me hicieron muy llevaderos. Y eso que con El retorno del Rey salí con el trasero cuadrado del cine.


De nuevo, con los efectos especiales, parece que se han olvidado de la caracterización, y aquí se ha notado en la aparición de los enanos: la mayoría parecen los propios del género fantástico, con su aspecto achaparrado, las calvas y las narices de patata, pero otros, tan estilizados (especialmente Aidan Turner, que hizo de vampiro en Being Human. Y el mozo se gasta 1.80) parecen elfos por mucho que la cámara intente hacerlos más pequeños en comparación con Ian McKellen.


¡Va por vosotras, chicas!

La reinvención a trilogía de El Hobbit se cierra con el final de una batalla y la primera aparición del dragón, al que de momento poco se ha visto pero que en la segunda y tercera parte, le pondrá voz Benedict Cumberbatch. Teniendo en cuenta que este se encargará también del papel de Nigromante, espero que a nadie se le ocurra hacerlo aparecer en pantalla o de lo contrario, entre su papel de Sherlock y este último, las fangirls no darán abasto.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Remains (2011). Steve Niles debe estar muriéndose de vergüenza



Cuando a un guionista de comics le compran los derechos de una obra para adaptarla al cine debe ser un golpe de suerte. Cuando se los compran para adaptarlos al cine de serie B tirando a Z, no tanto. Y a Steve Niles le han pasado los dos casos: en su día se hizo una película basada en 30 días de Noche que llegó a estrenarse en salas. Y el año pasado, se hizo otra de su historieta de zombies, que no ha tenido tanta suerte.




Remains era una miniserie de 4 números no tenía más pretensiones que contar una historia autoconclusiva, con zombies a lo bestia, un par de personajes protagonistas, y una completa falta de pretensiones que recordaban muchísimo a las películas de serie B: el punto de partida era una excusa para que aparecieran un montón de zombies radiactivos, así tal cual, que evolucionaran, hablaran, y hasta contaran con un jefe zombie (o Lich. Hm…¿hay Lichs radiactivos?). Todo con mucho humor negro porque semejante guión es difícil llevarlo más en serio.



No sería muy difícil convertir el cómic en una película, por poco presupuesto que esta tuviera, porque con tres personajes protagonistas en total, unos cuantos decorados y los paisajes desolados de Reno hubieran dado el pego. En esta versión, o bien se olvidaron del presupuesto limitado, o les dio por rizar el rizo, porque solo consiguieron complicar una historia que hubiera funcionado perfectamente a base de meter personajes y tramas nuevas que además de no estar bien llevadas, solo sirven para desperdiciar el escaso presupuesto y que la película tenga un acabado bastante cutre. Pero no cutre en el buen sentido, como podían ser las de los ochenta con sus decorados y monstruos de goma, sino cutre de siglo XXI, es decir, con escenarios hechos con chroma que cantan a la legua y efectos infográficos penosos. Un auténtico cutrerío sin alma, vamos.



A grandes rasgos, la versión adaptada sigue lo que se plantea en el comic: un proyecto de desactivación de armas nucleares sale mal y provoca una explosión que acaba con la mayor parte de la población, convirtiendo al resto en zombies, y de la que solo se salvan en un casino de Reno, los protagonistas, un tipo un tanto pringado y una camarera tirando a borde. Se le añaden dos personajes más, un tipo bastante desagradable y que cambia de bando varias veces durante toda la película, y un trabajador del casino que debe ser el que tiene más sentido común durante la primera parte del metraje. Aparecen también una banda de militares, que aunque se trataba de una trama separada del comic, aquí deciden juntarlos, para desgracia de los protagonistas, y seguramente porque así se ahorraban un poco más en secuencias y escenarios. El tema del jefe de los zombies desaparece por completo, y estos se limitan a evolucionar sin motivo aparente, o más bien, volverse más rápidos y más listos que el resto de zombies. Y que el resto de personajes, también.

Este es el principal fallo de la película, porque la aparición de estos no aporta mucho a la historia en sí, y provoca un sinsentido a mayores en una película que ya no era muy buena de antemano. Además, los dos personajes a mayores hace que los dos principales queden un poco dispersos, y que nunca se sepa de que palo van. El protagonista se pasa la mitad de la película siendo más tonto que un zapato, y su contrapartida, aunque borde, es la que tiene dos dedos de frente. A partir de la última media hora, esta se vuelve una zorra implacable capaz de acabar con quien se le ponga por delante. Todo ello, porque sí, sin que halla una evolución de personajes que, a una película de este calibre, tampoco le iba a pedir. Pero un poco de lógica en lo que el guionista está escribiendo, nunca viene mal.



Fulci, vuelve y dales unas lecciones sobre como hacer buenas malas películas de zombies.

El presupuesto tampoco es que vaya a su favor. En un principio consiguieron una iluminación un poco fuerte, y muy parecida a los colores del comic, que iba bien con la historia de explosiones y desiertos nucleares. La falta de medios también ayudó para que la ciudad que aparecía pareciera bastante cutre y desvencijada, sin casinos de lujo ni afluencia de turistas. Pero las infografías son atroces, y aunque puedo entender que no quede más remedio que utilizar un efecto no muy bueno para hacer una panorámica de una ciudad en ruinas, si no hay dinero para hacer algo en condiciones, lo último que se debe hacer es incluir explosiones, porque las del final deben ser las peores que he visto en mi vida: hay videos caseros en los que las llamas superpuestas dan menos el cante que en esta. De los zombies, ya no digo nada: unos cuantos pegotes en la cara de los figurantes, a correr y que no los enfoquen mucho, que se nota.

Aunque cuando salió la noticia, algunas páginas de noticias se hicieron eco de la adapción de Remains al cine, después se habló muy poco del tema. Viendo el resultado, no me extraña nada. Y seguramente, Lance Reddick todavía debe estarse arrepintiendo de haber aceptado el papel como jefe de los militares. Por suerte para él, la película fue horrible, pero su aparición en ella, bastante corta.

lunes, 10 de diciembre de 2012

A Fantastic Fear for Everything (2012). Una comedia. Creo. De humor negro. Creo, también.


Minino con menos ganas de salir a la calle que yo en un lunes.

Una película con Simon Pegg como protagonista siempre es un punto a favor. Durante su carrera ha sido Tim Bisley, el dibujante de comics amargado de Spaced, Shaun de los muertos en la película del mismo nombre e incluso hubiera sido un fantástico Scott Pilgrim, de no ser porque era un poquito mayor para el papel. Durante una temporada intentaron llevarlo al lado oscuro y convertirlo en una especie de Hugh Grant entrañable, con algunas comedias románticas estadounidenses como Run Fatboy Run, pero por suerte, duró poco y volvió al género, o más bien, al estilo de cine donde se luce mejor: el género fantástico y la comedia rara.

Y es que, además de dársele bien los papeles de freak y de tipos un tanto inadaptados, Simon Pegg tiene una gran vis cómica. Es muy expresivo, sabe moverse y dar saltos de una forma muy particular de modo que verlo asustado, o pintando la mona, hace que siempre resulte gracioso y no cargante como puede serlo Jim Carrey y otros cómicos más especializados.



En A Fantastic Fear for Everything aprovecha esto todo lo posible, porque la mayoría del metraje son monólogos suyos y secuencias en las que aparece completamente solo, dando vueltas por un piso antiguo, aterrorizado de una forma que solo puede resultar graciosa: el protagonista es un escritor de libros infantiles que ha decidido preparar un ensayo sobre los crímenes victorianos, y desde entonces, ha desarrollado un miedo patológico a los asesinos. Teme que alguien se haya colado en su casa, las llamadas telefónicas lo asustan, y por la calle se dedica a analizar las tendencias psicópaticas de la gente a partir del tamaño de su cráneo, como hacían los primeros tratados de criminología. Además, tiene un pánico atroz a las lavanderías, y la cosa se complica cuando su agente le concierta una cita con un editor, y el protagonista no tendrá más remedio que llevar a limpiar algunas piezas de ropa si quiere estar presentable para la reunión.



Si la historia es rara, la forma de llevar el argumento lo es todavía más. Empieza con el protagonista dando vueltas por su casa, medio escondido, medio intentando descubrir a los asesinos que se esconden en los sitios más insospechados (no sé para qué, porque el pobre está cagado de miedo). En unos pocos diálogos, se sabe de sus anteriores libros infantiles, de su miedo a las lavanderías, y como, por el tema de la reunión, tiene que acudir a una. A partir de ahí, la historia se irá volviendo cada vez más marciana, y el tema del viaje a la lavandería servirá para descubrir la historia del protagonista, y de paso, que este se enfrente verdaderamente a un asesino en serie. O al menos, a alguien que se esfuerza en serlo.


Además del guión, la forma de rodar es otro tanto: el protagonista vive en el East End, y el barrio aparece siempre con luces ocres, edificios un poco vintage, aparatos y muebles típicos de hace treinta años y algunos elementos típicos de la zona, como las lavanderías de los vietnamitas o la pinta propia de los habitantes del barrio. Gran parte de la película son las ideas del protagonista, por lo que se apoyan mucho en flashbacks e incluso en secuencias de animación cuando este se pone a narrar uno de los cuentos infantiles que ha escrito. Esto es practicamente lo mejor de la película, porque se nota que han dedicado mucho tiempo y cuidado a la estética y a que esta concuerde con el guión.



¿Humor negro o Nightmare Fuel? Cosas veredes, Sancho...

El guión, en realidad, no parece especialmente gracioso. Hay unas cuantas risas en lo que corresponde a Simon Pegg, sus caras de pánico absoluto y sus botes por toda la casa. Pero la historia en muchos casos parece una película de David Lynch el día en que a este se le ocurrió filmar una comedia, o más bien, una historia de Edgard Gorey, con sus muertes y su humor negro, un poco más suavizada y surrealista.

Si se busca una comedia normalita, A Fantastic Fear for Everything no es lo más recomendable. Pero sí lo es como una película distinta, del estilo que pudieron ser Repo, The Genetic Opera o Bunraku…Salvando las distancias, claro.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Los tres mosqueteros (2011). En teoría, todo mejora si tiene dirigibles

Una película protagonizado por él me parecería más interesant...ah, espera. El gato con botas también la he visto

Cuando se trata de obras clásicas, suele haber más adapciones al cine que longanizas. Y si son piezas muy conocidas y adaptadas hasta la saciedad, también hay alguna versión extraña o rompedora. A los Tres Mosqueteros no les podía faltar su cuota, y aunque hoy no es una ambientación que esté muy de moda, decidieron probar suerte añadiendo la correspondiente tanda de efectos especiales y unos cuantos actores conocidos pero que no disparaban el presupuesto.

 

El responsable de estos nuevos Tres Mosqueteros es Paul W. S. Anderson, el director casado con Milla Jovovich y que nunca falla en ninguna de sus películas (generalmente, enseñando las rodillas y pegando saltos). En su momento tuvo alguna cosa interesante, como fue Horizonte Final, pero hoy se lo conoce por sus secuelas periódicas de Resident Evil en las que su señora esposa interpreta a un personaje más importante que los protagonistas del videojuego.




La intención de Los Tres Mosqueteros sería, seguramente, ofrecer una versión actualizada de los personajes de Dumas, igual que hizo Guy Ritchie con Sherlock Holmes, lo que según su idea, implica meter peleas a ritmo de videojuego y unas cuantas maquinarias anacrónicas a un guión que se parece, no mucho, a la trama de la novela: el joven D´Artagnan llega a París con intención de hacerse mosquetero, conoce a Athos, Portos y Aramis, y poco después, con ellos tendrá que conseguir el collar de la reina, que está en Inglaterra con el amante de esta, antes de que Luis XIII quede como el mayor cornudo del reino. La novela tiene más cosas, pero para adaptarlo a una película de hoy, se quedan con lo básico, que incluye también a Milady De Winter y Richelieu. Bueno, y también al criado Planchet, que lo utilizan unicamente para tratarlo como un zapato en situaciones que intentan ser humorísticas.

El original era una novela por entregas de capa y espada, por lo que los añadidos vienen a la hora de organizar las peleas, y sobre todo, con el mcguffin que se inventan para incluir unos dirigibles en pleno siglo XVII: la película empieza con los tres mosqueteros y Milady yendo a robar unos planos de un dirigible diseñado por Leonardo Da Vinci, en una cámara más llena de trampas y flechas que una pirámide egipcia. Es aquí cuando la espía empieza a lucirse como solo la Jovovich sabe…porque efectivamente, en esta película ella no podía faltar, haciendo su papel típico: estar mona, ser atlética y peligrosa.

Ya con los dirigibles de por medio, a los que les va a dar mucho uso, van apareciendo el resto de personajes, adaptados de una forma que presuntamente quiere ser moderna, pero queda bastante ridícula. Especialmente en el caso de Luis XIII, que pasan a convertirlo en un adolescente obsesionado con la moda y que no se atreve a decirle a su mujer que le gusta…Así, tal cual, como queda explicado en una escena en la que habla con D´Artagnan sobre ello como si fuera un adolescente del siglo XXI (o de una comedia romántica cualquiera). Con este reparto, es normal que Richelieu siempre salga bien parado: tendrá en medio todo eso de los diamantes y de pretender hacerse con el control de Francia, pero es imposible verlo como un malo al uso, sino más bien como el Patricio de Ankh-Morphork: con semejantes mantas que el país tiene como gobernante, es él el que mantiene todo funcionando. Además, con el resto del reparto que hay, Christoph Waltz cumple bastante bien: puede no ser un gran actor, pero se ha acostumbrado a estos papeles de antagonista tirando a cómico, que no llega a tomarse mucho en serio.


Del resto de actores no se puede decir lo mismo: sale Orlando Bloom, como Buckinham, pero muy poco y con un corte de pelo supuestamente moderno que parece el del conserje de Aquí no hay quien viva. Los mosqueteros son actores que suelen trabajar mucho como secundarios, o en el caso de Ray Stevenson, en televisión o alguna serie B, y aguantan bien el tirón, pero tanto D´Artagnan como Constance son completamente nulos, más allá de unas expresiones muy básicas. Aunque el guión tampoco es que de mucho de sí, francamente. La realización es más o menos la que suele usar Paul Anderson en la mayoría de sus películas de acción: peleas, y sobre todo, peleas bullet time o que en alguna ocasión, son copiadas de secuencias que hoy son famosas, como la primera lucha de los espartanos en 300: la copiaron en Inmortales, y ahora la copia él con la correspondiente escena de pelea de su mujer.



Y con esta secuencia empezaron los últimos días de la creatividad en el cine occidental.

Estos tres mosqueteros puede que intentaran ofrecer una versión más moderna y entretenida para el público general que la novela que los inspiró, pero el resultado son unos dirigibles steampunk encajados como se pudo, unas peleas increíbles (en el mal sentido), y una historia muy simple que, por exceso de simplificación, no engancha aunque se esfuerce. Si aguanté la película fue porque después de comer, con la digestión no se presta mucha atención a lo que esté saliendo en la pantalla.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Luces Rojas (2012). Cuando desenmascarar mediums se pone peligroso


Cuando una película trata de investigadores de lo paranormal, por científicos o escépticos que estos sean, el género que le corresponde a esta es el terror, o como mucho, el misterio. Pero de vez en cuando aparece la excepción que confirma la regla, y la diferencia de Luces Rojas es que ha sido filmada de una forma más cercana al thriller o a la investigación judicial que al suspense.


Esta cuenta la historia de dos profesores de universidad que se dedican a la investigación parapsicológica con la intención, en la mayoría de los casos, de desmentir cualquier fenómeno paranormal, especialmente a los mediums y psíquicos. Las alarmas saltan cuando un popular mentalista, tras varios años de retiro, vuelve a los escenarios y pese al interés del protagonista en estudiarlo, su jefa se niega repetidamente. Con este vuelven a aparecer las sospechas acerca de sus poderes y cómo estos pueden afectar a quienes intentan desmentirlos: infartos, accidentes y demás situaciones hacen que los personajes duden si se trata de un fraude realmente bien orquestado o si este es el único responsable, y sabe como utilizar su poder para deshacerse de sus enemigos.



La película tiene un ritmo muy pausado, la primera parte de esta se dedica sobre todo a presentar el modo de investigar de los protagonistas y sobre todo, sus objetivos, que suelen ser quienes se hacen pasar por mediums. La investigación de una casa supuestamente embrujada, la materia que imparten en sus clases (entre otras cosas, explicar los trucos que se utilizan en las sesiones de espiritismo) los piques con el departamento de parapsicología, que son mucho más crédulos, y la incorporación al equipo de una nueva investigadora sirven para mostrar la relación de los dos personajes principales, un jefe y su ayudante que se respetan y aprecian tras años de trabajo, y en cierto modo, los motivos de estos para haber elegido ese campo de investigación. De paso, también sirve para explicar los reparos de la profesora, que interpreta Sigourney Weaver, para no querer investigar de nuevo el caso del psíquico, y que la intención de los protagonistas por probar en lo que creen se vuelva mucho más personal que un estudio rutinario.


Del reparto no hay queja: los actores que eligieron son de primera categoría, y sorprende ver en este estilo de historia a Robert De Niro y Sigourney Weaver. Cillian Murphy demuestra que puede salir en una película sin hacer de psicópata, y consigue que tanto su expresión como sus (ejem, fabulosos) ojos azules den la idea de alguien que parece esconder algo a primera vista pero que no tiene por qué ser peligroso. Empieza a verse por ahí a Elisabeth Olsen, la hermana pequeña de las famosas gemelas, aunque su papel no es que aporte mucho más de ser la chica del grupo. E incluso algunos actores que aparecieron en series británicas como personajes regulares en Torchwood o Being Human, en papeles muy cortitos pero que supongo que sirven también para pagar facturas.

La realización es bastante peculiar sobre todo por los vestuarios y la estética que utilizan: salen aparatos básicos de hoy como los móviles y los portátiles, pero practicamente son para recordar la fecha en la que se ambienta la película porque el resto parece muy anterior: los aparatos para interceptar señales de radio y descubrir fraudes, el aspecto del departamento e incluso los colores que usan en gran parte de la película, pardos, apagados y en muchos casos, aprovechando el color rojo al que se refiere el título. Incluso el vestuario de todos los personajes, incluso los estudiantes, es bastante anacrónico y no parece especialmente moderno (o esto último igual son cosas mías y resulta que es como se están vistiendo ahora los universitarios hipster).


Momento fangirl patrocinado por Barrilete Cósmico

Lo que más falla es a la hora de conectar a los protagonistas con la situación a la que se están enfrentando: intentan explicar las motivaciones y temores de estos, pero por mucho que intente ponerlo claro, da la impresión que la investigación y sus reacciones son demasiado exageradas para dedicarse a algo tan supuestamente poco grave como un tipo que haga creer a los demás que tiene poderes, y cuando estos empiezan a correr peligro, resulta todavía más chocante, y en vez de entender por lo que están pasando, parece que todos han sacado las cosas de quicio.

Además, tratándose de una historia sobre investigaciones, optaron por darle a la última parte un tono de drama de juicios, con alegato final incluido, que junto al giro final, queda un poco extraño. Y otra cosa en la que normalmente no me fijaría, pero la banda sonora no pega allá muy bien: en más de una ocasión se marcan unos golpes de efecto que parecían haber sido compuestos para una película de terror típica y no para un thriller. En total, la hora y cuarenta se hace un tanto larga, y ni el ritmo pausado de la película ni el fallo a la hora de desarrollar el guión ayudan, pero por suerte cuenta con un reparto que se defiende bien y al menos, la estética resulta agradable a la vista.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Junji Ito: espirales, horrores varios, y un par de gatos deambulando por un apartamento



Minino, vete vistiéndote que nos vamos al Lejano Oriente

Esta semana está siendo muy rara. Empecé escribiendo sobre un musical, y acabo con una de las cosas que menos me atraen, como es el cómic japonés. Como en cualquier tipo de estilo, hay de todos los géneros, pero visto desde fuera, es un tipo de comic y animación que parece consistir en robots gigantes pilotados por adolescentes, o por adolescentes con uniforme escolar viviendo tremendas cuitas amorosas…sí, también están Arale y sus cacas, pero eso es un clásico de los ochenta, y como tal, lo respeto profundamente. Es por esto por lo que me sorprendió un montón descubrir que también había mangas de terror que pudieran llegar a gustarme tanto como los trabajos de Junji Ito…sí, también conozco las viñetas de Hideshi Ino, pero lo de este último me da mal rollo hasta a mí, por lo que me quedo con los comics del primero, que son pura y simplemente, género de terror del bueno. Es más, terror del que podría gustarle a cualquiera que no le atraiga el manga.


En la imagen superior: mi primer día de colegio, imaginado la noche anterior

El cómic más popular de Ito es Uzumaki, que se publicó en España y no he leído porque, por aquello de estar disponible en papel, espero poder ver sin tener que recurrir a la pantalla del ordenador. A grandes rasgos, cuenta la historia de un pueblo donde empiezan a aparecer espirales y que comienzan a obsesionar a sus habitantes. El punto de partida es un poco extraño, pero cuando se le encuentran las similitudes con El color que cayó del cielo de H. P. Lovecraft, o incluso ilustraciones como estas, se empieza a pensar que esto de los muelles y las espirales no va a ser tan gracioso como parecía.



Gyo es otra de sus series más largas, con dos tomos para contar lo que podríamos considerar como una historia de zombies. De zombies, del fin del mundo, y hasta de situaciones que no tienen nada que envidiarle a Clive Barker: los protagonistas descubren una criatura muy extraña surgiendo del mar, nada menos que un pez, hinchado por la putrefacción, que se desplaza velozmente sobre patas mecánicas. Poco después, más seres marinos en las mismas condiciones empiezan a aparecer, y entre los descubrimientos que van haciéndose (entre otros, que se debe a la fuga de un arma biológica de hace cuarenta años), estas criaturas tienen la intención de contagiar sus condición a todos los seres vivos. En unos pocos días, la gente comienza a contraer una enfermedad en la que se hincha, y de la nada aparecen unas patitas mecánicas que por lo visto, utilizan como combustible los gases de dicha putrefacción.

La trama es sorprendente, y lo que más me asombró fue precisamente el encontrarme no solo este tipo de guión, tan trabajado, sino que los personajes tuvieran un transfondo, profundidad e incluso miedos muy similares a los que podrían tener personajes creados en Occidente. Además, el dibujo también fue una sorpresa agradable: frente a las típicas líneas claras, sin rasgos de los personajes, y la ausencia de fondos, me encuentro con unos monstruos dibujados con un detalle increíble, y en los que el autor no se corta a la hora de esmerarse pintando viñetas realmente grotescas.


Que alguien llame a Supernanny

El resto de su trabajo suelen ser historias cortas, que aparecen recopiladas en varios tomos, y que en algunos casos como la estudiante Tomie o Souichi son niños bastante peligrosos y un tanto siniestros, aunque en el caso de este último, tiene grandes dosis de humor negro y es uno de mis personajes favoritos. Las historias independientes son muy variadas, y en muchos casos recurre al absurdo de situaciones que, aparentemente no tienen explicación. Puede haber alguna historieta de fantasmas más clásica, pero en muchos casos, se trata de tramas muy kafkianas, desde epidemias extrañas en las que la gente acaba paralizada en el lugar donde cometió algún crimen o un error grave, o en la que aparecen criaturas muy raras que, más allá de lo inquietante del guión, no van a tener explicación posible. De todas formas, la falta de lógica en muchos casos es lo que hace que las historias den miedo.


Chaval de la izquierda, exactamente igual a los otros cincuenta protagonistas de sus comics

Por desgracia, Junji Ito tiene un gran problema a la hora de dibujar: los monstruos, los escenarios y los personajes deformes se le dan muy bien, pero tiene el mismo defecto que la mayoría de dibujantes del país, y es que todos sus personajes principales, que suelen ser gente joven, se parecen unos a otros. En más de una ocasión he tenido que repasar las páginas para enterarme si un personaje es el protagonista, su compañero de clase, o incluso la novia de algunos.

 


A su favor tiene no solo sus buenos guiones y su habilidad a la hora de dibujar monstruos, sino que le gustan los gatos, y ha dedicado una historieta a su vida cotidiana con su mujer y sus dos felinos, en la que estos aparecen dedicándose a cosas tan gatunas y amenazadoras como perseguir hilos, destrozar muebles, y mirar a sus propietarios como si estuvieran planeando algo realmente malvado.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Cabaret (1972). Canciones, drama...y unos cuantos nazis al fondo


Películas que he visto cantidad de veces hay unas cuantas, y el que me sepa la mitad de los diálogos de Conan el Bárbaro lo demuestra. Pero que haya visto tantas, y que sean mi preferida, solo hay una, y esa es nada menos que…un musical. Sí, la película favorita de una aficionada a los gatos, los zombies y a las novelas de fantasía o de dudosa calidad literaria es Cabaret, un drama musical de romanticismo, ambigüedades y referencias históricas. No sabría decir por qué me fascina tanto esta película, si por las actuaciones, los personajes, lo que cuenta o la forma de contarlo. Seguramente sea una rareza como tantas hay en el mundo.



Más que narrar una historia en concreto, Cabaret es la historia de varios personajes y de un momento histórico muy concreto, el del Berlín de los años 30, apenas sin recuperarse de la última crisis mundial, en el que se mueven todo tipo de gente, desde los primeros miembros del partido nazi, hasta quienes intentan ganarse la vida como cazafortunas o aristócratas ociosos. En concreto, los protagonistas, Brian y Sally, se conocen tras la llegada de este a Berlín para ganarse la vida como profesor de inglés. Un poco sorprendido por el carácter fantasioso y extravagante de la cantante, irá conociendo al resto de personajes. Algunos de ellos realmente dignos de simpatía, como sus primeros alumnos, después amigos, que cuentan con su propia trama. Otros, no tanto, como Maximillian, un noble caprichoso y con tendencia a aburrirse de la gente. Y algunos, aunque no llegan a implicarse en el argumento, tienen peso propio, como el Maestro de Ceremonias del cabaret, un presentador sarcástico y un poco ambiguo que presenta unos números musicales muy relacionados con lo que va pasando en la película.



Sobre Cabaret hay mucho que decir: no es una película plana, a nivel de argumento, sino que intenta presentar en todo momento la relación entre lo que viven los personajes y el momento histórico en concreto, como el progresivo ascenso del nazismo al poder. Los números musicales son inmejorables…y además de estar dentro de la lógica de la película (que se canta y se baila en el cabaret, no en la calle, campos), están preparados de forma que tengan un aspecto un tanto sórdido y no muy profesional, como un espectáculo de segunda fila y no una coreografía perfectamente ensayada y correcta. Otro tanto para la estética y ambientación, muy teatral dentro del cabaret, en el que no se cortan en muchos casos de utilizar un plano fijo o a un figurante completamente estático en más de una escena, y con un aspecto realmente vintage que ya quisieran conseguir muchas películas de hoy. O más bien, no, por que los años treinta que intentan presentar con la escenografía son realmente sórdidos: los colores son muy apagados, tirando a pardos. El vestuario tiene pinta de haber sido usado miles de veces y el maquillaje de las bailarinas es completamente exagerado y un pelín siniestro.

 

Si alguien no reconoce esta canción, es muy probable que haya vivido los últimos cincuenta años escondido dentro de una caja de galletas.

En la mayoría de números musicales Liza Minelli se luce, especialmente con su personaje de Sally Bowles: una chica que se gana la vida como cantante, y que, hasta que no tiene más remedio que enfrentarse a la realidad, vive en su mundo de fantasía. Cree que triunfará en el cine (solo tiene que ser amable con unos cuantos productores, claro), que es una mujer fatal que maneja a los hombres a su antojo…viendo el desarrollo de la película, es normal que el personaje vuelva a comportarse de esa forma en cuanto le es posible. En el resto del reparto está Michael York, que también apareció en un montón de películas en los 70 y 80, Marisa Berenson y un par de actores alemanes como secundarios. Ninguno de ellos canta que yo sepa, pero tal y como está planteado el guión y las actuaciones, no es necesario, porque en realidad su trabajo es exclusivamente dramático y no musical.

 


Ese bigotillo y esa expresión ladina no preludia nada bueno

Aún sin explayarse más con ellos, es imposible hablar de Cabaret sin recordar el trabajo de Joel Grey como Maestro de Ceremonias. Un personajillo menudo y sin una gran voz, pero que se encarga de animar las presentaciones del cabaret y de paso, dejar claro que por frívolo que sea el Kit Kat Club y que prometan hacer olvidar los problemas, son bien conscientes de lo que sucede fuera. Un simpático número de baile, en el que los bastones y sombreros hongo de las chicas (y del propio Maestro de Ceremonias. Que por cierto, tiene unas piernazas envidiables) se convierten en cascos y armas de un desfile militar. Personajes guía y narradores en los musicales ha habido muchos, ahí tenemos a Ché en Evita, o al Grave Robber de Repo! The Genetic Opera, pero muy pocos como el especialista de variedades y desvergonzado interpretado por Joel Grey.



De Cabaret puede decirse que es un musical para quien no le gustan los musicales: las actuaciones están dentro de un contexto muy concreto y la historia está narrada y dialogada, no cantada. Bueno, y seguramente a los fans de este género también. Si me ha gustado a mí, ¿qué decir para recomendarla?

jueves, 22 de noviembre de 2012

Lecturas (francófonas) de la semana. Hoy, monográfico belga



Esta semana no va de libros franceses, sino del país de al lado. Que aunque compartan idioma en algunas zonas, no se toman muy bien esto de las confusiones. En concreto, este señor es también uno de mis escritores favoritos, como H. P. Lovecraft, e igual que este, solo lo he mencionado de pasada.




Es de estos señores que siempre se recuerdan viejitos

Como sobre la historia de Jean Ray se puede consultar cualquier página o wikipedia, y que por cierto, es bastante divertida (incluye desde penas de cárcel hasta trabajos de marino y contrabandista. Encima le daba tiempo de escribir y todo), diré que él mismo no se cortaba en añadir datos un tanto aventureros y que, junto a su forma de escribir, hicieron de él todo un personaje. Bueno, y que la época de sus libros va aproximadamente de los años veinte a los cuarenta, por aquello de dar una idea de la época y ambientación en caso de que no haya ganas de mirar más páginas.



Entre esto, y el Telegato, más que fantástica, debe ser un sitio muy raro

Es más, el género que acabó eligiendo para escribir fue el terror, o más bien el fantástico, o…bueno, esa cosa que los franceses llaman fantastique y que engloba cualquier relato que no sea abiertamente de fantasía épica y que incluya elementos sobrenaturales. También es cierto que, aunque muchos de los escenarios que utilicen sean un tanto góticos, los escritores del continente siempre tuvieron un poco más de humor negro y fueron un pelín más pícaros que sus contrapartidas británicas. Jean Ray no era una excepción, y en sus libros los hay en buenas cantidades.


Llamarlo escritor es más por su profesión que por arte, porque nunca fue una persona que cuidara mucho el estilo de su narración,historias: casi todo iba destinado a revistas o a ser novelitas de a duro, de ahí que la mayoría sean relatos cortos, que los haya a montones, y sobre todo, que lo que le interesase fuera contar una historia que fuera lo más imaginativa y atrayente posible. Eso se le daba francamente bien, y lo que más se recuerda de él es su inventiva y variedad, porque no se cortaba en aprovechar para sus relatos todo lo que había conocido: desde elementos de la mitología clásica hasta monstruos más populares como los vampiros, e incluso se atrevió con cosillas más propias de la ciencia ficción como los teoremas matemáticos y las dimensiones paralelas. Eso sí, tratándose de literatura fantástica, el tratamiento de estas últimas no era precisamente serio y riguroso. Pero era divertido como él solo.

Su forma de escribir lo hace muy distinto de otros escritores de la época como pudieron ser H. P. Lovecraft, no solo por temas y estilo (aunque a este último también le gustaba la mitología en sus primeros tiempos), sino por la forma de desarrollar los horrores que puedan encontrar sus personajes: si los personajes de Lovecraft son estudiosos tirando a apocados, los de Jean Ray son en su mayoría marineros curtidos, detectives o gente del hampa que no dudan en llenar de plomo la barriga de un vampiro o estamparle una barra de hierro en los morros de cualquier monstruo. Aunque no dude en aprovechar el tema de las atmósferas y los escenarios para sus relatos, no hay amenazas imposibles, sino que estas son bastante corpóreas, y como tales, siempre es posible enfrentarse a ellas. Igual es por eso por lo que en ninguno de sus libros falta una escena de cenas o comidas en las que los menús son contundentes y perfectamente descritos. Tampoco sé si esto se debe a que muchos cuentos son narrados por su protagonista en una reunión, o que al escritor le gusta comer.


Seguramente su libro más famoso sea Malpertuis, que hasta tuvo su propia película (que sigo teniendo pendiente), y en el que le da una vuelta de tuerca muy suya a la novela gótica, y sobre todo, al tema de las casas encantadas. En cuanto a relatos, hay de todos los gustos y en cada antología, que también tiene varias, no debe haber menos de quince, aunque seguramente el mejor, y el más variado, sea Los 25 Mejores Relatos Negros y fantásticos. Las novelitas de Harry Dickson son un caso aparte y, como todavía tengo unas cuantas por leer, seguramente les correspondan más párrafos en una entrada.

Fuera de las librerías de segunda mano, y allí no quedan muchos ejemplares, es imposible encontrar nada de Jean Ray en una librería: lleva muchos años sin ser reeditado y aunque en Bélgica sí están publicando algo, no es el caso en España. Por suerte, como en otros casos, mi gata también ha encontrado por ahí casi todos sus libros por lo que todavía podré disfrutar de sus cuentos una buena temporada.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Red Dwarf X. Volviendo para bien



Después de una temporada muy larga sin ellas, las series vuelven a aparecer por el Barrilete. Y en concreto, una de las primeras series que pude ver gracias a Internet y que de no ser por el Doctor Who, sería mi producción de ciencia ficción favorita. No es muy difícil, cuando uno de los personajes es nada menos que la evolución del gato doméstico.



Red Dwarf se había quedado en suspenso en 1999 y sin pintas de volver, hasta el 2009, y seguramente por el éxito que estaba teniendo la vuelta del Doctor Who, Doug Naylor, el guionista que había quedado a cargo de ella, decidió volver con una miniserie bastante desastrosa. Tres años después, y seguramente también por el ya exitazo que ha tenido el Doctor Who en todo el mundo, la nave Enano Rojo volvió a aparecer en la tele, sin complicarse la vida como hicieron en la anterior miniserie, y ofreciendo lo que siempre le había dado resultado: ser una comedia de situación en la que aprovechan elementos de ciencia ficción como los universos paralelos, los viajes en el tiempo, los robots, e incluso algo tan poco cómico como que el protagonista sea el último ser humano vivo.

En esta décima temporada vuelven a la fórmula básica, con los protagonistas solos en una enorme nave minera con nombre de estrella (porque la nave no es un Enano Rojo, sino una Enana Roja) y en la que David Lister, el protagonista, intenta volver a la tierra y encontrar a Kristin Kochanski, su interés romántico a lo largo de las otras nueve temporadas, que por lo visto no ha muerto, sino que lo ha dejado por ser un absoluto desastre. Ya tiene gracia que a alguien lo dejen aunque sea el último varón del universo, pero el hacer desaparecer al personaje, y darle de nuevo a los protagonistas un motivo para llegar a un sitio o buscar algo, es un acierto: el universo es bastante grande y es muy probable que tarden mucho en dar con ellos, por lo que mientras, pueden encontrarse en un montón de situaciones absurdas por el camino. E incluso, algunas formas de vida, como las modificadas genéticamente, e incluso unos androides empeñados en acabar con lo que queda la humanidad y que aparecen en el último capítulo de la temporada.


Simulantes (guiño, guiño) persiguiendo a los protagonistas.

Los personajes son más o menos los que quedaron como fijos a partir de la tercera temporada: Lister, el humano, Gato, el …gato, Kryten el robot y Arnold Rimmer, el holograma amargado. Falta Holly, el ordenador de la nave que desapareció hace varios años y que no tiene pinta de ser recuperado. Seguramente, porque desde que los protagonistae se mueven más allá de los decorados, con el aumento de presupuesto, es un poco difícil trabajar con un personaje que está permanentemente flotando en una pantalla. Y aunque se trate de un gag aislado, recuperan alguna de las manías del Gato, como creerse lo más importante de la nave, y sobre todo, disfrutar de lo lindo jugando con un cordel que se mueve. Sospecho que el señor Naylor también ha debido tener algún minino ocupando su casa.

 

Con seis capítulos emitidos, no ha llegado al nivel que alcanzó en los ochenta y noventa, pero eso era ya muy difícil, porque la serie llegó al punto máximo en su quinta temporada, y sobre todo, con un último capítulo en el que conseguía adelantarse varios años a Matrix. De todas formas, y teniendo en cuenta la decepción que supuso el intento de recuperarla hace tres años, ha cumplido muy bien: se recuperan los sketches en los que aprovechan las situaciones de ciencia ficción, que pueden ir desde ordenadores rebotados hasta las paradojas burocráticas que suponen que el protagonista sea su propio padre. No sé si a partir de esta temporada se animarán a continuarla, por aquello de aprovechar el tirón de la ciencia ficción de la tele inglesa, pero si lo deciden, al menos esta temporada les ha dado una segunda oportunidad. Eso sí, que se den prisa, que los años no pasan en balde para los actores, y las dos décadas de diferencia, se les notan.

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