¿Cómo podía vivir esta gente sin Intennéee?
Esta semana he estado en los setenta y la que viene, en los ochenta. No, no es que haya controlado el proceso del viaje temporal (en ese caso, lo usaría para cosas más interesantes, como darle unas cuantas collejas a algún banquero), ni he hecho limpieza en el armario, sino que he comenzado y terminado Life on Mars.
Aunque ya tiene un par de años, empecé a verla por esa extraña manía de ver series que ya estén terminadas, y precisamente la semana pasada había terminado Ashes To Ashes. Por lo que me dije “a empezar series se ha dicho”. Cosa que en el caso de las británicas es facilísimo porque en una semana ocho capítulos se van volando.
Para quien todavía esté un poco despistado, Life on Mars cuenta la historia de Sam Tyler (John Simm), un detective que tras un accidente de coche, despierta para su horror y desconcierto en una comisaría del Manchester en los setenta. Durante dos temporadas Sam irá resolviendo casos con su equipo, que a menudo estarán relacionados con su situación (comatoso, en un hospital del 2006), y en esos casos, lo que le sucede a su cuerpo inerte puede repercutir en el universo en el que se encuentra encerrado.
Sam Tyler y Gene Hunt como personajes de una serie infantil, en uno de los flipes de su protagonista
Junto con el grupo de personajes y el enigma de la situación de su protagonista, uno de los elementos más sorprendentes es el Manchester recreado en Life on Mars. Porque Mars no se refiere unicamente a la canción de David Bowie, sino también a la sensación de su protagonista de haber aterrizado en un planeta diferente: no hay ordenadores, ni procedimientos policiales establecidos..¡Ni calefacción! Porque la principal característica de esos 70 que describen en la serie es una completa falta de nostalgia en su descripción: Manchester es una ciudad en plena reconversión industrial, que lucha contra el cierre de las fábricas, contra la competencia laboral que suponen los primeros inmigrantes asiáticos, se escuchan los primeros pasos del IRA y toda Inglaterra tiene que vérselas con cortes de electricidad. Los aficionados británicos de la serie se quejan de algún que otro anacronismo, pero a mí se me han escapado. En parte por no conocer cómo estaban las cosas en Inglaterra durante los setenta, y por otro lado, porque estaba demasiado pendiente del argumento como para fijarme si en alguna esquina aparecía algo moderno.
Frente a Sam Tyler, el otro gran personaje es Gene Hunt (Philip Glenister), inspector de policía que encarna todo lo que Tyler desprecia: es el arquetipo de policía fascista, homófono, machista y encima hortera (esos zapatos blancos y sus guantes de conducir me perseguirán en el resto de mis pesadillas). Una joya de la humanidad, vamos, si no fuera porque su intuición la mayoría de las veces no le falla y pese a sus métodos un tanto arcaicos, siempre consigue meter al culpable entre rejas. Eso, y una asombrosa lealtad hacia los miembros de su equipo, lo que lo convierte en un personaje mucho más complejo de lo que parecería al principio.
No te preocupes si no entiendes lo que dice: habla en Manchesteriano clásico
Precisamente es el enfrentamiento entre ambos personajes uno de los principales motores de la serie, ya que aunque Hunt desprecie los métodos casi científicos de Tyler, son a menudo estos los que consigue encontrar al verdadero culpable, y aunque Tyler considere a Hunt poco menos que un fascista descerebrado, no hay muchos delincuentes que consigan escapar gracias a estrategias legales.
Life on mars terminó de una forma dramática y con una buena carga de enigmas (¿había sido la fantasía de un comatoso? ¿un viaje en el tiempo? ¿sería cosa de meigas?), pero el personaje de Philip Glenister tuvo el suficiente calado, y eso que se lo digan al candidato del partido Conservador inglés, como para que la gente quisiera su vuelta.
Dicho y hecho: un año después, Alex Drake, la psiquiatra que estudiaba los informes acerca del suicidio de Sam Tyler, recibe un disparo en la cabeza y despierta en el año 1981. para su sorpresa, se encuentra frente a frente con Gene Hunt y su equipo, descubriendo que ella es una detective recien transferida. Este es el comienzo de Ashes to Ashes, la serie que durante tres temporadas narró todas las monerías de los anteriores personajes de Life on Mars, esta vez diez años más tarde, con alegría para los seguidores del personaje de Glenister y por desgracia para todos los que pensaban que los ochenta eran una horterez.
Crecí en los Ochenta y sobreviví...a su horrenda moda
Esta segunda serie está mucho más centrada en el personaje de Hunt, que aparece mucho más suavizado comparado con el bestiajo que era en los setenta, y mucho más caricaturizado que el complejo personaje original, al menos, durante los primeros episodios, ya que la protagonista, como psiquiatra, considera a todos una invención de su subconsciente y no duda en dirigirse a ellos como tales, lo que no les hace mucha gracia.
Diez años encima, y el tío sigue igual de mastuerzo
Ashes to Ashes toma un carácter algo más festivo que la anterior Life on Mars, al menos, en sus primeros episodios, donde parodian el estilo de las series de policías de los ochenta, y posteriormente, con un componente fantástico más evidente que en temporadas anteriores.
Precisamente por esta segunda serie es por lo que el bueno de Philip Glenister se queda siete días más de Personaje de la Semana. Bueno, por eso y porque a día de hoy no se me ha ocurrido ningún otro al que dedicárselo: o él, o mi gato, y este no tiene tan buenos diálogos.