El pasado jueves nos despedimos de una época. En concreto,
de un actor que fue capaz de encarnar a todos los personajes de esas décadas.
A sus 93 años, Christopher Lee tiene el honor de haber sido
el Conde Drácula durante una decena de veces. Pero también ha sido Frankenstein
e incluso la Momia, gracias a su 1.96
m y a las producciones Hammer que recuperaron a los
monstruos de la universal. Y que para muchos espectadores fueron un referente
más cercano y creativo que las versiones más clásicas de Chaney o Lugosi. E
incluso Fu Manchú, en las películas más recientes en las que, todo sea dicho,
Karloff le ganaba por goleada.
Lee no se quedó solo como el mayor villano del cine. Fue un
ocultista capaz de acabar con una secta en La novia del diablo, Sherlock en una
de sus muchas encarnaciones, e incluso su hermano Mycroft. Y probablemente, las
mayúsculas en las que habla la Personificación antropomórfica de la Muerte
suenan con su voz, algo que los encargados de la adapción de El color de la Magia también tuvieron muy
en cuenta.
Si estos personajes
pueden parecer hoy muy lejanos, el siglo XXI fue para Lee el Saruman de El
señor de los anillos, a quien, por suerte, pudimos ver en la trilogía, no todo
lo que deberíamos. Regresó en El Hobbit, por suerte, aunque esta trilogía estará
muy lejos de lo que se consiguió cuando por fin se pudo ver en el cine la obra de
Tolkien. De su papel como Conde Dooku se habla menos, quizá por no ser tan notoria
en comparación con las películas de Peter Jackson y..bueno, yo todavía prefiero
imaginarme que Lucas solo hizo tres películas.
Este cambio no solo supuso que otras muchas de sus
actuaciones menores, de esas que parecían un poco para pagarse las facturas,
quedaran olvidadas a favor de las más memorables, y sobre todo, su pasado
durante la Segunda Guerra Mundial. Lee entonces llegaba a convertirse casi en
un personaje, alguien que no solo había encarnado a los elementos más conocidos
de la cultura popular si no que él mismo podía haber sido uno de esos
personajes imposibles.
Es un poco difícil elegir entre tantos un papel, entre muchos.
Me quedo con uno muy menor: Lee encarnó a Flay en la miniserie que se rodó de Gormenghast.
Por si su carrera en el cine fuera poco, además conoció a uno de mis autores favoritos.
2 comentarios:
Un actor y no solo un icono de la interpretación. Tuvo la suerte de tener un físico singular, pero debajo de él (del maquillaje de los monstruos clásicos) había un actor muy versátil, de la escuela clásica inglesa, esos intérpretes que comenzaban su actuación sabiendo cómo "mover" a sus personajes. Dominaba la mímica (puede parecer una tontería, pero eso hace tan creíbles su monstruo de Frankenstein o su momia), era un hombre de gran cultura (incluso "rara": como bien se sabe, era experto en literatura ocultista), políglota, etc.
Por citar dos papeles espléndidos y menos conocidos que otros: un protagonista de un film Hammer poco conocido, "La gorgona" (en el que hacía de "bueno", si bien un bueno tristón y grisáceo); y uno de sus personajes favoritos, el líder del extraño culto de la isla de "The Wicker Man".
Con el tiempo, Lee se convirtió en una persona de esas para los que los ingleses tienen el término "bigger than life". Generalmente, al menos antes de El señor de los anillos, se le conocía más por su Drácula que por las versiones de los otros dos monstruos, silenciosos y menos depredadores que el vampiro. Aunque prefiero en general estos dos últimos que toda su carrera como vampiro, quizá porque la Hammer optó por convertir esa serie en una especie de vaca lechera.
Conocía también su papel en The Wicker man, una película que me pareció muy curiosa en su aproximación a los cultos paganos.
Tengo pendiente La Gorgona, probablemente, para alguna tarde donde haga doblete con alguna peli de Quatermass (tras ¿Qué sucedió entonces? me quedé con ganas de seguir con ciencia ficción inglesa). Y en la novia del diablo, precisamente, hacía también de noble con conocimientos ocultistas.
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