Esta es una de esas honrosas producciones que cuentan con la presencia de un gatico
El Resplandor pasó a la historia como una de las películas más conocidas de Stanley Kubrick, una de las mejores producciones de terror de la historia, y una de las adaptaciones de la obra de Stephen King que menos le gusta a su autor. Le repatee o no, el guión tiene el suficiente peso como para que, cuando se llevó a cabo la versión cinematográfica de su secuela, esta lo fuera más bien de la película de 1980, que difería del libro en muchos aspectos, y no de lo que se narraba en el papel.
Doctor Sueño es el apodo que recibe
Danny Torrance, el pequeño superviviente del hotel Overlook,en su
trabajo como conserje en una residencia de ancianos. Tras años de
intentar apagar su don en alcohol, y huyendo de los fantasmas que, a
veces pedían su ayuda, y a veces continuaban persiguiéndolo desde
el Overlook, ha conseguido rehacer su vida y utilizar su capacidad
para acompañar a aquellos pacientes a los que ha llegado su hora.
Pero su día a día, metódico aunque algo apagado, se ve truncado
cuando Abra, una niña dotada de un poder similar al suyo, le
advierte de la existencia de un grupo de viajeros con habilidades
sobrenaturales, que se hacen llamar el Nudo Verdadero, que encuentran
y se alimentan de todos aquellos niños dotados de poderes a fin de
prolongar su longevidad. La solución por la que Danny ha optado
hasta ahora, esconderse antes de que nadie lo encuentre, no parece
ser una opción cuando el Nudo se ve atraído por los poderes de
Abra, y quizá la única forma de salvarla, y también al resto de
niños que estos puedan encontrar, sea regresar a un lugar peligroso
para cualquier poseedor de Resplandor, sea este bueno o malo: los
muros del hotel Overlook, ya abandonado, pero cuyo interior todavía
alberga algo peligroso.
Teniendo en cuenta unicamente las
versiones cinematográficas de esta, y del Resplandor (entre otras
cosas, porque no me he leído ninguno de los dos libros. La
cuarentena cunde, pero no tanto), el cambio de tono entre ambas es
muy notorio: la película de Kubrick era una historia de terror, no
tanto por los tintes sobrenaturales sino por los efectos de la locura
y el aislamiento en un período de tiempo muy breve. Esta, en cambio,
es una historia de fantasía oscura en la que se explora el aspecto
fantástico y el desarrollo de una mitología que no había estado
presente previamente: la existencia de distintos Resplandores, como
los llama el mentor del protagonista, de niños, de lugares o seres
que se alimentan de esos poderes, y la continuidad de esa mitología
en la figura de la protagonista infantil, y en la sugerencia de que
puede haber cosas peores que las que se han visto narradas. Una
mitología que en realidad, se ve aquí muy limitada, dado que en su
contrapartida escrita, King la ha expandido a varios libros y
narrativas, existiendo referencias cruzadas a series como La Torre
Oscura, pero que en este caso se omiten, por su dificultad de
integrarlas, y que en otros se ven limitadas por cuestiones de
metraje, como el caso de los personajes antagonistas: estos, un grupo
bastante amplio, se ve reducido en caracterización a dos o tres
principales, convirtiéndose el resto en secundarios anónimos. Claro
que, sería muy difícil dedicar todo el tiempo necesario a
desarollarlos como puede hacer King (y muy bien) en cualquiera de sus
libros.
Respecto a los protagonistas y sus
contrapartidas, Mike Flanagan ha sido la mejor opción a la hora de
elegir un director. Aunque más conocido por la serie de Hill House,
la mayoría de sus películas vienen marcadas por un importante
componente humano y el peso de los personajes y su carga dramática
en la historia. Y que, haciendo muy buen trabajo con el personaje
interpretado por Ewan MacGregor, o Kyliegh Curran como Abra,
especialmente en lo tocante a la hora de presentar sus poderes a
aquellos de su entorno que no quieren ser conscientes de ellos, se
nota en el caso de los villanos. Aún con las limitaciones, es capaz
de hacer en conjunto, un grupo creíble, en el que se intuyen sus
propias dinámicas y relaciones y que, gracias a la presentación del
miembro más joven de este, estos se caracterizan como seres que han
elegido sus acciones como modo de supervivencia, uno claramente
sádico y que los convierte en los villanos, pero no dentro de su
forma de convivir. Que, por su caracterización de nómadas, y su
manera de alimentarse un tanto vampírica, hace pensar en Los
viajeros de la noche de Bigelow.
Aunque la historia no sea tanto la
continuación de El Resplandor como de la vida adulta de su
protagonista, es inevitable que muchos de sus elementos tenga su
aparición. Ya en la primera parte de la trama, en forma de los
fantasmas que han podido seguirlo, y con la presencia del hotel como
escenario del desenlace. Este último, ya convertido también en una
parte más de la mitología desarrollada en la película, aunque los
lugares y personajes que aparecían en él, siguen presentes (y se
agradece que la aparición de Jack Torrance sea mediante un actor y
no por digitalización. Y si bien la naturaleza de los anteriores
fantasmas aquí se ve modificada de acuerdo a la trama, resulta un
poco chocante su presencia más o menos continua. Especialmente, el
fantasma de la habitación, una de las imágenes icónicas de la
película y que aquí acaba apareciendo tantas veces que su capacidad
de provocar miedo acaba quedando un poco lejos: su primera visión en
el resplandor me resultó ateradora, incluso más que las gemelas o
la naturaleza del hotel embrujado. Después de tres o cuatro
apariciones (más una estelar en Ready Player One) en distintas
bañeras y recintos, solo podía pensar: ¿Otra vez tú?
Cinematográficamente, Doctor Sueño es
una continuación directa de El Resplandor: han modificado el
material original de forma que los hechos posteriores coincidieran
con los cambios introducidos en la película anterior, pero su
enfoque y contenido es muy distinto: no es ya una historia de terror
y hoteles encantados (o en gran parte, de horror realista con su
enfoque de la locura), sino una muy distinta de fantasía
sobrenatural, muy bien filmada y que también muestra la evolución
en cuanto a las adaptaciones de King al cine. Ahora, yo preferiría
pasar ya una temporada sin ver al fantasma de la habitación 237 que
yalo tengo algo aburrido.
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