El miércoles por la tarde la noticia de un fallecimiento aparecía, oculta entre otras similares en unos días en los que estas se han convertido en algo similar y en un entorno en el que tomarse cualquier cosa con humor es cada vez un poco más difícil. Sentido del humor que ha sufrido una vez más un golpe con la partida de Marcos Mundstock.
Mundstock era la cara más reconocible, o más bien, la voz cantante de Les Luthiers, un quinteto dedicado a la música humorística y hasta la fecha, únicos biógrafos y defensores de la obra de Johann Sebastian Mastropiero. Ese compositor nunca bien ponderado que desarrolló todas las corrientes musicales habidas en la historia (es probable que también haya vivido en todas ellas, su biografía no es clara al respecto), plagió descaradamente alguna de sus obras más famosas e incluso recicló la melodía de estas para distintas piezas. Fue gracias a grave voz de Mundstock, y su capacidad de presentar e interpretar varias de las piezas del compositor de referencia de Les Luthiers, la estrafalaria vida de un músico inventado por ellos y que no era si no una parodia de esa faceta más culta y estirada dentro del múndo de la música donde demostraron que era posible no solo inventar los instrumentos musicales más estrafalarios, sino que nada era intocable, que en un recital era posible pasar de la cantata al blues y que la epistemología no estaba reñida con la cumbia ¿No habíamos dicho que Mastropiero era un compositor (y plagiador) de múltiples talentos?
La pérdida de Daniel Rabinovich, en 2.015 supuso ya un golpe para la formación de músicos, del que todavía se repuso y fue capaz de continuar con su carrera y espectáculos. Pero, si Rabinovich era la parte más cómica, la pícara y a veces la más atontada, Mundstock era, además del presentador y actor principal en muchos casos, su contrapartida severa, formando en más de una ocasión una versión muy particular del dúo cómico de listo serio y tonto gracioso, aunque como podía verse, el primer adjetivo no era siempre cierto.
Con la partida de Marcos Mundstock puede darse por terminada ya la aportación de Les Luthiers tal y como se la conocía. Esta, durante su carrera, había sufrido alguna que otra variación, pero siempre había mantenido sus cinco caras y personajes principales que sus integrantes llevaron a cabo durante más de cuatro décadas. Ahora es al público, a los que pasamos horas con los recitales de Mastropiero, con las canciones traducidas de forma anárquica del inglés, del francés e incluso del alemán, y también con la crítica a los trucos políticos más populistas: muchas gracias de nada.
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