Después de una temporada muy larga sin ellas, las series vuelven a aparecer por el Barrilete. Y en concreto, una de las primeras series que pude ver gracias a Internet y que de no ser por el Doctor Who, sería mi producción de ciencia ficción favorita. No es muy difícil, cuando uno de los personajes es nada menos que la evolución del gato doméstico.
Red Dwarf se había quedado en suspenso en 1999 y sin pintas de volver, hasta el 2009, y seguramente por el éxito que estaba teniendo la vuelta del Doctor Who, Doug Naylor, el guionista que había quedado a cargo de ella, decidió volver con una miniserie bastante desastrosa. Tres años después, y seguramente también por el ya exitazo que ha tenido el Doctor Who en todo el mundo, la nave Enano Rojo volvió a aparecer en la tele, sin complicarse la vida como hicieron en la anterior miniserie, y ofreciendo lo que siempre le había dado resultado: ser una comedia de situación en la que aprovechan elementos de ciencia ficción como los universos paralelos, los viajes en el tiempo, los robots, e incluso algo tan poco cómico como que el protagonista sea el último ser humano vivo.
En esta décima temporada vuelven a la fórmula básica, con los protagonistas solos en una enorme nave minera con nombre de estrella (porque la nave no es un Enano Rojo, sino una Enana Roja) y en la que David Lister, el protagonista, intenta volver a la tierra y encontrar a Kristin Kochanski, su interés romántico a lo largo de las otras nueve temporadas, que por lo visto no ha muerto, sino que lo ha dejado por ser un absoluto desastre. Ya tiene gracia que a alguien lo dejen aunque sea el último varón del universo, pero el hacer desaparecer al personaje, y darle de nuevo a los protagonistas un motivo para llegar a un sitio o buscar algo, es un acierto: el universo es bastante grande y es muy probable que tarden mucho en dar con ellos, por lo que mientras, pueden encontrarse en un montón de situaciones absurdas por el camino. E incluso, algunas formas de vida, como las modificadas genéticamente, e incluso unos androides empeñados en acabar con lo que queda la humanidad y que aparecen en el último capítulo de la temporada.
Simulantes (guiño, guiño) persiguiendo a los protagonistas.
Los personajes son más o menos los que quedaron como fijos a partir de la tercera temporada: Lister, el humano, Gato, el …gato, Kryten el robot y Arnold Rimmer, el holograma amargado. Falta Holly, el ordenador de la nave que desapareció hace varios años y que no tiene pinta de ser recuperado. Seguramente, porque desde que los protagonistae se mueven más allá de los decorados, con el aumento de presupuesto, es un poco difícil trabajar con un personaje que está permanentemente flotando en una pantalla. Y aunque se trate de un gag aislado, recuperan alguna de las manías del Gato, como creerse lo más importante de la nave, y sobre todo, disfrutar de lo lindo jugando con un cordel que se mueve. Sospecho que el señor Naylor también ha debido tener algún minino ocupando su casa.
Con seis capítulos emitidos, no ha llegado al nivel que alcanzó en los ochenta y noventa, pero eso era ya muy difícil, porque la serie llegó al punto máximo en su quinta temporada, y sobre todo, con un último capítulo en el que conseguía adelantarse varios años a Matrix. De todas formas, y teniendo en cuenta la decepción que supuso el intento de recuperarla hace tres años, ha cumplido muy bien: se recuperan los sketches en los que aprovechan las situaciones de ciencia ficción, que pueden ir desde ordenadores rebotados hasta las paradojas burocráticas que suponen que el protagonista sea su propio padre. No sé si a partir de esta temporada se animarán a continuarla, por aquello de aprovechar el tirón de la ciencia ficción de la tele inglesa, pero si lo deciden, al menos esta temporada les ha dado una segunda oportunidad. Eso sí, que se den prisa, que los años no pasan en balde para los actores, y las dos décadas de diferencia, se les notan.
2 comentarios:
Es una de mis pendientes.
Ponte con ella, que ahora se acaba Fringe y aunque sean diez temporadas, no pasa de seis capítulos por cada una.
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