Minino con menos ganas de salir a la calle que yo en un lunes.
Una película con Simon Pegg como protagonista siempre es un punto a favor. Durante su carrera ha sido Tim Bisley, el dibujante de comics amargado de Spaced, Shaun de los muertos en la película del mismo nombre e incluso hubiera sido un fantástico Scott Pilgrim, de no ser porque era un poquito mayor para el papel. Durante una temporada intentaron llevarlo al lado oscuro y convertirlo en una especie de Hugh Grant entrañable, con algunas comedias románticas estadounidenses como Run Fatboy Run, pero por suerte, duró poco y volvió al género, o más bien, al estilo de cine donde se luce mejor: el género fantástico y la comedia rara.
Y es que, además de dársele bien los papeles de freak y de tipos un tanto inadaptados, Simon Pegg tiene una gran vis cómica. Es muy expresivo, sabe moverse y dar saltos de una forma muy particular de modo que verlo asustado, o pintando la mona, hace que siempre resulte gracioso y no cargante como puede serlo Jim Carrey y otros cómicos más especializados.
En A Fantastic Fear for Everything aprovecha esto todo lo posible, porque la mayoría del metraje son monólogos suyos y secuencias en las que aparece completamente solo, dando vueltas por un piso antiguo, aterrorizado de una forma que solo puede resultar graciosa: el protagonista es un escritor de libros infantiles que ha decidido preparar un ensayo sobre los crímenes victorianos, y desde entonces, ha desarrollado un miedo patológico a los asesinos. Teme que alguien se haya colado en su casa, las llamadas telefónicas lo asustan, y por la calle se dedica a analizar las tendencias psicópaticas de la gente a partir del tamaño de su cráneo, como hacían los primeros tratados de criminología. Además, tiene un pánico atroz a las lavanderías, y la cosa se complica cuando su agente le concierta una cita con un editor, y el protagonista no tendrá más remedio que llevar a limpiar algunas piezas de ropa si quiere estar presentable para la reunión.
Si la historia es rara, la forma de llevar el argumento lo es todavía más. Empieza con el protagonista dando vueltas por su casa, medio escondido, medio intentando descubrir a los asesinos que se esconden en los sitios más insospechados (no sé para qué, porque el pobre está cagado de miedo). En unos pocos diálogos, se sabe de sus anteriores libros infantiles, de su miedo a las lavanderías, y como, por el tema de la reunión, tiene que acudir a una. A partir de ahí, la historia se irá volviendo cada vez más marciana, y el tema del viaje a la lavandería servirá para descubrir la historia del protagonista, y de paso, que este se enfrente verdaderamente a un asesino en serie. O al menos, a alguien que se esfuerza en serlo.
Además del guión, la forma de rodar es otro tanto: el protagonista vive en el East End, y el barrio aparece siempre con luces ocres, edificios un poco vintage, aparatos y muebles típicos de hace treinta años y algunos elementos típicos de la zona, como las lavanderías de los vietnamitas o la pinta propia de los habitantes del barrio. Gran parte de la película son las ideas del protagonista, por lo que se apoyan mucho en flashbacks e incluso en secuencias de animación cuando este se pone a narrar uno de los cuentos infantiles que ha escrito. Esto es practicamente lo mejor de la película, porque se nota que han dedicado mucho tiempo y cuidado a la estética y a que esta concuerde con el guión.
¿Humor negro o Nightmare Fuel? Cosas veredes, Sancho...
El guión, en realidad, no parece especialmente gracioso. Hay unas cuantas risas en lo que corresponde a Simon Pegg, sus caras de pánico absoluto y sus botes por toda la casa. Pero la historia en muchos casos parece una película de David Lynch el día en que a este se le ocurrió filmar una comedia, o más bien, una historia de Edgard Gorey, con sus muertes y su humor negro, un poco más suavizada y surrealista.
Si se busca una comedia normalita, A Fantastic Fear for Everything no es lo más recomendable. Pero sí lo es como una película distinta, del estilo que pudieron ser Repo, The Genetic Opera o Bunraku…Salvando las distancias, claro.
2 comentarios:
Vi los trailers y no me llamó la atención.
A mí sí porque me gustan las películas de Simon Pegg, y aunque esta era rara rara, no me disgustó del todo.
Publicar un comentario