He llegado un poco tarde a la película estrella de Halloween
este año, cuando esta llevaba días disponible
ofreciendo calabazas y banda sonora siniestra. Y un cameo de la voz de Adrienne
Barbeau como locutora de radio e hilo conductor de las historias que componen
la película, que además es toda una referencia a su papel en La niebla de
Carpenter. En realidad unos cuantos días de diferencia respecto a la fecha propia no son gran cosa, teniendo en cuenta que gran parte de lo que veo semana si y semana también es cine de terror.
Tales of Halloween recoge, a través de diez episodios, lo que sucede en un pueblo durante la víspera de Todos los Santos. Los cuentos locales para asustar a los niños se vuelven reales. El diablo puede ocultarse en cualquier lugar, incluso en un vecindario, y ser todo un capullo. Las almas en pena regresan para vengarse contra los vivos e incluso la decoración típica puede volverse el escenario de una guerra entre vecinos o ser algo más peligroso que una calabaza decorada.
La película no pretende ser terror al uso, sino ofrecer una visión muy amplia, tirando a gamberra, de la noche de Halloween. Tan variada como los diez directores y guionistas que participan. El humor negro, y a veces situaciones con mucha sal gruesa son las que tienen mayor presencia, junto a otras que son una aproximación a los relatos de fantasmas breves o a las leyendas urbanas. Los títulos de crédito animados, como si fueran un libro desplegable, son de esas secuencias que por sí solas se ganan media película, además de constituir una introducción mientras la voz de la locutora va anunciando todo lo que puede esperarse. Quien, curiosamente, es de esos casos en los que su papel se limita al de hilo conductor y no protagoniza ninguna historia al uso.
En realidad el interés de la película se queda más bien en sus créditos, la música pegadiza y en un total de tres historias. Tres de diez, nada menos. Lo que hace que el resultado sea irregular tirando a flojo. La opinión general era que la antología pretendía ser algo más bien alocado, primando el shock, la narrativa muy rápida y el humor bestia en lugar de lo clásico. Pero esto se lleva a cabo de forma muy poco cuidada.
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El primer relato se queda en un simple "la leyenda urbana resulta ser cierta y...chanchanchan!! ¡¡Todos son asesinados!!". El primer intento de humor negro se queda en algo bastante flojo y cuyo mayor guiño es un cameo de Adrianne Curry, por el apellido sobre todo, vestida de Lilly, el personaje principal de Legend. Y las venganzas sobrenaturales dependen demasiado del shock final como para ser historias más complejas. Hay que esperar hasta la quinta parte, mucho más clásica, para que la antología mejore, y donde demuestran que siete minutos de guión no impiden el poder crear atmósfera, un susto bien llevado e incluso contar con una protagonista todo lo bien caracterizada que permite el tiempo. Este nivel se mantiene por suerte en las dos últimas secuencias, donde, tanto el humor negro y la justicia poética en forma de castigo para dos secuestradores en prácticas, como las referencias al cine de monstruo y a los tópicos de Halloween, en el segmento de Neil Marshall, dan un cierre bastante digno. Aunque entre medias haya que pasar inventos que pretenden ser modernos y se quedan en el sinsentido o la copia.
Los mayores problemas , además de unos guiones muy apresurados en su mayoría, es un reparto de actores jóvenes que en su mayor parte no pasan de figurones que recitan sus líneas. Hay que esperar al cameo de Lyn Shaye, la médium de Insidious, para que el invel mejore y se pierda el aspecto de cutrez que se mantuvo los primeros cuarenta minutos. Igual esas interpretaciones acartonadas son intencionadas y una parodia de los defectos del cine de terror, pero no termino de pillarlo y además, demuestra que el segundo problema es precisamente, el exceso de referencias. En un film antológico, un guiño siempre se agradece, pero aquí se convierte en la norma: bien las interpretaciones forzadas, o bien por copiar abiertamente secuencias de películas y estereotipos muy conocidos, el humor que estos pretendían ofrecer se queda en nada. Pero al menos, se puede ir haciendo recuento de las películas y escenas reconocibles. O pensar que en los ochenta se hacían cosas mejores, según se tenga el día.
De Tales of Halloween había oído que "es un desbarre", "es muy de broma" o "tiene su gracia". Todas bastante acertadas porque, menos alguna excepción, todo pretende ser muy cómico, o muy bestia. No termina de funcionar esta idea, y la cosa se queda en algo muy irregular. Aunque han sabido aprovechar lo poco que tenían a su favor para que el resultado fuera algo más llevadero: dos de las tres mejores historias se quedan para el final, tras el que se recurre de nuevo a la animación de los créditos recordando la temática festiva de la cinta. Una forma bastante hábil de salvarla, aunque si la idea es verla pensando que es una nueva Trick ´r Treat, es preferible ahorrarse la hora y media.
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