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jueves, 19 de noviembre de 2015

Lecturas de la semana. Humor muy negro y situaciones raras


"Si hubiera que elegir un sonido universal para la paz, votaría por el ronroneo".
B. L. Diamond

Nunca tengo muy claro qué criterio siguen en la biblioteca a la hora de poner los libros en el expositor principal. No parecen ser las últimas compras, porque algunos de ellos llevan un tiempo en las estanterías. Tampoco va por temática porque cada ejemplar parece de su padre y de su madre. Ni tratarse de ninguna decisión concreta de los bibliotecarios por los mismos motivos de antes. A veces sospecho que en realidad van con prisa y optan por presentarlos ahí en lugar de clasificarlos por cuestiones de prisa o incluso falta de espacio. Pero no soy la más adecuada para quejarse, porque gracias a estas coincidencias es como he podido encontrar algunos de mis últimos libros.

 


Iégor Gran. La revanche de Kevin. Para hacerse una idea de la intención del libro, Kevin no es aquí el nombre asociado a los seguidores de Terry Pratchett, sino el equivalente al Jonathan en España: un nombre foráneo muy ligado a estereotipos y connotaciones negativas. El protagonista, nada menos que un Kevin, vive con un complejo de inferioridad, cuya causa real o imaginada no queda clara, y que decide vengarse de la clase intelectual empleando sus propios defectos: haciéndose pasar por un editor, mantiene durante semanas la esperanza de publicar la obra de sus víctimas. Pero es tras el suicidio de un escritor, con quien mantuvo su broma durante meses, cuando Kevin empieza a plantearse si su venganza ha ido demasiado lejos. O si en realidad ha sido él el engañado. O si tal vez el mundo editorial merecía la burla a la que Kevin lo sometió durante meses.

El autor había ganado hace unos diez años el Premio Nacional de Humor Negro, y la idea de este libro va por un camino similar: es una crítica muy ácida, pero también muy específica, a un sector determinado de la sociedad francesa. En este caso, a la intelectualidad, tanto en el mundo editorial como en el de la comunicación, pero también a la clase privilegiada que a menudo va ligada a la lectura y escritura del tipo de novela a la que hace crítica: en mayor o menor medida, acaba haciendo burla de los progres, de sus alevines formados en Grandes Escuelas, y también muy vinculado a ello, a la hipocresía. Porque uno de los detalles principales consiste en la oposición entre el trabajo de su protagonista, encargado de obtener recursos y patrocinadores, y el desprecio que sus compañeros hacen por considerarlo una labor poco creativa.

Esto también, resulta muy matizado: el protagonista no se caracteriza como una persona especialmente fiable en sus apreciaciones, también muy marcado por un carácter un tanto obsesivo. Pero al que también dota con unos rasgos nobles, en contraposición a gran parte de sus compañeros de trabajo. Esta forma de desarrollo se debe a la redacción de la novela, que en principio se ha planteado como un texto bastante tradicional, en tercera persona, pero al que se le añaden notas al pie sobre la verdadera identidad del protagonista o testimonios de quien lo conocieron. Un poco, como si fuera una novelización de un caso verídico. Y en el que también se mantiene esa intención de permanecer objetivo: el estilo evita cualquier tipo de descripción o frase ingeniosa, siendo los personajes y sus rasgos los que van creando la atmósfera de la novela. Atmósfera que, pese a lo irónico en sus comienzos, va tomando un tinte mucho más despiadado en el desenlace….Más que humor negro, la novela de Gran tiene muy mala baba.

 


Emmanuel Carrère. La moustache. Un hombre decide una mañana afeitarse el bigote, pero su broma particular no parece causar mucha impresión entre su mujer y amigos. Principalmente, porque estos aseguran que él nunca ha tenido bigote. Al igual que, según asegura su mujer, nunca han salido de viaje. Como tampoco existen los amigos con los que él cree haber cenado hace unos días. Ni su padre, quien falleció hace más de un año.

El planteamiento recuerda un poco a Kafka, por lo absurdo de su partida y la complicación de sus consecuencias, aunque después su tratamiento hace que tome un componente psicológico más importante: la idea solo sirve de punto de partida para derivar a una historia llena de paranoia, y un poco de surrealismo, donde los elementos que se incorporan pueden conducir a un desenlace realista, pero que a la vez, el protagonista incorpora todo tipo de posibilidades de novela. Hay referencias abiertas a Las diabólicas, o a Canción de cuna para un cadáver, bastante interesantes frente a lo que el lector podría esperar en base a los hechos.

Igual de breve que Una semana en la nieve, otra de sus novelas, coincide con esta en la importancia de la percepción de la realidad de los protagonistas.  En este caso, mucho más amplia y supuestamente objetiva al tratarse de un adulto. Pero igual de inquietante y que en cierto modo, también trata sobre miedos reales. Y por cierto, también hay película:
 
 

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