Guillermo del Toro, en cuanto puede, no duda en hacer una
película sobre lo que le gusta, que suele ir hacia lo fantástico, lo macabro, y
donde siempre está muy presente todo lo que le ha influido. Sean los relatos de
fantasmas, las criaturas fantásticas, e incluso las películas de monstruos
gigantes de toda la vida. Pero sobre todo, los fantasmas, quienes han aparecido
en sus guiones en varias ocasiones y sobre los que esta vez, filma en su vertiente
más clásica y literaria.
La cumbre escarlata cuenta con todos los elementos de los
relatos de fantasmas y de la novela gótica: Edith, una rica heredera, se
traslada a la mansión de su marido, una antigua mansión construida sobre una
mina de arcilla que se filtra a la superficie, dándole a la tierra el color
rojo con el que los lugareños han apodado la colina. Esta, al igual que la
mina, ha visto mejores tiempos y en la que hasta entonces vivían Thomas Sharpe,
quien intenta recuperar la fortuna reactivando la extracción de arcilla, y su
hermana, una mujer que en ocasiones parece celosa de la recién casada. La nueva
casa familiar no es solo amenazadora por la apariencia ruinosa del hogar, sino
también por las sombras que a menudo ve en los pasillos. Y es entonces cuando
recuerda la advertencia que escuchó hace años: “cuídate de la Cumbre
Escarlata”.
Las películas de del Toro siempre han tenido una estética
muy reconocible, sea por su diseño de los monstruos o por los elementos que
comparten sus escenarios. En cambio, la idea en este caso parecía ser la
plantear La cumbre escarlata como un relato gótico al uso: opta por una
estética más cercana a ese ambiente, muy centrada en lo que puede ofrecer la
arquitectura y los vestuarios en todas sus posibilidades. Incluso los
escenarios menores sirven para explotar toda la idea que puede tenerse de la
estética victoriana, echando mano de todo lo que pueda ofrecer una idea un
siglo XIX muy gótico y fantasioso. No había lugar para figuras monstruosas,
pero sí para muebles de color oscuro, pesados, retorcidos y para que los
vestidos de los personajes femeninos llenen la escena lo máximo posible con
mangas abombadas imposibles, encajes y colores que contrastan con los del
escenario principal. Aunque, de forma menor, también aparece algún que otro
detalle más propio, aunque a modo de guiño, pero también para caracterizar al
personaje principal, en una escena muy breve con una habitación llena de
muñecos y piezas de relojería.
Pero el escenario estrella, o más bien, el que podría
considerarse un personaje más de la película, es la mansión que le da título. Y
con la que se explayan a través de una construcción imposible, llena de
torreones, pasillos y con la que se olvida cualquier intención de apariencia
realista. Los interiores también son un puro exceso, donde no dudan en
decorarlo de una manera barroca y ruinosa. El propio planteamiento de esta
carecería de sentido también en una situación que no dependiera tanto de la
estética que pretenden trasmitir: secuencias, como los pozos de arcilla roja,
tienen un color que, más que sangre, a lo que deberían recordar en un
principio, parece pura salsa de tomate...pero también, los mismos colores
chillones que podían verse en las producciones de la Hammer.
Si el principal problema que puede dar hoy el presentar una
historia gótica es el tipo de protagonista femenina, que suele quedarse en
alguien muy pasivo y víctima, también lo es el cómo adaptar esta a los gustos
actuales, cuestión que a menudo suele acabar en desastre o con personajes que
se comportan de una forma bastante absurda para la situación. En este caso, se
recurre de forma muy efectiva a los medios de los que se podía disponer: esta
es escritora, con preferencia por lo sobrenatural, y por ello, mucho más
sensible a lo que pasa a su alrededor, pero también con bastante intuición como
para poder hacer avanzar la trama con sus propios medios, y a la que enfrentan
a peligros que puede superar debido a su caracterización. Estos últimos,
también empleados de una forma muy prudente, donde la protagonista no puede
hacer otra cosa que salir corriendo y defenderse de la forma más simple
posible.
El guión es, en el fondo, muy deudor de textos que se han
ido quedando como parte de la idea de los fantasmas clásicos. Es imposible no
ver la mansión de los Sharpe y a ambos
hermanos sin acordarse de La caída de la casa Usher, o que la trama romántica
entre Edith y este, así como el paisaje desolado, haga pensar un poco en
Cumbres borrascosas. Pero, siendo una historia gótica, el guión también tiene
los fallos de esta: incongruencias de los personajes, elementos que parecen un
poco puestos para ser encontrados (desde recortes de periódico hasta un
gramófono muy oportuno), que, en el fondo, se toleran del mismo modo que pueden
tolerarse cuando se lee una narración de este tipo, pero que de otra forma, no
pasarían una visión más crítica. Al igual que la trama romántica y el toque
trágico que empieza a tomar peso en la segunda mitad y a la que, en cierto
modo, la propia protagonista le hace un guiño en un momento dado: a esta, igual
que al guionista en alguna ocasión, le han insistido para incluir una en su
relato de fantasmas.
Precisamente por no depender tanto de los elementos
sobrenaturales (porque fantasmas salen, pero tirando a poco y más bien para
avisar de algo. Que tampoco se les da muy bien a los pobres) y más de la parte
dramática, o en su caso, más teatral, el trabajo de los actores es aquí
bastante importante, y también se ha recurrido a uno que cuenta con bastante
favor del público pero a la vez, demuestra contar con el registro necesario.
Aunque, el que en principio se hubiera pensado en Benedict Cumberbatch para
después quedarse con Tom Hiddleston da una idea del tipo de protagonista que se
buscaba. Este último demuestra que no corre el riesgo de encasillarse con Loki,
porque se adapta perfectamente a su papel con lo que este implica. Que sería,
en muchos casos, parecer teatral y poco creíble: si en gran parte de la
película parece que su interés romántico es bastante forzado, es porque esa es
la idea que pretende trasmitir. Jessica Chastain, en cambio, puede haber tenido
menos bombo, pero en sus escenas resulta todo lo inquietante que es necesario.
Y Mia Wasikowska, desde luego, me gusta mucho más que en su aparición como Alicia…además
de salir mucho más robusta y menos transparente que en la película de Tim
Burton.
Para lo que podía esperarse de una película de fantasmas de
Guillermo del Toro, La cumbre escarlata puede resultar desconcertante. No hay
tantos villanos, ni escenas de susto como podría esperarse, y sí más ganas de
recrearse en la estética, los escenarios, y en una historia que busca tintes
más trágicos y teatrales. Que en realidad, son los propios de este tipo de
historia, para bien y para mal.
4 comentarios:
A Guillermo del Toro siempre hay que reconocerle su genuino cariño por el género fantástico y de terror, sin coartadas, sin complejos, de tal modo que incluso un argumento no especialmente original como este se nos presenta con la debida convicción. Aunque me parece que la película desaprovecha bastante ese elemento de desgarro trágico que era la historia de amor incestuoso, que el personaje masculino no termina de definirse bien (eso sí, en manos de Tom Hiddleston lo disimula bastante) y que el escenario de la casa es tan genial que creo que merecía haber sido explorado en mayor medida, lo cierto es que "La cumbre escarlata" se sigue con un placer considerable. Y estoy seguro de que es de las películas que, cuando la revisemos ya sin inquietudes por el argumento, la apreciaremos mejor.
En esta película sobresalen más la ambientación y el vestuario que otras cosas, el guión es muy previsible, se que quiere quedarse en los cánones del cuento gótico, pero se queda muy pacato en muchas partes, a la heroína se la hace parecer demasiado tonta y desvalida. El reparto me ha gustado mucho, pero es cierto que Jessica Chastain se lleva la palma con su personaje, que es el único que añade picante a la película, junto a los espectaculares fantasmas rojos, en fin, que más que terror yo me reí mucho en bastantes partes de la película. Adoro a Del Toro, pareado incluído, pero aquí no me ha convencido tanto como en ocasiones anteriores.
José Miguel García de Fórmica-Corsi: Hiddleston ha sido todo un acierto para el papel principal y su interpretación ofrece bastantes guiños, especialmente en las escenas con la protagonista: si su romance en apariencia parece poco creíble...es precisamente porque lo que el espectador tiene que percibir, al contrario que el personaje que lo acompaña en pantalla. Jessica Chastain está a la altura de lo que la historia exige y efectivamente, su papel sí está mucho más definido, aunque sea breve, que el que le correspondía a Hiddleston.
A esta película sí que le vendrá bien que pase un poco el tiempo, porque he hablado con quienes la vieron, su promoción no la ha enfocado correctamente: no es una película de terror, ni de fantasmas, sino una historia gótica, con sus aciertos y errores, de las que hace mucho que no se filman.
Satrian: el recurso de lo gótico ha sido bastante acertado a la hora de poder cubrir los defectos que pudiera tener el guión (cosas como el pedazo agujero que tiene la mansión y que nadie se moleste en utilizar las herencias para hacer una reforma es algo que nos planteamos el público, y no unos personajes que se guían por cualquier instinto menos el sentido común). La ambientación, sin duda, lo mejor, tan estrafalaria e imposible como la propia historia.
A mí, en general, me ha convencido: no es el tipo de película que podría gustarme al 100%, pero tiene muchos elementos a su favor e intenta ser muy fiel a sus raíces estéticas.
Perfectamente definida la ambientación, estrafalaria e imposible, bella, efectiva visualmente, pero que resulta absurda.
Publicar un comentario