Pese a no haber tenido una aparición en cine desde 1992, y,
a diferencia de Freddy Krueger o Jason Vorhees, no tratarse de un villano, Ash
ha sido, el héroe de la serie Evil Dead y un personaje tan popular como los
primeros. Además, gracias tanto a su carisma como a su aparición en otros
formatos, su popularidad se ha ido manteniendo hasta que el estreno de una
secuela, en forma de miniserie, se hizo oficial. Carisma y personalidad que
curiosamente, no fue hasta la segunda entrega de la serie cuando esta empezó a
perfilarse.
El título en español de Evil Dead 2 se olvida de numerar
secuela y de parecerse en lo más mínimo a su original inglés. En su lugar
opta por anunciar bien claro lo que la
película va ofrecer además de dar a entender que la cosa, a diferencia de la
primera, Posesión infernal, no va demasiado en serio. Esta plantea de una forma
muy rápida lo que sucede en la cabaña donde Ash y su novia van a pasar unos días.
Esta, donde se había alojado un arqueólogo que intentaba traducir un antiguo
libro de invocaciones, se ha visto rodeada por todo tipo de demonios quienes en
muy poco tiempo dan cuenta de sus víctimas. Cuando la hija de este llega a la
cabaña, lo único que encuentra es a un Ash enloquecido tras matar a su novia
poseída y a una criatura monstruosa encerrada en el sótano. La única
posibilidad de salvarse es terminar de traducir el libro y recitar el
encantamiento necesario para detener a los demonios.
Los primeros minutos de la película parecen, en apariencia,
bastante acelerados: da la impresión que al guión le falta tiempo para poner a
los personajes en la cabaña y ante el macguffin del libro, y que empiecen a
salir demonios, zombies y casquería cuanto antes, hasta que aparecen los
siguientes personajes. La explicación es que en realidad, esas secuencias son
casi un remake de la primera película, y aquí viene a pasar de una forma muy
resumida, con algunos cambios, lo que se contó en esta. El resultado, pese al
poco tiempo que en apariencia dedican a crear atmósfera y presentar a los
personajes, es muy curioso y casi acertado teniendo en cuenta el montaje, que
no da descanso a la hora de incluir un monstruo y una situación de tensión una
detrás de otra.
Esta especie de remake del primer guión hace que más que una
secuela, pueda verse de forma independiente, además de aportar otro cambio
importante: frente a Posesión infernal, concebida como una película de terror
al uso, esta incluye una gran cantidad de humor. Pero no macabro, sino muy
enloquecido y salvaje: el protagonista, más que verse amenazado por demonios,
es insultado, vapuleado y zarandeado de un lado a otro, al igual que el resto
de secundarios quienes parece que no pueden acabar convertidos en zombie sin
estamparse previamente contra algo. En cierto modo, es casi como un dibujo
animado, donde la violencia se plantea de una forma exagerada y cómica, y
donde toda la sangre y tripas de la
película no aparecen como algo horrendo, sino como una versión de las
persecuciones que podían salir en los cortos de Tex Avery planteadas de una
forma más extrema, pero sin perder el punto de comicidad que caracterizará a la
saga,y especialmente al personaje, a partir de entonces.
Además del giro hacia la comedia, el aporte clave del guión
es el cambio y caracterización de su personaje principal. Frente al
protagonista más serio y víctima de la situación de la primera película, Ash
(Ashley J. Williams para más señas) va convirtiéndose en un principio, en una
víctima muy pupas, muy parecida al Coyote de los dibujos, para terminar con un
carácter más heróico, pero también muy chuletas y humorístico, hacia el desenlace y que se irá
explotando muchísimo más en la secuela y en las apariciones posteriores en
comics o videojuegos. Esto también se debe en parte al trabajo de Bruce
Campbell, quien es capaz de pronunciar las frases de su personaje con un gran
desparpajo además de demostrar un repertorio inacabable de caras de susto,
levantamiento de cejas y ojos desorbitados.
Con el tiempo, y mucho sentido del humor, Campbell ha
acabado por hacer suyo al personaje, de forma que casi es imposible plantearse
a un nuevo Ash que no fuera el, pero que también hace que, vista hoy, la
película se note que depende muchísimo de este como protagonista: aunque los
primeros minutos sean demasiado rápido, por la intención de replantear la
historia inicial, el resto de personajes que aparecen en ella se quedan en poco
más que víctimas para que el héroe tenga problemas hasta el desenlace, o bien, aportar
el detalle necesario para el final. De los cuatro que aparecen, poco más se
sabe de ellos y poco menos hacen que correr, ser poseídos o, qué coincidencia,
saber lo suficiente del libro como para ofrecer una solución a la trama.
La falta de personajes que no sean víctimas no hace de
Terroríficamente muertos una película menos válida. Precisamente su gracia es
esta, la de ser una comedia de terror, con más énfasis en el terror, donde no
se cortan, que en el humor, también muy exagerado y de comic, y donde además de
ser capaces de plantear una historia terrorífica en un escenario muy pequeño y
aparentemente poco ambicioso, sirve en cierto modo como comienzo para una saga
y uno de los personajes más queridos y bocazas del género fantástico. Aunque
esto último en el fondo, también es parte del encanto de Ash.
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