Pese a la moda de los zombies, estos no han tenido mucha
suerte en televisión, quedándose con Walking Dead como mejor representación. La
serie de Zombieland se quedó en un piloto el año pasado, y el nuevo estreno de
Syfy ha sido todo lo que se podía esperar de una serie producida por Asylum.
Un vejete, un señor desastrado y dos tías duras. Juraría que esto lo he visto antes...
En Z Nation, un virus capaz de resucitar a los muertos ha
arrasado la nación. Pero esto fue hace unos tres años, y ahora los
supervivientes se han asentado en distintas comunidades. A una de ellas llega
un soldado acompañado de un tipo que asegura tener la clave para conseguir una vacuna, con el que deben llegar
hasta el centro de investigación más cercano. Poco después, el asentamiento de
los protagonistas es arrasado por los zombies, y los pocos que formaban su
escolta no tienen más remedio que acompañarlos siguiendo las instrucciones que
reciben desde uno de los pocos centros de comunicaciones en activo.
Un posible punto de interés de la serie consiste en saltarse
los primeros pasos de la aparición de los zombies para ir directamente a un
escenario postapocalíptico más establecido, que además de ser menos habitual
(la mayoría de películas siempre se quedan en el primer estado), siempre es
algo más divertido y da para inventar más. El siguiente, el optar por un
leitmotiv para los personajes más allá de la supervivencia, siendo este un
objetivo más ambicioso como el de obtener una cura. Las novedades se quedan ahí
porque en realidad, después de dos episodios, hay que decir que la serie es
mala con avaricia. Pero mala a nivel Sharknado. Bueno, en realidad no tanto
porque esa ya era de juzgado de guardia, aunque esta ostenta en la mayoría de
los casos la calidad de un telefilme. En concreto, de esos de monstruos que
pone el canal Cuatro los domingos por la tarde.
Sí, un bebé zombie. Apaga y vámonos
Las interpretaciones son bastante malas: a veces los actores
se quedan como pasmados, y otras veces parece que se limitan a recitar sus
diálogos. Diálogos que siguen el mismo camino: en algunos casos, completamente
afectados, y en otros, incluyen unos chascarrillos que no vienen a cuento. La
clasificación “serie Z”, y no de zombie precisamente, es lo que acaba viniendo
a la cabeza después de verlos en pantalla durante unos quince minutos. Y que se
confirma en cuanto empiezan a aparecer determinadas situaciones: desde una
compraventa de armas chorras en el medio de la carretera, con uno de los
supervivientes explicando las ventajas de un bate con clavos, hasta los
protagonistas enfrentándose a un bebé zombie. Y a un perro zombie también, como
si fuera un Resident Evil. Otro tanto para los muertos vivientes que aparecen,
que lo mismo van despacio, que corren como los de 28 días después, sin más
lógica en lo que hacen que lo que les haga falta a los guionistas en ese
momento. Y hasta la realización, con ese brillo de la imagen en gris y con unos
colores muy forzados, da la impresión de que esta se haya filmado con una
tablet y un móvil en un día nublado.
Al menos salen zombies, que era lo que había ido a buscar
Había leído bastantes críticas negativas como para, en
principio, no perder el tiempo con ella. Pero en el fondo los zombies tiran, y
lo peor es que tras el primer episodio descubrí que me parecía divertida. Hay
una explicación, y es que además de la serie B, también hay un montón de
películas de serie Z que me habían gustado. He visto enteras, y me he
entretenido con cosas como Holocausto Zombie, Apocalipsis Caníbal, Miedo en la
ciudad de los muertos vivientes y Nueva York bajo el terror de los zombies (por
cierto, estas dos últimas son de Lucio Fulci y son buenísimas. En estos
términos, claro). Películas muy torponas, que además de gore gratuito, contaban
con interpretaciones de aquella manera, argumentos absurdos, realización pobre,
y en muchos casos, una absoluta falta de sentido. Salvando las distancias, lo
que me encontré con esta serie, suficiente como para que hiciera gracia y que
tras el primer capítulo viniera un segundo. Y que probablemente caiga un
tercero.
Definitivamente, no recomendaría la serie. Es floja, aunque
quizá no más floja que otras cosas que se emiten por televisión y que
funcionan. Pero para quienes hayan disfrutado de la serie B y Z, y que quieran
ver algo sin tomárselo en serio, o incluso a modo de comedia involuntaria
haciendo comentarios en plan Mystery Science Theatre 3000, es una opción muy
divertida. Además, por lo que ví durante el capítulo de esta semana, parece que
a Narnia también le ha hecho gracia. Su hermana, en cambio, parecía con ganas
de largarse de encima de la tele en cualquier momento.
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