A la hora de ir al cine, soy muy específica. Tratándose de
algo que considero un entretenimiento, es difícil que elija una película que no
vaya con lo que me interesa. Vamos, que lo último que iría a ver es un drama, una
comedia o una comedia romántica. En el primer caso se debe a que nada de lo que
suele estrenarse en salas comerciales coincide con lo que me hace reír, y en el
último, se trata de un género del que trato de huir lo más lejos posible. Pero
algunas veces los prejuicios se han quedado en casa, y me he encontrado con
producciones que, aunque en circunstancias normales no las vería ni de broma,
hacen que no me arrepienta de haberme arriesgado a salir de lo habitual. Excepto
en el caso de las comedias románticas. Ese me sigue haciendo salir en
estampida.
La piel que habito (2011). Almodóvar nunca fue santo de mi devoción. Muy admirado por la crítica y muy exportable, pero cualquier cosa que pudiera contarme no iba a interesarme. Esta vez se arriesgó adaptando la novela Mygale, de Thierry Jonquet, donde cuenta una historia muy extraña sobre un cirujano y sus intentos por desarrollar una nueva piel sintética, la mujer que utiliza como base para sus experimentos, y los acontecimientos pasados que los han llevado a vivir una relación bastante extraña. Vera vive encerrada en el sótano de la casa, y el doctor Ledgard la trata a ratos con frialdad, a ratos con familiaridad. El comienzo resulta sumamente intrigante, sirviendo para narrar la historia desde ese punto final. A ratos es una auténtica película de mad doctors, que puede recordar a Los ojos sin rostro. A veces, es un drama psicológico, y su planteamiento, en cierto modo, podría considerarse algo de ciencia ficción (o más bien, ciencia ficción de folletín).
Esta quedaba muy alejada de lo que me había imaginado, hasta
el punto de quedarme enganchada en una narración muy extraña e intrigante, a la
que aún así, todavía podía encontrarle algunos defectos: determinadas
secuencias eran muy propias de su director, pero propias hasta el estereotipo. Y
secuencias como un diálogo absurdo en una tienda de ropa, o el detonante que
utiliza para hacer empezar la historia, rompen muchísimo el ritmo de lo que
aparece en pantalla. A veces da la impresión de que estuviera empeñado en
recordar al público que se trata de su película, y que no pueden faltar sus
detalles propios. Detalles que, después de leer el libro, se hace mucho más
evidente su condición de añadido. Aún así, sigue tratándose de una película muy
particular, y muy recomendable, de esas en las que se trastoca por completo el desarrollo
que intentaba intuir según avanzaba la historia.
La duda (2008). Tratándose de la adapción de una pieza
teatral, me esperaba un drama y pocos giros. Tratándose de un drama basado en
las sospechas que la directora de un colegio religioso tiene acerca de la
relación entre un sacerdote y uno de los alumnos, me esperaba una hora y
cuarenta de diálogos intensos. Que por motivos obvios, los hay. Pero también
hay una ambientación cuidada hasta el detalle, como esa escuela católica de los
años sesenta y la sombra de una II Guerra mundial todavía muy cercana, y unos
personajes que hacen que la trama principal resulte mucho más ambigua y
compleja. La directora, la hermana Aloysius, comienza como el prototipo de
monja fanática, espartana y cerrada a cualquier elemento no católico. El padre Flynn
es un tipo jovial, entrañable, y se preocupa por un chico con problemas. Pero
esto evoluciona, y la primera se convierte en un personaje muy sólido, que
probablemente represente todo tipo de cosas de las que el espectador está en
contra, pero a la que es imposible no admirar por su determinación y firmeza. Además,
se muestran los problemas que conllevan la jerarquía establecida en una
organización católica, donde curas y monjas parecen ser dos clases sociales
completamente distintas y una más favorecida que la otra.
La ambigüedad se sigue manteniendo incluso en la resolución,
donde las dudas quedan en el aire: tanto las de la trama principal, como las de
la protagonista sobre lo correcto en su forma de actuar. El carácter de drama
psicológico de la obra es bastante evidente, pero a la vez, hace un retrato muy
efectivo de una parte de la religión católica, de un escenario muy determinado,
y sobre todo, de unos personajes a los que en otras circunstancias, me habría
resultado imposible admirar por su actitud.
2 comentarios:
Yo tampoco había aguantado nunca el cine de Almodóvar, pero en esta última década al menos ha firmado algunas películas decentes, como "Hable con ella". En el caso de "La piel que habito", contiene tantos lastres, empezando por un imposible Antonio Banderas o esa necesidad de auto-reivindicar sus toques de "autor" (el personaje del tipo vestido de tigre, las apariciones "cultas" de Buika), que no llega a ser una buena película, pero tiene la virtud de ser extrañamente sobrio con una trama tan delirante y la hace pasablemente creíble. Y excelente ese final tan incierto.
En cuanto a "La duda", me sorprendió gratamente hace varios años. Cuando creía encontrarme la clásica adaptación de una obra teatral pensada para arrasar en las nominaciones de los Oscars, resultó ser una película muy sólida, que expone su conflicto con la adecuada ambigüedad y con excelentes interpretaciones (¡incluso de mi hasta entonces odiada Meryl Streep!)
De La piel que habito, la mayoría de lastres provienen de los detalles de autor que Amodóvar decide meter a la primera de cambio ¡Señor disfrazado de tigre y primer plano de su culo! ¡Diálogos de besugo en una tienda de ropa! ¡Absurda trama sobre medios hermanos que no lleva a ninguna parte! Exceptuando el final, que sí es suyo, y muy acertado, la mayoría de aspectos positivos provienen de la novela de Jonquet, que recomiendo muchísimo (lo cierto es que la trama principal la trata de una forma más realista, sin perder un ápice de inquietud)
La duda era un material muy de Oscar, pero su realización me pareció muy interesante...y lo cierto es que la actitud del personaje de Meryl Streep también me hizo dudar a mí: ¿Es una fanática religiosa de manual, actúa realmente según un código, o simplemente tiene opiniones morales que yo no comparto?".
Además, genial uno de sus diálogos, donde dice irónicamente "Las gatas cazan mejor".
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