Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

lunes, 1 de septiembre de 2014

Lecturas de la semana. Terminando series


¡Se acabó agosto! Y este verano, además de repasar algunos libros que recordaba (o releí) de hace muchos años, también pude terminar algunas trilogías que me habían quedado pendientes. Estas todavía son tendencia porque están en plena adapción al cine y a la televisión, pero habían ido quedando aparcadas por cualquier motivo: que me he cansado de leer dos libros del mismo tema seguidos, que me da pereza sacarlas de la biblioteca o que prefería esperar a leerlas en papel.   


Suzanne Collins. Sinsajo (Los juegos del hambre 3). Esta trilogía ha sido de lejos la que más me ha sorprendido dentro de la narrativa juvenil reciente. Aún manteniendo alguna característica propia del género, quedaba a años luz de las que más sonaban en el momento, como Crepúsculo o Cazadores de sombras. Lo cierto, es que su ambientación en una sociedad distópica y muy de ciencia ficción no tenía nada que ver con esos otros temas..Ni con otros similares que se han publicado a raíz de su éxito, tampoco.
En lugar de repetir el esquema anterior sobre competiciones mortales, avanza en la trama sobre la rebelión de los Distritos contra el Capitolio. Tema que había venido rumiándose desde un principio pero que la protagonista siempre vivió como algo muy secundario. Esto es algo que se mantiene, ya que esta debe lidiar ahora con su puesto de herramienta propagandística para una resistencia cuyos métodos se acercan peligrosamente al del poder que intentan derrocar.

Uno de los principales defectos que la serie mantuvo en los libros anteriores ahora es mucho más evidente: toda esa trama es muy débil, en comparación con la principal, y siempre se plantea como algo de lo que la protagonista no llega a enterarse muy bien. Es más, parece que cada vez que la autora no sabe que hacer con la trama, envía a Katniss inconsciente al hospital para despertarla después y hacer que se entere a grandes rasgos de lo que ha pasado. Le pasa cada vez que visita un hospital, participa una batalla…o se enfrenta al propio presidente del Capitolio, recurriendo a una resolución atropellada y muy pillada por los pelos.

En cambio, siempre quedará en la memoria el absurdo mundo y sistema de castigo de Panem, poblado de modas y modificaciones corporales imposibles, donde un juego anual a muerte es considerado un entretenimiento viable y lógico. Si en papel resultaba algo difícil de creer, Collins consigue recrear un mundo plausible, que es fácil creerse a las pocas páginas y cuyos personajes, especialmente su protagonista, resulta más complejo de lo que uno esperaría. Es también gracias a estos por lo que los Juegos del hambre se convierten en una lectura memorable: estos,  poco simpáticos, muy alejados del romanticismo propio de los adolescentes y que terminan sus días marcados emocionalmente por lo que les ha sucedido. Lo que prometía ser un happy ending al uso se convierte en una forma muy hábil de recrear un desenlace bastante oscuro. 


Guillermo del Toro y Chuck Hogan. Eterna (Trilogía de la oscuridad 3). The Strain pasó de ser una trilogía a una serie este verano, donde a ratos se pueden ver unos vampiros parecidos al conde Orlok asolando Nueva York, y a otros ratos, a Corey Stoll con peluca.

Si en los dos primeros tomos se narraba en cuestión de días la epidemia de vampiros, y los orígenes de El Maestro, el no muerto que se encontraba detrás de la plaga, Eterna continúa la historia tras un lapso de dos años: varias explosiones nucleares han provocado que la tierra se suma en una oscuridad permanente y han facilitado que el Maestro y sus vampiros se hagan con el control de esta. Lejos de exterminar a la humanidad, esta continúa su vida, excepto unos pocos mantenidos en granjas y utilizados para extracción de sangre y cría (vamos, la dieta habitual de cualquier banquero, pero menos discretos). Eph Goodweather, Nora y Vasily hacen lo que pueden como miembros de la resistencia sin la ayuda de Abraham Setrakian, ya fallecido, y con el hijo de Eph convertido en discípulo del Maestro.

De entrada, este último tomo tiene bastante interés al tirarse a la piscina y plantear la narración desde un escenario postapocalíptico, donde los autores tienen más libertad creativa. Y esta se nota, al crear una situación más propia de cualquier posguerra que una similar a Mad Max o La carretera: exceptuando los vampiros que triscan por las calles, la escasez de alimentos y la gente intentando continuar con su vida resulta algo bastante ordinario y realista.

Pero, si en los libros anteriores el mayor defecto eran las explicaciones científicas que aparecían cada dos por tres, y los personajes aparentemente molones que acababan por no hacer nada, en este caso estos han sido sustituídos por…las explosiones. Por suerte no hay mucho que exponer en plan “ciencia para todos” pero se recurre al truco de que, cada vez que los personajes se encuentran en alguna situación difícil narrativamente hablando, algo explota. Esto es algo que se mantiene hasta el último momento del libro, donde uno puede no quedarse muy contento con esto de haber leído tres tomos para que la mitad acaben con un hongo nuclear. Aún con los elementos interesantes que salían de vez en cuando, no me extraña que Del Toro no volviera a intentar hacer carrera con la letra impresa y se dedicara a los guiones. 

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