Hace algo más de diez años, los zombies se convirtieron en el monstruo estrella de la ficción. Los cadáveres reanimados, que habían sido una parte más del terror desde que George A. Romero popularizara sus rasgos modernos en La noche de los muertos vivientes, y a los que Danny Boyle había dotado de velocidad en 28 días después ç8aunque recordando a Enjuto Mojamuto, no son zombies sino infectados), se convirtieron durante 2010 en adelante en la criatura más popular del siglo xXI. Carente de identidad, de voluntad, e imposible de redimir a los ojos del público a diferencia de su pariente no muerto más cercano, el vampiro, reflejaban bien la incertidumbre e inseguridad de una sociedad que venía de sufrir una nueva crisis económica. Walking Dead, del comic a la serie de TV, demostraba que se podía hacer una historia sobre muertos vivientes duradera, lejos del público de nicho y los presupuestos ínfimos. Este interés se haría notar en el mundo editorial convirtiéndose la ficción zombie en un subgénero más dentro del terror. Esta semana, un poco porque parece que octubre se presta a ello, o por recordar esos años en los que no teníamos ni idea de lo que se nos venía encima, he recuperado aun par de novelas que recurren a los muertos vivientes de formas distintas cada una.
Craig Di Louie. Infection. Un virus desconocido provoca que gran parte de la población caiga en coma. Poco tiempo después, los infectados despiertan, carentes de consciencia y convertidos en depredadores que matan a todo ser vivo que encuentran para alimentarse de ellos. En medio del caos, la sociedad se desmorona y solo permanecen distintos grupos de supervivientes intentando llegar al día siguiente. Uno de tantos, formado por un ex militar, un agente de policía, un adolescente y un sacerdote, tiene más suerte que el resto y consigue llegar a uno de los pocos campos de refugiados que lo que queda del gobierno de Estados Unidos mantiene todavía en pie. Aunque en un espacio atestado de gente, donde malviven víctimas y depredadores, puede ser más peligroso que las ciudades abandonadas y llenas de cadáveres reanimados.
Primero de una trilogía no traducida al español, la novela de Di Louie establece los primeros pasos de una saga bastante rutinaria (al menos en teoría, porque no he pasado del primer libro), que utiliza los tópicos establecidos den un género que en 2011, eran ya bastante conocidos y explotados: el virus de origen desconocido, para no tener que explicar mucho, los tipos de zombies, siendo ya los corredores una categoría en sí misma, e intentando que el escenario sea algo más original, algunos zombies monstruosos, resultado de alguna mutación de esas que vienen tan bien en la ficción, pero que después de cuatro Resident Evil, los House of the Dead y un par de Dead Rising, tampoco es que sea tan original (salvo para hacernos reflexionar sobre la influencia delos videojuegos en la ficción popular reciente).
l resto transcurre por unos escenarios trillados, en este caso, ciudades y carreteras despobladas de Estados Unidos, una serie de protagonistas de distinta procedencia y características, del que alguno se quedará por el camino y el final a vierto de cara al siguiente libro de la serie. Que, debido al ritmo de la narración, se hace más que evidente que esta saga estaba pensada desde el principio.
La impresión general de este Infection es la de ser una de tantas. Casi, el equivalente zombis a la novela comprada en una estación de tren, sin que esta ofrezca nada que vaya a ser recordada un tiempo después de haber pasado la última página. Correctamente escrita, rápida de leer, sin sorpresas pero también sin nada que la convierta en algo especial o que pudiera destacar entre las decenas de novelas del estilo que se publicaban entonces.
Cherie Priest. Boneshaker. Durante los primeros años de la Guerra Civil Americana, los rumores de la existencia de minas de oro en la región del Klondike atrae no solo a quienes quieren hacer fortuna, sino a científicos deseosos de probar la eficacia de sus invenciones. Que muchos inversores demandan para poder extraer el oro del suelo congelado de Alaska. Es la primera prueba de una de estas máquinas, apodada Bonesaheker, la que provoca un terrible accidente, reduciendo Seattle a cenitas y provocando la fuga desde el subsuelo de un gas que provoca la muerte inmediata de quienes lo inhalan y su regreso como cadáver reanimado. Quince años después de que no solo se perdiera la ciudad sino innumerables vidas incluida la de Leviticus Blue, el diseñador de la máquina, Briar, la viuda de este saca adelante como puede a su hijo entre las miradas de los supervivientes que todavía recuerdan el papel de su marido en aquella catástrofe. Pero, cuando su hijo, intentando limpiar el nombre de su padre, escapa con intención de acudir a las ruinas de la ciudad, Briar debe adentrarse en un lugar permanentemente envuelto en gas tóxico, por el que no solo deambulan los cadáveres de las víctimas sino supervivientes acostumbrados a moverse en un entorno hostil.
Cuando los temas de un libro son steampunk y zombies, al menos este va a ser origina. También el haber comenzado con una catástrofe en un periodo tan poco explotado en este sentido como es el siglo XIX con lo hace, y la novela dedica bastante tiempo a desarrollar el trasfondo en el que se mueven los personajes. Este es una época de pioneros, donde las condiciones de los buscadores de oro se ven sustituidos por ese apocalipsis retro que genera un escenario muy particular, donde un accidente masivo no tiene mayores consecuencias fuera de sus fronteras pero da forma a la vida cotidiana de sus habitantes, subsistiendo en las fábricas que se han establecido, y con una estética muy particular entre el siglo XIX y las máscaras antiguas que son una parte para la supervivencia de los personajes. El resto de elementos que sirven de trasfondo son los propios del steampunk: el uso de naves voladoras, tecnología a vapor y laboratorios de diseño tan barroco como anacrónico, que son una parte más que se adopta como parte de un género con una estética muy característica.
En este sentido, la novela es más una narración steampunk, donde el escenario y el número de personajes con premisa interesante (la ciudad arrasada por un gas tóxico, capitanes de aeronaves, una princesa india que busca venganza y una tabernera con un brazo mecánico entre otros) se acaba comiendo a los principales que tienen en comparación muy poco tiempo. Estos, Briar, la protagonista, es quien tiene más peso, siendo sui hijo un poco es el Mcguffin por el que debe empezar una aventura. Aunque esta, caracterizada como una mujer fuerte y endurecida, se queda en un retrato un poco plano al ser necesario presenta runa cantidad de secundarios llamativos y a un antagonista que poco más va a salir, porque el libro, pese a ser el primero de una serie, es autoconclusivo y los siguientes transcurren en lugares y con protagonistas distintos.
Además, pese a que se defina como “steampunk y zombis”, de los últimos, poco hay. Salvo en el prólogo donde se los menciona, estos son uno d más de los peligros que pueden encontrarse en la ciudad donde transcurre gran parte de la trama. Pero apenas tienen presencia, y perfectamente podrían haber sido sustituida por cualquier otro elemento peligroso. Casi da la impresión que fueron un añadido para una novela escrita en un momento en que loa zombis pegaban fuertes y si era posible incluirlos en una obra de fantasía, adelante. Al menos, de esta puede decirse “Vine en parte por los zombies, me quedé por la locura steampunk con gases mortales, aeronaves, mad doctors con problemas de identidad y heroínas con mal carácter”.
2 comentarios:
Aunque hayamos acabados hartos de zombis, al menos acabaron con la moda de vampiros moñas que brillan xD.
El primer libro no lo conozco, pero sí hubo muchos de estos en la época, de los de guion de peli de zombis romeresca. Siempre me ha parecido más interesante lo que hace Dolmen Editorial en su línea Z publicando libros un poco, sólo un poco, más originales. Al menos en cuanto a situar la acción por lares más cercanos y adaptarse a los lectores de aquí. Recuerdo varias novelas ambientadas en la guerra civil española, hay zombis gallegos, asturianos, Madrid zombi, Avilés zombi, varias versiones de clásicos como El Quijote...
El steampunk siempre es bien xD. Boneshaker sí la conocía. Siempre me llamó la atención la portada y esa mezcla en principio tan poco habitual de novela steampunk con zombis, aunque por lo que dices de los segundos no hay mucho.
Lo que no sé es qué viene después de los zombis. ¿Las pandemias? Si ya con la crisis de los dos miles la ficción viró hacia las distopías y el tono pesimista, no sé qué nos queda ya.
Es verdad, visto ahora, el boom de los zombies parecía una reacción contra los vampiros luminosos. Una de las cosas que espero que no vengan en forma de nostalgia xD.
Sí que ahora parece un genero un poco más olvidado, los spin offs de Walking dead siguen por ahí y hace tres años se había estrenado el Army of the Dead de Snider, pero quizá hemos quedado un poco escaldados tras una pandemia en la que en vez de enfrentarnos a zombies, acaparamos papel higiénico XD. Aunque justo ahora van a estrenar la película de Apocalipsis Z, nuestra primera invasión zombie patria, igual es que no quedamos tan hartos.
El primero casi me ha costado reseñarlo porque me estaba olvidando de él al poco de leerlo, lo que es decir bastante de lo que tiene que contar: sabes lo que hay, te lo lees, y con un poco de suerte, te entretiene. En comparación, lo que sacaba Dolmen era más original y más reconocible. Aun así, revisiones posteriores, como el Malnazidos que adaptaba Noche de difuntos del 36, me pareció mejor que su versión escrita.
Boneshaker sí que me pareció bastante entretenida pero con la impresión que esos zombies venían tan impuestos como los de Lucio Fulci en su trilogía, de "tú mete estos bichos, que están de moda y a la gente les va a encantar". Al final, poco salen, poco molestan, y lo que hay es una novela de steampunk durante la fiebre del oro de lo más entretenida.
Ahora, también he visto que al menos la fantasía, se ha vuelto mucho más amable: casi todo lo que encuentro es romantasy o cozy fantasy. Como debe estar la cosa para que ahora los lectores, en vez de leer sobre matar dragones, quieran historias sobre preparar cafés, tener una casa y un trabajo estable.
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