Aunque recientemente el número de
episodios por temporada en televisión se esté reduciendo, el verano
sigue siendo la época para emitir series más breves, que puedan
probar suerte en unos meses de menos competencia, o en el peor de los
casos, por ocupar espacio. Es un buen momento para probar con alguna
sin el problema de quedar vendida con dos decenas de capítulos. Y
más cuando el material que han tomado como referencia es una de las
mejores novelas cortas de Stephen King, a la que, la brevedad por la
que se caracterizaba en la obra de un autor tirando a libros
mastodónticos, el formato de serie más corta era muy adecuado.
La niebla contaba previamente con una
adapción cinematográfica sorprendentemente buena (la de Frank
Darabont en 2007. Nada que ver con la película de John Carpenter ni
su remake de la misma década), donde se introducían importantes
diferencias respecto del original que incluso le habían gustado al
propio King. La niebla, como serie, se separa todavía más de este:
los puntos básicos de la trama coinciden, como son la aparición de
una niebla, relacionada con los experimentos que en una base militar
cercana se están llevando a cabo, las criaturas que la habitan y
sobre todo, el efecto que un encierro prolongado en un entorno hostil
tiene sobre los personajes. El resto, es un enfoque muy distinto. Una
de las fuentes de conflicto se trasforma del fanatismo religioso
tradicional a un enfoque en principio más inofensivo, como es el ver
a la naturaleza como una fuerza mística, pero que en las
circunstancias adecuadas es igual de peligroso. Y la familia
protagonista cuenta con el conflicto previo de vivir en una comunidad
marcada por la estrechez de miras y las habladurías. A estos se les
unen dos personajes nuevos, probablemente relacionados con el origen
de una niebla a la que King solo dio referencias veladas: un soldado
con amnesia que proviene de las instalaciones donde esta empezó, y
una delincuente cuyo pasado es un misterio.
Con el añadido de tramas y personajes,
es posible plantearse si la novela original daría realmente para una
serie de diez episodios. Seguramente no, pero los aportes al guión,
debidamente tratados podrían haber resultado en una producción que
expandiera y modificara esta de una forma interesante y con
posibilidades. El convertir a las criaturas de la niebla en una
amenaza de corte más sobrenatural, donde lejos de ser monstruos
tangibles, adoptan la forma de lo que desean o temen sus víctimas, y
la trama que traen consigo los personajes nuevos, abría muchas
posibilidades para una serie de terror y supervivencia, que aportaría
algo más de novedad a un tipo de ficción que está demasiado ligada
a los zombies (bueno, esto último es una apreciación objetiva, Como
si yo fuera a quejarme de que hoy hay superávit de zombies...).
Posibilidades que por desgracia, son sustituídas por una serie de
tramas que, por la torpeza con la que se ejecutan y por lo poco
relacionadas con el tono de la serie, hacen que esta entorpezca el
ritmo general y que nunca quede muy claro con qué aspecto quiere
quedarse el guión. Si el original combinaba de forma efectiva los
miedos colectivos y el fanatismo, su versión televisiva hace una
mezcla, muy mal llevada entre el argumento fantástico, que era el
que seguramente esperaba su público, y una serie de dramas
familiares que resultan fuera de lugar: desde el primer episodio se
dedican a insistir en lo cerrado y politicamente incorrecto que es el
pueblo de los protagonistas, en plantear una tragedia familiar que
acompañará a la hija de estos, como es el haber sido violada y el
encontrarse encerrada en el mismo lugar con su supuesto agresor...y
por si no fuera poco, terminan cerrando estas con unos giros en los
que aparecen padres y hermanos descubiertos en el último minuto
dignas de un telefilme de los de antena tres por la tarde. En
general, una forma de enrevesar y alargar capítulos bastante floja,
y que poco tiene que ver con el resto de lo que aparece en pantalla.
A veces dan ganas de gritarle a los personajes que se olviden un poco
de las tragedias locales y que se centren en el bicherío que hay en
el exterior, que ya resolverán los conflictos luego. O directamente,
que se los coman y quedarnos con la trama que habían prometido.
Los protagonistas de esta parte del
guión son los que más presencia tienen durante gran parte de los
episodios, y a los que acaba siendo sencillo desear que desaparezcan
rápido, o que sean reescritos de otro modo. En concreto, una
adolescente cuya actitud acaba resultando más que improbable, y una
madre interpretada por una Alyssa Sutherland que quedará muy mona en
shorts y pantalones pitillo, pero cuya actuación consiste en poner
cara de estreñida y encontrarse, como mucho, en un estado de
disgusto permanente. El resto cumple ordenadamente su papel de
víctimas y poco importa lo que hayan hecho durante el resto de la
serie, porque a partir del sexto capítulo se empieza a sospechar que
en ese centro comercial no va a quedar ni el apuntador.
Aunque sea evidente que disponen de
menos medios que en otras series, una parte se compensa recurriendo a
escenarios cerrados y sobre todo, a la niebla titular. Pero en una
serie de terror (al menos, en principio) tarde o temprano tienen que
aparecer algunos efectos especiales que lo justifiquen. Que aquí no
son especialmente brillantes: mucha infografía, normalita para estos
días, pero uno diseño de criaturas que, quizá pretendiendo
justificarlo por el giro sobrenatural que se les ha dado, acaban
pareciendo una especie de dementores de marca blanca y algún que
otro diseño genérico que sale en contadas ocasiones.
Como serie basada en una novela, La niebla ha resultado desastrosa: tramas melodramáticas que poco tienen que ver con la principal, personajes sin carisma que las convierten en algo todavía más insufrible y una resolución que, por un lado termina el drama familiar de una forma más ridícula, pero lo finaliza para bien, y que por otro, le pone al espectador el cebo de un argumento más interesante que el que pudo haber estado viendo durante los últimos diez episodios. Y que, al menos este último, funciona: la secuencia final hace pensar que, ya que hemos llegado hasta ahí, no nos podemos quedar tirados sin saber qué pasa después.
2 comentarios:
¿Te puedes creer que nunca he leído a Stephen King? En algún momento tengo que hacerlo, pero tiene tanta obra y tan dispar que no sé por dónde empezar y me puede la pereza.
Pues sin duda, para empezar, su etapa de principios de los ochenta, donde brillaba. Misery es un estudio de personajes, los tres primeros de la Torre oscura son una locura y La niebla es una joyita.
Después cayó, más que bajo el peso de su fama, bajo el peso de mamotretos de ochocientas páginas que sacaba como churros. Creo que en los últimos años ha remontado, aunque ahora en general tengo bastantes autores nuevos pendientes.
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