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jueves, 14 de septiembre de 2017

El último cazador de brujas (2016). Fantasía urbana, peleas y frikismo. Sobre todo, este último.

En este blog somos partidarios de las brujas por motivos obvios

Entre estreno y estreno grande, siempre es posible encontrar películas de género fantástico que cubran un poco el hueco que queda entre las anteriores. La saga de Resident Evil se las apañó bastante bien en estas condiciones, y de vez en cuando, alguna producción similar prueba suerte, aunque en el fondo, sean un poco la versión actualizada de las series B, con un presupuesto y medios que sus predecesoras de los ochenta no hubieran soñado. Pero, ¿Quién dijo que esto sea malo? Si alguna de las películas más divertidas y originales han visto la luz dentro de esta etiqueta.



El último cazador de brujas no viene a revolucionar el género, pero sí sería un poco este caso: medios más que suficientes y un argumento muy fantástico y muy pensado  para un público concreto. En este caso, el que va a seguir las aventuras de Kaulder, un cazador que en la edad Media consigue acabar con la reina de las brujas, quien ha desencadenado la peste negra sobre Europa. Esta, antes de morir, lo maldice condenándolo a vivir eternamente. Lo que Kaulder, lejos de parecerle una tragedia, le sirve para convertirse en una leyenda en el mundo de las brujas supervivientes y de los pocos humanos que conocen su existencia. Ochocientos años más tarde ambos mantienen una tregua que el último cazador se encarga de hacer cumplir, capturando a todos aquellos que incumplen las normas, interfieren en la vida de los humanos o suponen un peligro. Y que últimamente han empezado a multiplicarse: corren rumores de que la reina de las brujas planea su regreso, que este está relacionado con la vida eterna de Kaulder, y que pese a haber trabajado solo durante los últimos siglos, la ayuda prestada por una hechicera capaz de moverse entre los sueños y el secretario designado por la iglesia como su ayudante, puede ser la clave para evitarlo. 


La mayoría de intentos de pasar las características de la fantasía  urbana al cine no han terminado de cuajar. Yo, Frankenstein resultaba un poco desbarre, Cazadores de sombras  era poco más que un fanfic hecho con cosas vistas mil veces y solo Guardianes de la noche, con todas sus rarezas, había dado en el clavo (lo cierto es que su carácter único y bastante estrafalario  es lo que hizo que funcionara). Este se queda a medio camino entre las tres: cuenta con una personalidad y se esfuerza en ofrecer  algo propio, o al menos, en hacer un poco suyos los elementos del género. Pedro tampoco se separa demasiado de los tópicos y el paquete es el de una película de fantasía y acción con un héroes muy sobrado. En el primera caso, el guión sabe  muy bien cual es su público, y que este va a reconocer los lugares comunes sin que sea necesario introducir diálogos explicando cada paso. La cultura popular es suficiente para reconocer una sociedad de magos, con sus reglas y hechizos, así como los recursos de los que dispone el protagonista. Por otro lado, la ambientación resulta un poco genérica, tomando del mismo modo hechos y referencias de otras ficciones sin que aparezca nada nuevo: la edad media del prólogo es la típica edad oscura (literalmente. Porque es de noche todo el rato), roban descaradamente un par de secuencias oníricas de Gladiador y los vestuarios de los brujos parecen los de una ilustración cualquiera de Vampiro: la mascarada.



El que la película recuerde un poco a una partida de rol no es solo por la ambientación, sino que nació de esta idea: Vin Diesel es muy aficionado a Dungeons&Dragons y tanto la historia como el protagonista se basan en su personaje de las partidas. Un detalle friki bastante entrañable pero que hace que este  tenga una caracterización demasiado simple: mola mucho, así, con todas las letras. Es inmortal, sabe artes marciales, está forrado y eso de la maldición de vivir eternamente tampoco le quita el sueño. Ni parece demasiado conflictuado en la correspondiente trama de traiciones y conspiraciones. Va por un mundo de brujas y magos con horchata por las venas y una actitud que en el fondo, recuerda un poco al Riddick que lo hizo famoso. Pero que en el fondo, es una versión guionizada y con medios del relato que un jugador cualquiera podría haber hecho sobre sus aventuras en una partida.

Para poder usar la Espada de fuego necesitas ser al menos un Vin Diesel de nivel 15 y sacar un crítico

Un protagonista sin tacha tampoco supone el fracaso del guion: Diesel tiene carisma y las habilidades necesarias para sacar adelante la película, que en el fondo, es una historia de fantasía de las de buenos contra malos, un poco de acción, y sobre todo, una manera de introducir a unos personajes de cara a una posible secuela. De una forma quizá demasiado evidente, con el grupo presentado, formado, y a punto de iniciar la siguiente aventuras, que puede tener lugar, o no, dependiendo del público. Por mi parte, si su cazador de brujas no se sube demasiado a la parra y se convierte en una nueva Milla Jovovich en Resident Evil, me apunto. 

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