Que cualquier lugar puede ser
susceptible de estar embrujado es algo que se ha visto en la ficción
desde hace mucho. Es más, hoy hasta el lugar más insospechado es
susceptible de ser escenario para una historia sobrenatural, y las
mansiones y rectorías han dado paso a hoteles, hospitales, algún
que otro barco y hasta comisarías. Pero si hay un sitio que ya le
impone respeto al público, después de la delegación de Hacienda,
es un banco. Un lugar donde lo habitual es ser escenario de películas
de acción y algún que otro drama era, al menos, un punto de partida
interesante para ofrecer una historia donde se mezclaran un poco
estos géneros.
The Vault comienza con una llamada
telefónica donde un empleado de banca avisa a la policía sobre el
atraco que está teniendo lugar. Algo que en principio adelanta
acontecimientos, ya que la historia comienza un poco antes, con un
grupo de personas dispares se encuentran en la sucursal bancaria: por
un lado, los empleados que asisten atónitos a una escena típica de
cualquier película cuando un grupo de ladrones irrumpen en el local.
Por otro, los organizadores del plan, tres hermanos que se han visto
obligados a recurrir al golpe para pagar ciertas deudas. O por
aquello de darle algo de trasfondo a los protagonistas, porque poco
más se sabe del tema. El robo no sale como esperaban, obteniendo un
botín más bien escaso y el grupo no tiene otra opción que intentar
abrir la cámara acorazada que se encuentra en el sótano y así
poder justificar un plan que no ha salido como esperaban. Pero con la
policía a punto de llegar, las sospechas empiezan a surgir entre
ellos, y no son las que podían esperarse en un escenario así:
además de desconocer quien pudo haber dado la voz de alarma, los
empleados aseguran que algo sucede en el sótano, y que ninguno
bajaría allí ni por todo el dinero que permanece guardado en la
cámara.
La idea de mezclar en el mismo metraje
una trama sobre atracos y una sobrenatural es de lo más curiosa, y
cuando menos, da para una historia entretenida y que se sale de lo
común. Pero también resulta fallida: la impresión que da es que
ambas han sido pegadas como podían, y que es solo a base de diálogos
como consiguen que coincidan: si los primeros minutos responden al
milímetro a un guión sobre robos, los intentos de ir introduciendo
lo fantástico resultan muy forzados. Ya resulta un poco chocante que
alguien en una entrevista de trabajo empiece a hablar de lo poco que
duran sus empleados porque les da miedo el sitio, pero es más
chocante que uno de los rehenes le asegure a los atracadores que en
el banco sucede algo paranormal ¿Que la cámara acorazada da
miedito? Como si un tipo con un fusil de asalto apuntando hacia uno
no lo diera...
La parte fantástica tampoco queda
clara: si en un principio querían quedarse con el aspecto más
tradicional de los fantasmas, estos acaban teniendo unas apariciones
en las que no queda claro si se trata de espectros, resucitados, o
algún tipo de zombies, y donde, por si acaso, se empeñan en
hacerlos aparecer un poco porque sí, a modo de sopresa final. Y si
al principio esto iba funcionando (si el espectador pone bastante de
su parte, eso sí), los tramos finales estropean lo poco que habían
conseguido en la primera parte. Los personajes, salvo el trío
protagonista, son víctimas de esta aproximación tan tópica: dos de
ellos se limitan a estar ahí un poco para hacer fondo y ser
protagonistas de unas muertes un poco grotescas, y los otros tres
actores hacen lo que pueden con unas pinceladas tan simples para sus
personajes: que si no les quedaba más remedio, que si son
delincuentes con un código de honor, que si hay que pagar
deudas..Algo que más que servir de algo en el guión, parece pensado
para darles unas guías de actuacíón. Que por suerte les funcionan:
los tres al menos desempeñan su interpretación con bastante
soltura, y dentro de lo simple de sus personajes, resultan
medianamente creíbles. Al igual que James Franco, aunque en su caso
es un poco extraño que aparezca en la cabeza del cartel cuando su
personaje sale tan poco que casi parece que solo fue por ahí a
recoger unas llaves.
The Vault resulta una película un
tanto fallida, No es una de atracos, tampoco una de fantasmas al uso,
y aunque salen ambos, no terminan de tener claro qué quieren hacer
con ambas tramas. En cambio, no llega a ser un desastre absoluto:
intenta, aunque no lo consigue, ofrecer una historia un poco
distinta. No se pasa de ambiciosa, trabajando muy bien con los cuatro
escenarios limitados de los que disponen, e incluso cuentan con un
par de momentos (como lo que hay en el interior de la cámara o que
el vestuario de uno de los personajes revele bastante sobre su
pasado) más brillantes que el resto del conjunto. Las hay mejores,
pero también mucho peores, y al menos, este atraco no es una mala
opción para una tarde de domingo.
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