jueves, 7 de septiembre de 2017

La niebla (2017) ¿Terror veraniego, drama familiar o alternativa para echarse la siesta?


Aunque recientemente el número de episodios por temporada en televisión se esté reduciendo, el verano sigue siendo la época para emitir series más breves, que puedan probar suerte en unos meses de menos competencia, o en el peor de los casos, por ocupar espacio. Es un buen momento para probar con alguna sin el problema de quedar vendida con dos decenas de capítulos. Y más cuando el material que han tomado como referencia es una de las mejores novelas cortas de Stephen King, a la que, la brevedad por la que se caracterizaba en la obra de un autor tirando a libros mastodónticos, el formato de serie más corta era muy adecuado.



La niebla contaba previamente con una adapción cinematográfica sorprendentemente buena (la de Frank Darabont en 2007. Nada que ver con la película de John Carpenter ni su remake de la misma década), donde se introducían importantes diferencias respecto del original que incluso le habían gustado al propio King. La niebla, como serie, se separa todavía más de este: los puntos básicos de la trama coinciden, como son la aparición de una niebla, relacionada con los experimentos que en una base militar cercana se están llevando a cabo, las criaturas que la habitan y sobre todo, el efecto que un encierro prolongado en un entorno hostil tiene sobre los personajes. El resto, es un enfoque muy distinto. Una de las fuentes de conflicto se trasforma del fanatismo religioso tradicional a un enfoque en principio más inofensivo, como es el ver a la naturaleza como una fuerza mística, pero que en las circunstancias adecuadas es igual de peligroso. Y la familia protagonista cuenta con el conflicto previo de vivir en una comunidad marcada por la estrechez de miras y las habladurías. A estos se les unen dos personajes nuevos, probablemente relacionados con el origen de una niebla a la que King solo dio referencias veladas: un soldado con amnesia que proviene de las instalaciones donde esta empezó, y una delincuente cuyo pasado es un misterio.





Con el añadido de tramas y personajes, es posible plantearse si la novela original daría realmente para una serie de diez episodios. Seguramente no, pero los aportes al guión, debidamente tratados podrían haber resultado en una producción que expandiera y modificara esta de una forma interesante y con posibilidades. El convertir a las criaturas de la niebla en una amenaza de corte más sobrenatural, donde lejos de ser monstruos tangibles, adoptan la forma de lo que desean o temen sus víctimas, y la trama que traen consigo los personajes nuevos, abría muchas posibilidades para una serie de terror y supervivencia, que aportaría algo más de novedad a un tipo de ficción que está demasiado ligada a los zombies (bueno, esto último es una apreciación objetiva, Como si yo fuera a quejarme de que hoy hay superávit de zombies...). Posibilidades que por desgracia, son sustituídas por una serie de tramas que, por la torpeza con la que se ejecutan y por lo poco relacionadas con el tono de la serie, hacen que esta entorpezca el ritmo general y que nunca quede muy claro con qué aspecto quiere quedarse el guión. Si el original combinaba de forma efectiva los miedos colectivos y el fanatismo, su versión televisiva hace una mezcla, muy mal llevada entre el argumento fantástico, que era el que seguramente esperaba su público, y una serie de dramas familiares que resultan fuera de lugar: desde el primer episodio se dedican a insistir en lo cerrado y politicamente incorrecto que es el pueblo de los protagonistas, en plantear una tragedia familiar que acompañará a la hija de estos, como es el haber sido violada y el encontrarse encerrada en el mismo lugar con su supuesto agresor...y por si no fuera poco, terminan cerrando estas con unos giros en los que aparecen padres y hermanos descubiertos en el último minuto dignas de un telefilme de los de antena tres por la tarde. En general, una forma de enrevesar y alargar capítulos bastante floja, y que poco tiene que ver con el resto de lo que aparece en pantalla. A veces dan ganas de gritarle a los personajes que se olviden un poco de las tragedias locales y que se centren en el bicherío que hay en el exterior, que ya resolverán los conflictos luego. O directamente, que se los coman y quedarnos con la trama que habían prometido.



Los protagonistas de esta parte del guión son los que más presencia tienen durante gran parte de los episodios, y a los que acaba siendo sencillo desear que desaparezcan rápido, o que sean reescritos de otro modo. En concreto, una adolescente cuya actitud acaba resultando más que improbable, y una madre interpretada por una Alyssa Sutherland que quedará muy mona en shorts y pantalones pitillo, pero cuya actuación consiste en poner cara de estreñida y encontrarse, como mucho, en un estado de disgusto permanente. El resto cumple ordenadamente su papel de víctimas y poco importa lo que hayan hecho durante el resto de la serie, porque a partir del sexto capítulo se empieza a sospechar que en ese centro comercial no va a quedar ni el apuntador.



Aunque sea evidente que disponen de menos medios que en otras series, una parte se compensa recurriendo a escenarios cerrados y sobre todo, a la niebla titular. Pero en una serie de terror (al menos, en principio) tarde o temprano tienen que aparecer algunos efectos especiales que lo justifiquen. Que aquí no son especialmente brillantes: mucha infografía, normalita para estos días, pero uno diseño de criaturas que, quizá pretendiendo justificarlo por el giro sobrenatural que se les ha dado, acaban pareciendo una especie de dementores de marca blanca y algún que otro diseño genérico que sale en contadas ocasiones.

Como serie basada en una novela, La niebla ha resultado desastrosa: tramas melodramáticas que poco tienen que ver con la principal, personajes sin carisma que las convierten en algo todavía más insufrible y una resolución que, por un lado termina el drama familiar de una forma más ridícula, pero lo finaliza para bien, y que por otro, le pone al espectador el cebo de un argumento más interesante que el que pudo haber estado viendo durante los últimos diez episodios. Y que, al menos este último, funciona: la secuencia final hace pensar que, ya que hemos llegado hasta ahí, no nos podemos quedar tirados sin saber qué pasa después.

2 comentarios:

  1. ¿Te puedes creer que nunca he leído a Stephen King? En algún momento tengo que hacerlo, pero tiene tanta obra y tan dispar que no sé por dónde empezar y me puede la pereza.

    ResponderEliminar
  2. Pues sin duda, para empezar, su etapa de principios de los ochenta, donde brillaba. Misery es un estudio de personajes, los tres primeros de la Torre oscura son una locura y La niebla es una joyita.
    Después cayó, más que bajo el peso de su fama, bajo el peso de mamotretos de ochocientas páginas que sacaba como churros. Creo que en los últimos años ha remontado, aunque ahora en general tengo bastantes autores nuevos pendientes.

    ResponderEliminar