No había quedado muy convencida con The Purge. La premisa de
una sociedad que dispone de doce horas para cometer todo tipo de delitos
parecía interesante (aunque si se escarba un poco, un tanto absurda), pero su
desarrollo se quedó en una película muy de telefilme a la que únicamente la
sostenían las secuencias en las que se planteaba el sistema de la purga y la
actitud de la sociedad ante ella. Pero la relación coste beneficio fue de tal
calibre que su secuela llegó justo un año después. La diferencia es que esta
vez han tomado nota de los defectos y han ofrecido una nueva visión de la purga
mucho más dinámica y más pensada para explotar su premisa.
Un año más, faltan pocas horas para que empiece la Purga anual. Los medios de
comunicación no paran de anunciar el tiempo que falta y recordar las reglas:
qué tipos de armas pueden usarse, y sobre todo, no asesinar a los políticos
(esto último lo repiten mucho porque es bastante fácil olvidarse). Pero no
todos los protagonistas se apresuran en mantenerse en la seguridad de su hogar:
mientras una camarera se reúne con su hija y su padre enfermo, y una pareja
conduce hacia su casa, un hombre armado sale con la intención de aprovechar la Purga para vengarse. Pero un
grupo de extraños armados hasta los dientes que arrasa un edificio, y un coche
averiado en mitad de la carretera a pocos minutos de la Purga hace que los destinos
de todos ellos se crucen y que, a pesar de los deseos de venganza, lo más
importante sea sobrevivir a las próximas doce horas.
El cambio de registro respecto a la primera parte ha sido
completo. Los personajes anteriores dan paso a otros que viven una historia
distinta, que bien puede ser simultánea a la contada previamente o no. Igual
que el tipo de argumento: mientras la primera purga se planteaba como una
historia de invasión doméstica, esta se trata de una trama de acción, donde los
personajes tienen más opciones de movimientos, y sobre todo de giros de guión:
cada intento de alcanzar un refugio da lugar a una situación que todavía puede
ser peor, o más inesperada.
Además, la ambientación da mucho más de sí en este
escenario: no solo se cuenta con las secuencias de los medios de comunicación
informando, sino con todas las tomas que puede ofrecer una ciudad llena de
pandilleros enmascarados y armados hasta los dientes. Las primeras secuencias,
con estos caracterizados con pinturas tribales y todo tipo de armas blancas,
son muy efectivas y van avisando que esta entrega va a ofrecer mucho más que la
anterior. Además de ser todo bastante nightmare fuel, por cierto.
Uno de los aspectos más positivos a la hora de aprovechar
más este trasfondo es el de manejar tramas secundarias y deshacerse de las que
funcionan peor. Si en el primer caso intentaron darle profundidad a la película
hablando de la violencia como parte de la sociedad, cosa que no terminaba de
funcionarles, aquí han optado por olvidarla y explotar una mucho más
interesante: como afrontan esas horas las clases más pudientes. Esto se había
planteado antes de una forma muy cutre, con una trama de sistemas de seguridad
que fallaban a la primera de cambio, pero esta vez, han optado por una versión
mucho más macabra y de acorde con el tono de la película: desde grupos de
millonarios que compran gente pobre para poder asesinarla sin presiones, hasta
subastas de víctimas para ser cazadas…detalle último que me divirtió mucho por
recordarme un montón a El malvado Zaroff.
Al haber abandonado las ínfulas de ser un guión más
profundo, o de tomarse demasiado en serio una premisa un tanto imposible, ha
sido toda una mejora: esta vez se han quedado con lo que es, una auténtica
serie B, que me ha recordado a cosas como Asalto en la comisaría del distrito 13, y sobre todo, 1997, huída de Nueva York. Lo que prima es la acción, que los personajes empalicen con el
espectador y resulten minimamente creíbles, y que en cada momento haya una
nueva sorpresa para mantenerlo pegado en el asiento. Y en este caso las hay:
desde tiroteos inesperados, hasta conspiraciones del gobierno, pasando por un
grupo de Indignados que se dedican a luchar contra el sistema…estos últimos,
aunque tuvieron su gracia, se nota demasiado que son un Deus ex Machina sacados
de la manga para salvar a los protagonistas (y de paso, al guionista que no
sabía que hacer). Quizá en una tercera tengan más protagonismo o sepan cómo
utilizarlos mejor en el guión. Lo que está claro es que, si siguen el camino
que han tomado con Anarchy, va a ser una franquicia muy interesante.
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