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jueves, 25 de abril de 2024

Lecturas de la semana. De franceses y saldos

 


En las últimas visititas a tiendas de segunda mano, además de antologías de Martínez Roca o de Bruguera, he podido encontrar libros un poco más  difíciles de localizar. M-as de una vez, entre decenas de copias de J. J. Benítez, Dean Koontz, y recientemente, de Stephenie Meyer y Charlaine Harris,  han aparecido  ejemplares impecables de la colección de fantasía de Círculo de lectores ,copias de la colección  Marabout  fantastique (informo que  varios de estos se encuentran  a salvo en mi casa), y también novelas policiacas de Bruguera  que podían ser de todo, menos rutinarias…además de algunos libros  de los que solo cabe preguntarse de dónde demonios han salido. Estos, sin duda son los más desconcertantes y divertido a a la hora de  encontrarlos. Y es que, ¿a quién no le va a gustar una novelita de terror de una editorial perdida, con publicidad en las contraportada más que dudosa? porque esta semana viene un poco de ambas.



Pierre Véry. El traje de los domingos. Cada sábado por la noche,  un estrafalario personaje se cuela entre las paredes de una villa de Senecay, para realizar una visita a dos hermanas que lo aguardan  con intenciones muy distintas_: una está dispuesta a matarlo  antes de que este acabe con ella. Otra lo aguarda perdidamente enamorada de él. Sin dejar tras de sí más rastro que una carta para cada una, las visitas vespertinas del señor Domingo se repiten en la casa desde hace años. Naturalmente, ambas hermanas, como sabe todo el pueblo, están locas de remate, al cuidado de la mayor de estas y la fiel criada de la casa. El señor domingo no es sino la invención de dos pobres neuróticas…pero cuando una mañana, un hombre  cuya descripción coincide con la del misterioso visitante, aparece  muerto en las inmediaciones del pueblo, el suceso pone patas arriba la vida cotidiana de una comunidad, que apenas  empieza a recuperarse del final de la guerra. Pero, aunque el  cadáver del enigmático señor domingo haya sido visto por varios de los vecinos, María Eva, una de las dos hermanas, asegura que ese es un impostor.

Las novelas de Véry  siempre han sido una rareza dentro del noir. Desde  textos para un publico más joven, hasta las saga familiar de los Goupi, sus tramas, que transcurren en los aledaños de París o en ciudades de provincia, se caracterizan por una atmósfera extraña, opresiva, y por personajes que con toda su banalidad rozan lo siniestro, a veces, dotados de cierto patetismo y humanidad. El traje de los domingos describe un entorno cerrado, una mansión de familia bienvenida a menos, con tres mujeres atrapadas: dos en una locura compartida, y una en su papel de cuidadora o carcelera, algo que no queda claro hasta el desenlace. Y un pueblo donde la aparición de un cadáver desencadena cierta locura que parecía estar latente y una nueva ola de asesinatos.


Una trama tan retorcida en su apariencia que esconde en realidad motivos  tan simples para ponerla en marcha como  los que  impulsan todo crimen: la venganza, la envidia o la frustración es lo que mueve a esos protagonistas aparentemente grises, pero que  esconden tras su apariencia de normalidad matices tan complejos  como el sentimiento de culpa y la desesperación de una solterona, las habilidades detectivescas de un instalador de gas (paradójicamente, es el personaje ajeno a ese entorno el que aporta lucidez y esclarece el caso), y sobre todo, la explicación a esa locura compartida, que no es sino causada  por una périida tan real como la de un ser querido en la guerra, que en la novela se menciona como algo reciente. Pese a su tono intemporal (y que leída hoy hace pensar únicamente en “algún momento de la segunda mitad del siglo XX”), men

ciona todavía a jóvenes regresando de los campos de prisioneros, de desaparecidas y de viudas.
Entre lo real y lo fantástico, la historia presenta un relato donde la campiña francesa queda muy lejos del entorno idílico o costumbrista. Entre giros inesperados, personajes marcados por comportamientos extraños, la sensación continua de estar ante un secreto que el lector no puede descifrar hasta la última página, y donde permanece cierto toque de humor negro que prevalece desde el primer capítulo


José Michel. El asesino está en casa. Tras sufrir un accidente mientras presencia el atraco a un banco, una joven queda sumida en un extraño coma. Incapaz de moverse, de hablar y comunicarse de cualquier modo, su familia se ocupa de ella mientras afrontan otros problemas: su padre ha encontrado una nueva pareja que parece haberse adueñado de la casa. Su hermana menor frecuenta cada vez más a menudo, compañías poco recomendables junto a su novio. Mientras, Elizabeth, encerrada en su propio cuerpo, presencia impotente como esos desconocidos que se han adueñado de su hogar, no son sino los responsables del atraco donde se vio reducida a su estado catatónico.

La novela es en realidad un relato de suspense, donde de una forma un tanto arbitraria (no queda claro de dónde viene la catatonia de la protagonista. Si del golpe, la indigestión, o las necesidades del guion), relegan al personaje principal a un papel de observadora importante y donde la tensión se construye  a través de la imposibilidad de actuar mientras  presencia como su familia se ve alterada  por las actuaciones de los antagonistas. Limitación que desaparece de forma tan conveniente como vino, y que servirá, junto con la ayuda  del policía de turno, para detener a los malhechores.

Un polar muy breve y sencillo, donde lo más entretenido en muchos casos e encontrarse con indicios inesperados de un pasado que queda un poco lejos ya…como ese Simca que conduce la protagonista.

Otras de las curiosidades viene en realidad de la edición española. Publicada por la desconocida Geasa, bajo la colección “relatos terror”. La impresión es tirando a pobre, con hojas de papel de estraza y varias erratas, y que expone en su contraportada la intención de publicar obras “no solo de calidad, sino que hayan vendido gran número de ejemplares”. Vamos, que calidad si, pro que hayan vendido a cholón.

Aunque  los libros de esta colección no son otros que los publicados en Francia por Fleuve Noir, dentro de la línea de misterio y terror, donde aparecieron nombres conocidos por allí como Alphonse Brutsche, que también fue traducido para un par de números.

2 comentarios:

Anacrusa dijo...

Otros dos que no conocía. Mi cuenta bancaria te lo agradece xD.

Me apunto el de Pierre Véry, a ver si lo encuentro ahora que estoy de vacaciones por España en alguna librería. Si no Iberlibro hará su magia.

Además, hace tiempo que tengo abandonado el noir, y del polar francés no conozco casi nada. Malditos escandinavos y su novela negra, que han copado todo xD.

Renaissance dijo...

A Pierre Very lo conoci en un desván. Literalmente. Estaba ayudando a vaciar el trastero de mis tíos, y se ve que no sabía que no se me puede dejar sola en un espacio reducido con libros. Saqué de allí Goupi Manos rojas en París, y quedé fascinada por ese extraño personaje un poco inquietante, por esas referencia a la comarca de la Charenta, y esa Francia hoy desaparecida donde todavía se hablaba de Indochina como provincia. Creo que Bruguera tiene el recopilatorio completo titulado Los Goupi, cosa que solo puedo recomendar.

Y madre mía, la novela escandinava, que turra dio. En casa sigo con la guerra declarada a Lisbeth Salander y los asesinatos chungos XD.

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