Aunque la literatura japonesa no es una extraña en las
librerías, el fantástico hasta hace poco no hse había hecho un hueco. Durante
el boom del terror asiático, estuvo disponible la novela en la que se basó The
Ring, aunque este se enfrió en cuanto la gente se aburrió de fantasmas
despeinados y maldiciones imposibles de romper. Por suerte, la tendencia ha
cambiado, y aunque con décadas de retraso, es posible leer algo de lo que en
Japón han llegado a considerarse clásicos del terror y del fantástico.
Koji Suzuki. Dark Water. Suzuki conoció el éxito fuera de
las fronteras gracias a The Ring, junto con el apodo de “el Stephen King
japonés”. Aunque el parecido termina en dedicarse a escribir género fantástico,
porque cuenta con un estilo propio como demuestra esta recopilación de relatos,
entre los que se cuenta el que sirvió de inspiración para la película del mismo
nombre, aunque esta resultara ser una versión más libre y más centrada en lo
sobrenatural de lo que ofrece el material original.
El agua es el elemento en común de los cuentos de esta
antología. Desde la que se encuentra almacenada en el depósito de un
rascacielos, donde una mujer recién divorciada se muda con su hija, hasta la
del canal donde un hombre, intentando huir de una forma bastante particular de
una reunión sobre un negocio piramidal, acaba encontrando una criatura
espectral. Pasando por el mar, donde los protagonistas pueden toparse con algo
incomprensible y peligroso, o encontrar la redención en las profundidades
marinas.
Ango Sakaguchi. En el bosque, bajo los cerezos en flor. Tres
relatos dispares, de un autor capaz de regodearse en lo más grotesco hasta que
este se convierta en algo poético. Y de describir escenarios que hoy no
dudarían en considerarse bastante gore: la nueva esposa del bandido,
coleccionando y jugando con las cabezas cortadas de sus víctimas. La princesa
Yonaga, toda una mujer fatal capaz de enloquecer a un aprendiz de escultor, e
incluso una aproximación a las figuras de la mitología japonesa, como las
doncellas de la princesa de la Luna.
Este se toma su tiempo a la hora de escribir, siendo muy
minucioso en las descripciones de los escenarios. O de las situaciones, sean
estas el proceso de putrefacción de (parte de) un cadáver, o la rutina de un
personaje que va volviéndose más obsesivo. Con mucho cuidado, consigue que una
situación grotesca se convierta en algo fascinante, y que el lector no pueda
hacer otra cosa que continuar la historia temiendo en lo que esta pueda
desembocar.
Lo peor que puede decirse es que, con tres relatos, la
muestra de Sakaguchi sabe a poco. Solo tres cuentos para pasar de forma
inesperada, de la tragedia al horror cósmico, convirtiendo escenarios tan
típicos de la cultura japonesa como los bosques de cerezos o sus criaturas
mitológicas en algo ominoso.
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