jueves, 6 de septiembre de 2018

Lecturas de la semana. Desde el país del sol naciente


Aunque la literatura japonesa no es una extraña en las librerías, el fantástico hasta hace poco no hse había hecho un hueco. Durante el boom del terror asiático, estuvo disponible la novela en la que se basó The Ring, aunque este se enfrió en cuanto la gente se aburrió de fantasmas despeinados y maldiciones imposibles de romper. Por suerte, la tendencia ha cambiado, y aunque con décadas de retraso, es posible leer algo de lo que en Japón han llegado a considerarse clásicos del terror y del fantástico.



Koji Suzuki. Dark Water. Suzuki conoció el éxito fuera de las fronteras gracias a The Ring, junto con el apodo de “el Stephen King japonés”. Aunque el parecido termina en dedicarse a escribir género fantástico, porque cuenta con un estilo propio como demuestra esta recopilación de relatos, entre los que se cuenta el que sirvió de inspiración para la película del mismo nombre, aunque esta resultara ser una versión más libre y más centrada en lo sobrenatural de lo que ofrece el material original.

El agua es el elemento en común de los cuentos de esta antología. Desde la que se encuentra almacenada en el depósito de un rascacielos, donde una mujer recién divorciada se muda con su hija, hasta la del canal donde un hombre, intentando huir de una forma bastante particular de una reunión sobre un negocio piramidal, acaba encontrando una criatura espectral. Pasando por el mar, donde los protagonistas pueden toparse con algo incomprensible y peligroso, o encontrar la redención en las profundidades marinas.

El estilo del autor es muy directo, pero con una gran capacidad para crear atmósferas que acaban haciendo que el relato capte la atención del lector desde las primeras páginas. Y, aunque por el momento no haya más traducido al castellano, ha servido para darle una segunda oportunidad: exactamente, la misma que perdió cuando, movida por el interés, decidí leer la secuela de Ring y me encontré con una resolución que desarrollaba a su personaje principal de la manera más peregrina.



Ango Sakaguchi. En el bosque, bajo los cerezos en flor. Tres relatos dispares, de un autor capaz de regodearse en lo más grotesco hasta que este se convierta en algo poético. Y de describir escenarios que hoy no dudarían en considerarse bastante gore: la nueva esposa del bandido, coleccionando y jugando con las cabezas cortadas de sus víctimas. La princesa Yonaga, toda una mujer fatal capaz de enloquecer a un aprendiz de escultor, e incluso una aproximación a las figuras de la mitología japonesa, como las doncellas de la princesa de la Luna.

Este se toma su tiempo a la hora de escribir, siendo muy minucioso en las descripciones de los escenarios. O de las situaciones, sean estas el proceso de putrefacción de (parte de) un cadáver, o la rutina de un personaje que va volviéndose más obsesivo. Con mucho cuidado, consigue que una situación grotesca se convierta en algo fascinante, y que el lector no pueda hacer otra cosa que continuar la historia temiendo en lo que esta pueda desembocar.

Lo peor que puede decirse es que, con tres relatos, la muestra de Sakaguchi sabe a poco. Solo tres cuentos para pasar de forma inesperada, de la tragedia al horror cósmico, convirtiendo escenarios tan típicos de la cultura japonesa como los bosques de cerezos o sus criaturas mitológicas en algo ominoso.

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