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jueves, 13 de julio de 2017

La bella y la bestia (2017). El clásico Disney, versión extendida


A principios de los noventa, Disney tuvo algo parecido a una segunda edad de oro: en realidad muchas productoras querrían estar en sus mejores tiempos como lo estaba esta en los peores, pero durante varias Navidades el estreno de La Sirenita, Aladdin o El rey león eran todo un evento para los más pequeños. Las producciones de esa década son sin duda las más recordadas, y también las más rentables, recurriendo a reestrenos conmemorativos o incluso versiones musicales. Y, con unos medios que hoy consiguen lo que antes era impensable (y para qué negarlo, los que ayer fuimos al estreno andamos hoy con la morriña subida. Cosas de vivir en la Gran Depresión), las versiones en imagen real de los guiones animados también es una fuente de ingresos.



La Bella y la Bestia ha sido una apuesta segura en este caso: se trata de una traslación punto por punto del original en dibujos, al que además de alguna canción a mayores, se le añaden un par de tramas extra que en principio, darían algo más de trasfondo al cuento en que se basó. Bella sigue siendo una joven aldeada amante de los libros, algo muy raro en un pueblo donde toda chica aspira a casarse y donde alguien como Gastón, el cazador más fanfarrón y descerebrado, les parece el mejor partido. Salvo a Bella, que para disgusto de este último, ni el matrimonio ni sus fanfarronadas le atraen lo más mínimo. Su vida cambia cuando, para salvar a su padre, se ofrece como prisionera en el castillo habitado por una horrenda bestia que...y ahora es cuando me pregunto por qué estoy malgastando un párrafo en resumir una historia, que, bien por la propia Disney, bien por el propio cuento, todos conocemos. Y si no, la versión de Cocteau (que también sirvió de inspiración para los dibujos) es una buena forma de descubrirla.



Nunca terminaron de convencerme estos intentos de convertir clásicos de animación en imagen real, principalmente, porque el original funcionaba, lo conocía de sobra, y estas no aportaban más que contar lo mismo en otro formato. Pero al menos para la productora es una apuesta más segura que la de contar la historia desde otra perspectiva, como hacían con Maleficent. Y, si el 101 dálmatas de los noventa acabé viéndolo en casa, lo mismo ha pasado con La Bella y la Bestia. Es un trasvase punto por punto de lo que vimos en los cines en el 91. Uno muy correcto, bien ejecutado y que entretiene tanto como lo hizo la anterior. Pero que no tiene más novedad, salvo el contar con personajes que antes solo habrían sido posibles mediante la animación, como Lumière, Dindon, Chip, que hoy aparecen como un candelabro, un reloj y una taza digitales, entre otros, que conviven con los actores reales en el mismo escenario. Cosa que pueden llevar a cabo sin problemas a nivel infográfico, pero en los que parece que se ha perdido algo: la expresividad de algunos de estos objetos queda muy lejos de la que podía dar, por ejemplo, la animación tradicional a una familia formada por una tetera y una tacita, que aquí resultan algo más planos.

 


El cambio de formato, y también de la forma de producir blockbusters, se nota aquí en un aumento en el metraje: los noventa minutos que entonces eran habituales se estiran ahora a una media hora más, que se cubre con algunos números musicales nuevos (de los que no hay queja, porque actores como Ewan McGregor han demostrado ya defenderse muy bien en este género) o algunas tramas que se incluyen para darle un toque más oscuro en algunos casos, o más cercano a un público adulto que conoce la historia, en algunos momentos. El primer caso no funciona demasiado bien: el trasfondo sobre la infancia de la protagonista no aporta nada novedoso al guión, salvo alargarlo un poco y añadir efectos especiales. El segundo, en cambio, aporta un poco de chispa ofreciendo unos diálogos entre una Bella y Bestia menos ñoños, con más puntos en común con el desarrollo de una pareja en una comedia romántica que la que sería en un cuento de hadas.



Aunque la estética ofrece todo lo que se esperaba, y la mezcla entre los colores más luminososo propios de la animación, y las secuencias más oscuras es efectiva, el reparto se queda como mucho, en cumplidor: aquellos que interpretan a los sirvientes del castillo se limitan a poner su voz como podrían haberlo hecho en la versión de dibujos, y la pareja principal acaba resultando un tanto sosa: es un poco difícil transmitir algo cuando la bestia se pasa toda la película bajo una capa de infografía, y hace añorar aquella peculiar versión en la que Ron Perlman se las apañaba más que bien con un montón de prótesis y maquillaje encima. A Emma Watson, como Bella, no consigo terminar de verla: sus gestos, su actitud y la forma en que lleva al personaje parecen más adecuados para una comedia romántica moderna que para una fábula de fantasía. Sus levantamientos de ceja quedarían bien en la adapción cinematográfica de una novela de Rainbow Rowell, pero el intento de alejarse de la ñoñería de la Bella de los noventa no funciona bien. Se salva en cambio Luke Evans como Gastón el cazador, que sin sobreactuar ni aportar nada especial, sí que hace un personaje más creibe y con más presencia física que el resto.



Para bien o para mal, La bella y la bestia funciona. Algo que se esperaba cuando se cuenta con un guión de eficacia probada, las adapciones necesarias para atraer al público moderno y un reparto que va a gustarle. Se ve, entretiene, pero permanece esa sensación de que esta versión no era necesaria.




4 comentarios:

José Miguel García dijo...

Me temo que nos espera (mientras la cosa dé dinero) un aluvión de reactualizaciones a imagen "real" (nótese la ironía) del catálogo en dibujos animados de la Disney. Como no soy un purista, y además me encanta que una misma historia ofrezca diferentes versiones, en principio me parece algo a aplaudir. Lo malo es que las películas de modelo a mí ya me parecieron flojas en su día (el renacer Disney de los 90, con "La sirenita", "La bella y la bestia", "Aladdín", "Mulan", etc.), y por otro lado, a juzgar por el presente film, no parece que pretendan realizar ninguna aportación nueva al original, salvo banalidades para estar en la nueva onda de corrección moral (como hacer aquí que Lefou salga del armario y "apuntalar" la psicología de los personajes con alguna atención a su pasado, que siempre lo explica todo...). De todos modos, por afición o por masoquismo, estaré atento.

Renaissance dijo...

El verano pasado precisamente lo intentaron con una película que hoy no es tan recordada como La bruja novata o Mary Poppins, que fue Pedro y el dragón, pero se oyó poco de ella. Y el fallo más evidente de esta Bella y Bestia es esa vocación de no querer ofender a nadie: unos habitantes del pueblo muy modernos salvo por los defectos que mostrar lo avanzada que es su protagonista, un desarrollo de la relación entre los protagonista propia de una comedia romántica moderna...Entretiene, pero juega mucho con la nostalia y tirar de un público que ahora la ve como adultos.
No podría opinar a nivel de crítica de la mayoría de películas de la Disney de los noventa, por ser parte de una época en la que cada extremo despertaba expectación cada navidades (creo que fue a partir de Pocahontas cuando empezó cierto declive) y practicamente todas eran "buenas". En cambio, una de las últimas que sacó la productora en animacion, Tiana y el sapo, me divirtió mucho: me recordaba, precisamente, a las de la época que recordaba.

Kaoru dijo...

¡Hola! Estoy de acuerdo en que aportar, no aporta nada. Pero a mí me gustó bastante. La vi en V.O. y creo que eso también ayudó; con el trío Emma Thompson-Ian McKellen-Ewan McGregor me lo pasé pipa, y Luke Evans me encantó de Gastón (aunque Luke me encanta siempre).
Yo soy la primera que huye de estas nuevas entregas, pero La bella y la bestia es mi película de Disney favorita y había que probar. Y bien. Tampoco me convencieron los protas, la Bestia especialmente me pareció demasiado "cuqui". Pero me entretuvo y en varios momentos me llevó totalmente a la infancia.

La que sí me pareció muy interesante de está tanda de adaptaciones fue El libro de la selva. Incluye muchas cosas de la novela que no salían en la original.

Renaissance dijo...

Luke Evan es de lejos lo mejor de la película, que le da mucho mejor punto frente a un dúo protagonista que no me convence nada. También la ví una tarde porque en su día la versión en dibujos me había gustado, y sabía que al menos ahora irían sobre seguro. Aunque tampoco estoy muy convencida de lo de hacer una versión en imagen real de Aladdin porque va a pasar igual que con esta: nos van a contar lo mismo.

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