Buttercup. Junto a Lúculo, el gato de Apocalipsis Z, los personajes favoritos de Sabela y Narnia
Todo lo bueno se acaba. Eso es algo que los lectores tienen
asumidos y pueden quedar satisfechos con un final adecuado para sus libros
favoritos. Pero los productores de cine
no lo tienen tan asumido, y mientras buscan
la siguiente franquicia, procuran estirar lo que pueden el final de la
anterior. El desenlace de Harry Potter se alargó dos años de esta forma, el de
Crepúsculo (porque aunque no la haya visto, ni ganas, también entra en el saco)
también, y ahora a Los juegos del hambre le toca seguir el mismo tratamiento.
De una forma igual de obvia que las demás, llamando a esta entrega directamente “Sinsajo 1ª Parte”.
Esta vez, la situación es muy distinta a la que se planteaba
en las dos películas anteriores: los juegos del hambre se han acabado con el
comienzo de la revolución. Katniss, su familia, su amigo Gale y unos pocos supervivientes de su Distrito y
los últimos Juegos se encuentra ahora en el Distrito 13. Hasta ahora una
leyenda, el 13 sobrevivió bajo tierra los bombardeos del Capitolio y ahora
planean servirse de Katniss como la mejor arma de la que podían disponer: una
figura propagandística que inspire a los rebeldes. Encerrada en un Distrito
para el que la guerra aún no ha terminado, y
harta de ser parte de planes que no comprende, esta accede a ser la
Sinsajo con dos condiciones: Peeta, y los demás Tributos prisioneros del
Capitolio serán rescatados y perdonados públicamente. E, independientemente de
la política de racionamiento, su hermana tendrá derecho a quedarse con su gato
Buttercup.
Esta serie ha mantenido en todo momento una estética muy
cuidada, y sobre todo, muy adecuada a cada situación. La última parte, además
de no ser una excepción, confirma esto último: después de una introducción, la
película comienza con un simple fundido en negro y el título en letras blancas,
austero y que recuerda a un tipo de cine muy distinto, pero que a la vez va
acorde con el nuevo escenario. La escenografía de lo correspondiente al
Distrito 13, el vestuario de los figurantes y la actitud de los personajes
recuerda mucho al cine de distopías. Más concretamente, a Metrópolis de Fritz
Lang y a la versión de 1984 de John Hurt. Tras ver las secuencias de los
habitantes del distrito acudiendo en masa a sus trabajos, o las hileras de
estos escuchando los vídeos de propaganda y los discursos, da la impresión de
que en la realización tenían muy claras las imágenes que querían imitar.
Durante dos películas me quejé de los uniformes de pintor escayolista. Ahora han optado por ponerles los cascos de Daft Punk
Comparada con las anteriores, el ritmo de esta es mucho más
pausado, pero no aburrido. Han hecho un buen trabajo a la hora de trasladar el
material original a la pantalla: este consistía principalmente en los miedos y
apreciaciones de la protagonista. La narración subjetiva se notaba demasiado, y
en este caso, han optado por compensar con más secuencias de otros personajes,
intentando desarrollar más toda la trama política a través de sus secundarios. Además
hicieron un trabajo bastante bueno a la hora de sintetizar determinadas situaciones,
sustituyendo el papel que tenían determinados secundarios por otros personajes
principales, y explayando un poco más la relación entre Katniss, su hermana, y
la personalidad de la madre de estas, algo que de cara al desenlace es bastante
importante. Bueno, y todas y cada una de las secuencias relativas al gato. Que por
motivos evidentes considero de máxima prioridad.
Precisamente ese ritmo pausado sirve también para aportar más
solidez a la parte dramática: varios planos de la protagonista, de otros
personajes, mucho más demacrados que en las entregas anteriores, y
especialmente, casi todas las secuencias de ejecuciones, bombardeos y sus
consecuencias contribuyen a dar un aire más real y presentar a la protagonista
como alguien muy poco heróico que sufre por momentos los efectos del estrés
postraumático.
En cambio, es imposible no preguntarse si todo esto hacía
falta. La película es muy dinámica, aun siendo la más lenta y parada de las
tres entregas, y también la más breve, con solo dos horas. La mayor parte del
tiempo se nota que se está viendo un guión con contenido, y no algo para
alargar la franquicia. Pero, teniendo en cuenta la extensión del libro
original, es probable que sintetizando un poco más podría haber quedado una
historia completa, cerrando la serie de una forma más concisa, en lugar de
alargarla un año más con lo que seguramente sea un despliegue de medios y de
unas cuantas secuencias dramáticas a mayores. Pero de momento no voy a
preocuparme por lo que vendrá porque, de momento, esta parte me ha gustado
tanto como las anteriores.
Y sin motivo aparente, un vídeo. Por algún motivo, esta canción de Queen quedaría muy bien en el Distrito 13
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