La franquicia de V/H/S ha funcionado inesperadamente bien:
historias muy breves, a menudo con poco sentido y menos personajes, y un
planteamiento y estética muy deudor de las leyendas urbanas y el creepypasta. Quizá
también ayude que esto implique un presupuesto y realización muy poco costoso,
pero el caso es que el convertirse en trilogía demuestra que este sistema sigue
dando resultado.
Esta vez han sustituído el número por el título de V/H/S Viral,
haciendo referencia a determinados vídeos que se hacen conocidos a través de
las redes sociales. La idea sobre un vídeo muy amateur, extraño y a veces
absurdo, queda bastante bien con la idea general de estas antologías de
relatos, y de hecho el segmento que sirve de hilo conductor a estos está basado
directamente en esta idea de sucesos “virales”.
Las películas anteriores se caracterizaban por tener una
calidad irregular: algunas partes resultaban redondas y adecuadas a este
formato. Otras eran más flojas y alguna, directamente, una tomadura de pelo. La
segunda parte, aún con un par de segmentos que andaban entre lo absurdo y lo
infumable, era bastante mejor y parecía que había encontrado un equilibrio
adecuado. Ahora, manteniendo el mismo formato, la calidad se ha quedado un poco
estancada, y el resultado es demasiado parecido a los dos anteriores. O eso, o
quizá este formato sucio y un tanto desordenado puede tener tirón solo un par
de veces.
Hasta el momento, las tres películas se caracterizan también
por contar con una historia arco, que va completamente a su aire, y dos o tres
que se van presentando a continuación. La de esta entrega es hasta la fecha la
más aleatoria y alejada de cualquier intención de servir de hilo conductor. Simplemente
es una explotación del concepto de “video viral”, donde el personaje principal
(es un decir), sigue cámara en mano una persecución policial junto a varios
chavales que al igual que él, intentan conseguir un vídeo increíble que subir a
la red. Cualquier esfuerzo por explicar la sucesión de relatos, que
anteriormente se hacía a través de cintas que estos personajes encontraban en
algún sitio determinado, desaparece. Simplemente las historias van pasando
entre los ratos en los que se ve cómo un montón de gente corre detrás de una
furgoneta como pollos sin cabeza. Se nota demasiado la falta de esfuerzo a la
hora de darle una intención clara: solo consiste en ofrecer el shock por el
shock, con accidentes de tráfico gráficos y personajes que acaban gritando y
moqueando mucho por un motivo igual de pillado por los pelos que el punto de
partida.
Los dos primeros relatos, en cambio, son de lo que mejor
mantiene el nivel de la película: olvidándose un poco de los mareos de la cámara,
y especialmente, el de las interferencias y las pantallas rotas (cosa que les
encanta), recurren a otros formatos como el del reportaje documental, o una
grabación un tanto científica para plantear situaciones más interesantes. La
primera, una vuelta de tuerca muy divertida al tema de la magia y los objetos
malditos, con un planteamiento muy de película de serie B que la convertía en
una narración simple, pero muy divertida, y a lo mejor un poco lastrada por el
propio formato y requisitos de la cinta. El mejor corto viene de mano de Nacho
Vigalondo, donde se marca una historieta llena de humor negro, experimentos
científicos, dimensiones paralelas, satanismo…y zeppelines. Con tanta
aglomeración de todo, parecía difícil que el conjunto fuera tan redondo, pero
precisamente por ir presentando cada elemento de una forma tan casual y progresiva,
hasta sacarle todas las ventajas posibles a las oportunidades, e incluso
limitaciones, que supone el presentar un guión así en un espacio de tiempo tan
limitado.
Atención a los skaters repartiendo candela al fondo
En otros casos, el truco de recurrir a poner cualquier cosa
e intentar salvarlo con todo eso de “eh, es una historia de terror breve, no
tiene por qué tener sentido”, les sale lo peor que podía pasar. El segmento con
personajes hostiables y sin lógica aparente es habitual en esta franquicia, y
esta vez, el componente absurdo lo elevan al máximo. Todo empieza a pasar
porque sí. Y por eso un grupo de skaters se va a Mexico a buscar una pista
donde poder grabar un vídeo. Y a partir de ahí, el que se les aparezcan un
grupo de zombies sectarios, que invoquen a un monstruo de una alcantarilla, y
que los personajes acaben a hostia limpia a base de monopatín, es todo en uno. Quizá
la intención era ofrecer algo que fuera por el humor surrealista o donde no se
cortaran a la hora de ofrecer excesos, pero el resultado es bastante pobre…aunque
quizá debería reconocerle, que si la intención era darle un planteamiento más
de pesadilla, y no de narración lineal, si que lo han conseguido.
Después de tres películas, V/H/S mantiene un interés
variable gracias a la distinta calidad que ofrece cada corto. Y que en muchos
de los casos es bastante desigual. Pero si llega a recopilarse una cuarta
entrega, no estaría mal que intentaran variar a mejor los guiones de algunos de
los segmentos centrales. Porque si vuelvo a encontrarme con un montón de
secuencias borrosas y que suceden porque sí entre vídeo y vídeo, no va a
sorprenderme gran cosa.
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