Una casa del terror es una atracción donde basicamente, se paga para que le den sustos a uno durante un período de diez a quince minutos. Teniendo en cuenta que la mayoría consisten en diversas habitaciones donde se encuentran personajes habituales del cine de terror, no es que estas tengan sentido más allá de la intención de asustar. Pero es precisamente la idea de ser asustado de verdad por algo que supuestamente no lo es, lo que las convierte en un buen escenario para el cine de terror. En un principio, para algo tan sencillo como soltar a un asesino por los pasillos y conseguir un slasher. Pero hoy, cuando un porcentaje importante de este género lo constituyen las películas de metraje encontrado, también sirve para que alguien con una cámara en la mano cuente con una ambientación un poco más variada que un bosque o un edificio abandonado.
The Houses October Built es un título bastante bonito para lo que ha resultado la producción en sí, aunque también es bastante acertado: hace referencia al negocio de casas embrujadas y pasajes del terror que cada octubre se pone en marcha en Estados Unidos. Estas pueden ir de lo más profesional, con atrezzo y efectos de primera categoría, hasta un granero con cuatro telarañas en el Quinto Infierno a la derecha. También pueden contar con sustos y personajes tradicionales, o tratarse de algo más novedoso y extremo, que es lo que los protagonistas buscan en su viaje a través de varios estados. Estos, cansados de las atracciones habituales, pretenden localizar un espectáculo más underground, conocido unicamente como Blue Skeleton, y que conocen solo por referencias vagas. Su manía de filmar en muchas localizaciones y su actitud un poco tocapelotas hace que se ganen la animadversión en varios de estos espectáculos..y que mientras buscan la Casa del terror definitiva, se encuentren con varios personajes un tanto inquietantes, que les hacen sospechar que tal vez todo eso de Blue Skeleton no es solo una diversión inofensiva.
La película nació en un principio como un documental del mismo nombre, y parte del metraje proviene de pasajes del terror y trabajadores reales. Si el tema interesa, es lo más llamativo de la película y a mí me han quedado ganas de ver documental original. Con el tipo de filmación que utilizan, es fácil hacerse una idea de cómo se ven muchas de estas atracciones (también es cierto que a veces no se ve nada por las carreras y porque está más oscuro que la tripa de un grillo). De nuevo, esto es un tema que tiene que interesar mucho, y también puede hacer que parte del público se aburra bastante. Por suerte, también esta parte es la mejor trabajada y la que sirve para ir dando paso a la trama principal y crear una sensación de inquietud que funciona muy bien: los primeros conflictos sirven para utilizar a dos de las caracterizaciones como secundarios recurrentes y que, entre las máscaras, su actitud dentro del personaje y lo aleatorio de sus apariciones, son bastante efectivas. A partir de ahí, el numero de situaciones extrañas va aumentando y consigue momentos la mar de curiosos, y muy logrados, como un bar en el que todos sus clientes son actores de estas atracciones…que no se han quitado sus disfraces y su forma de actuar con los protagonistas es de todo menos normal.
Exceptuando lo interesante de la premisa, el resto del metraje es lo habitual en este género: los personajes son cuatro cartones con una cámara en la mano que corren cuando hay que correr, y basicamente, se meten donde no les llaman. El grupo en cuestión es bastante insoportable y su actitud contreras no ayuda mucho a que se les guarde la más mínima simpatía: ¿Qué prohibido grabar? Pues dale con la cámara ¿Qué prohibido salirse de la línea? Pues hala, a subirse a un tejado…Y todavía se quejan de que el personal es desagradable con ellos. Además, teniendo en cuenta el carácter aficionado del punto de partida, como es recorrer pasajes del terror y encontrar uno que se salga de la norma, el comportamiento de los personajes tampoco tiene mucho sentido: no importa que pasen todo tipo de cosas raras, amenazas, o que alguien a todas luces los esté acosando. Ellos, ahí siguen impasible, con su camarita en mano y empeñados en encontrar lo que habían buscado. Que, por su puesto, lo encuentran, pero después de echar un buen rato construyendo una sensación de rareza, y de terrero desconocido, bastante efectiva, esta es bastante decepcionante y cuenta con un final muy típico y tópico del este subgénero.
No se trata de una gran película. Ni tampoco una especialmente buena, ni original, siquiera. Pero cuenta con un punto de partida bastante atractivo y que principalmente, se ve por el interés que pueda generar el mundo de las atracciones terroríficas en Estados Unidos. Y como mezcla de documental aficionado y ficción, funciona bastante bien, al menos en su primera hora.
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