Parece que este año la etiqueta de obituarios tiene más
actualizaciones de las que me gustaría, pero este lunes ha pasado a mejor vida
Rik Mayall, un actor y cómico recordado por muchos por sus personajes anárquicos,
su humor un tanto bestia, y su leve bizquera.
Desde principios de los ochenta, no paró de trabajar, alternando
televisión con espectáculos teatrales junto a Adrian Edmonson, con quien trabajó
durante muchos años. Pero en España se le conoce principalmente por sus papeles
en al menos tres series, y dos de ellas, gracias a las televisiones autonómicas.
Fue en Os Novos (The Young ones), Rick, el estudiante
anarquista, chivato y francamente mala persona, que compartía piso con sus
compañeros. Ya entonces era una serie muy particular, con un humor un tanto
bestia y un montaje completamente caótico en el que llegaban a incluirse
actuaciones musicales de grupos hoy olvidados, y de otros que aún se recuerdan
como Madness o Neneh Cherry. Cosas de colar una serie como “programa de
variedades” para poder contar como el presupuesto necesario.
Esta era el polo opuesto de lo que se conoce como humor inglés:
había tortazos propios de dibujos animados, los personajes se gritaban, y la
ambientación cutre era una referencia directa al malestar y la crisis económica
en Gran Bretaña.
Bastante más breve fue su papel de Lord Flashheart en La Víbora Negra , que empezó como
una anécdota en su segunda temporada, y volvió en la última, encarnando a su
descendiente en la I Guerra
Mundial. : el típico piloto creído y ruidoso, además de contar también con
Adrian Edmonson parodiando al Barón Rojo.
Con un título como La pareja basura, uno se imagina que sus
protagonistas no iban a ser especialmente agradables. Pero Bottom, en su versión
original, es el trabajo más duradero de ambos actores. Además de interpretar a
un par de tirados donde se alternaba el humor escatológico con el de tortazos y
el surrealista, contó con cuatro espectáculos teatrales, donde iban todavía más
lejos que la televisión en cuanto a absurdo…y donde las improvisaciones y los
olvidos de guión también eran una parte muy popular de las representaciones.
Quizá uno de sus personajes más curiosos es el de Drop Dead Fred, donde interpreta al amigo invisible que una mujer encuentra décadas después de perderlo. Aunque sigue con sus interpretaciones y humor excesivo, resulta chocante el verlo en una producción destinada a todos los públicos, de esas que en su momento no tienen mucho éxito de crítica o taquilla pero que acaba convirtiéndose en parte de la nostalgia de sus fans.
Con tantos papeles, actuaciones, doblajes, chistes energúmenos y la forma que siempre tuvo el actor de reírse de todo, es difícil elegir una secuencia con la que despedirlo, por eso me quedo con una muy pequeña: su lectura de un cuento de Roald Dahl que hizo para el programa Jackanory.
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