Hoy las lecturas van de ciencia. De fisica cuántica para todos los públicos y de ciencia ficción un poco terrorífica.
Sonia Fernández Vidal. La puerta de los tres cerrojos. Niko
es un chico corriente, no especialmente brillante, cuya vida cambia el día que
escoge una ruta distinta para ir al instituto. Una puerta con tres cerrojos lo
lleva a un lugar poblado por duendes para quienes los términos cuánticos con
parte de su vida diaria y quienes le muestrarán todas las posibilidades de ese
universo. Y de vez en cuando, también se encontrarán con el gato de
Schrodinger, que desde que se les ocurrió plantear su paradoja, el pobre se
encuentra en una situación un poco confusa.
El objetivo del libro viene a ser el mismo que el que pudo
tener El diablo de los números, de Enzensberger: acercar a los lectores a través
de la imaginación, y simplificando términos, conceptos que tradicionalmente han
sido bastante hueso. La principal diferencia es que este último estaba pensado
para que a los más pequeños les entraran las matemáticas, y La puerta de los
tres cerrojos está pensada para todo tipo de lectores. La idea es recurrir a un
formato de fábula fantástica y de personajes muy de cuento, como los duendes o
las hadas, para ir presentando una materia que de por sí, resulta bastante
complicada para los legos.
Lo cierto es que a mí sigue sin quedarme claro porque soy bastante
zoquete para cualquier ciencia y no me enteraría ni aunque se produjera un Big
Bang al lado de mi casa. Pero disfruté igual el libro: su presentación es de lo
más llamativa (y sí, tiene un gato en la portada), y no duda en jugar con la
maquetación llenando su interior de espirales, palabras sueltas e incluso
ilustraciones muy de comic. Pero lo mejor es el esfuerzo y cariño que pone su autora en
trasmitir la pasión por la ciencia, a través de su estructura de historia muy
irreal y simple.
Serge Brussolo. Captain Suicide. De vez en cuando empiezo
algún libro sin saber nada de él. Ni qué género escribe su autor, ni su
argumento, ni qué criticas ha recibido la novela. Es una forma de no
preocuparme pensando si este va a gustarme o no, ni esperar a que salga un
personaje popular. Solo tengo que seguir avanzando y ya me enteraré de lo que
pasa. A veces correr el riesgo sirve de algo, como en el caso de la novela de
Brussolo: la empecé sin tener ni idea de lo que iba a encontrarme y terminé una
sorprendente y breve historia de ciencia ficción, de terror e incluso con elementos
lovecraftianos.
El escenario es el que podría verse en otras obras de
ciencia ficción futurista: varios planetas colonizados, y la misión del
protagonista transcurre en uno dedicado a la explotación minera. Y aquí termina
lo tópico, porque el autor se plantea algo que hasta ahora no había visto en
otros sitios: ¿cómo funciona una multinacional de pompas fúnebres en el
espacio? ¿Y qué pasa cuando sus ventas empiezan a desplomarse a causa de una
superstición popular?
A partir de entonces, la trama empieza a derivar más hacia
el terror, a través de la explicación de las leyendas locales que sirven de
punto de partida, y especialmente, la forma de responder los personajes ante
estas. La forma de plantearla me recordó un poco a Horizonte Final, pero de
forma mucho más original y con un final bastante más inquietante. Además, la
forma de presentar el escenario, y la cultura del planeta, a partir de
referencias por los diálogos de los personajes, está muy bien llevada y en ningún
momento parece forzada. O, bueno, más bien en la mayoría de los casos: hay que
reconocer que cuando plantean el tema de la mitología queda un poco de serie B.
Pero solo por el resultado final, se lo paso por alto.
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