jueves, 11 de mayo de 2023

Lecturas de la semana. Vidas (poco) ejemplares

 


Hoy toca biografías. Reales o ficticias en ambos casos, teniendo en cuenta que una  no deja de ser una creación literaria y otra…uno de esos casos en los que la realidad supera a la ficción.





Hans Grimm. Historia y desventuras del desconocido soldado Schlump. Esta es la historia de un joven que poco después de cumplir los dieciséis años, decide alistarse como  voluntario en la guerra que acaba de estallar en  Europa. Sus comienzos, destinado en la retaguardia como vigilante en un pueblo de la frontera, donde el conflicto parece algo lejano y los granjeros lo consideran una parte más de su  vida, su llegada al frente y su paso por las trincheras, su regreso temporal e retaguardia, tras resultar herido, y paralelamente,  como la vida  que había  conocido se deteriora: el contrabando, la escasez y la conciencia de estar  luchando en una guerra que  ha sido perdida. La vida de Schlump, apodo que recibe al comienzo de su adolescencia, podría haber sido una de tantos jóvenes que tuvieron la fortuna de regresar a  su hogar aquel noviembre de 1918, salvo que la suya es una ficción. Una que estuvo oculta durante décadas tras un ladrillo en la casa de su autor, en un intento por salvar una copia de la quema de libros que el partido nazi llevaría a acabo años después.

El libro, que podría considerarse como una nove a de aprendizaje,  guarda más similitudes con Thomas el impostor, de Cocteau, que  con sin novedad en el frente, el best seller con el que Grimm pretendía competir, sin éxito. Esta desarrolla a su protagonista de una forma muy parecida: ve la guerra como una parte más de un juego, y su primer destino es muy similar a  un hogar. Sus primeros meses en el campo francés son similares a una novela costumbrista, aunque una un poco extraña, en la que el soldado se integra en la vida de la comunidad siendo  al mismo tiempo un elemento extraño pero tolerado en ella. Tontea con  las chicas como uno más, sus anfitriones lo tratan como a un hijo, pero debe encargarse también de mantener el orden e incluso de improvisar un calabozo para quien  haya violado el toque de queda. Este prólogo termina  bruscamente con su etapa en las trincheras. La escasez, los piojos, la violencia de unas armas desconocidas hasta  ese siglo, hacen que los capítulos anteriores parezcan muy lejanos, que poco tienen que ver con la crudeza con la que ahora describe a los heridos en un hospital militar o la muerte de un civil en un bombardeo. Este supone el punto de inflexión a partir del cual describirá el avance de la guerra, presentando una atmósfera desoladora, y en el que prima un instinto de supervivencia (mediante el individualismo o el contrabando) al que Schlump acaba por sumarse.

Salvo por la caracterización de su protagonista, quien parece mantener cierta inocencia (quizá lo que lo ayuda a asimilar muchas situaciones), el libro está marcado por un tono antibelicista muy poco épico, y curiosamente, muy pro francés: los campesinos, y los civiles, son lo secundarios que salen mejor parados, frente a una masa militar anónima y rígida a la que el lector no llega a conocer al estar demasiado alejada de las balas.

Este también es uno de los casos en los que la historia tras  la novela es tanto o más interesante. Firmada con seudónimo, el texto fue una pequeña decepción para su autor quien esperaba desbancar a la novela de Remarque, pero también una fuente de problemas una vez llegado el partido nazi al poder. Este debió permanecer oculto, perdido durante décadas, hasta su redescubrimiento que se describe en el prólogo que precede a esta edición. El centenario del armisticio habrá sido hace ya algunos años, pero los vestigios de e la guerra siguen apareciendo.


Emmanuel Carrère. Limonov. Desde niño Eduard Veniaminovich Savenko sabía que quería ser alguien recordado por la gente. Un héroe, un bandido o un escritor..no importaba, con tal de alejarse del futuro que podía esperar el hijo de  un miembro de la tcheka destinado en Ucrania. Sus lecturas de Julio Verne y las novelas de a aventuras clásicas darían paso a un breve carrera como delincuente juvenil. Participaría en los círculos intelectuales underground de Moscú y decide que lo mejor es convertirse en un intelectual exiliado en Occidente. El éxito llegaría, pero no como él espera. Entre  los bajos fondos de la ciudad, desempeñando todo tipo de trabajos, sus novelas autobiográficas acabarían por convertirlo en una figura entre  la comunidad intelectual francesa. Esa solo será una pequeña parte de la vida del autor de Soy yo, Editchka o Historia de un servidor, tan capaz de deambular por los entornos marginales  como de participar como combatiente en la guerra de los Balcanes, o ser miembro activo del Partido Nacional Bolchevique.

Carrère cuenta con algunas novelas donde la percepción de lo real o lo que interpreta su narrador es muy subjetivo (como El bigote o la inquietante La clase de nieve), pero también  con escritos biográficos de  aquellos cuya vida resulta tanto o más extraña  que sus obras, como  la de Philip K. Dick o el propio Limonov. Ambas elecciones están marcados por sus intereses, y en este caso, su intención es seguir la vida de alguien en que  la frontera entre persona y personaje. Los libros de Limonov son eminentemente autobiográficos, y  en más de una ocasión se plantea si muchas de sus decisiones se deben a la búsqueda de notoriedad, cierto narcisismo y obsesión por ser recordado. No es una biografía objetiva sino el recuento de una vida narrada por alguien que no tiene claro ya si admirarlo, despreciarlo o sentir compasión  por él (aunque pasa de puntillas por su misoginia, no puede evitar mencionar con bastante ironía su preferencia por las mujeres cada vez más jóvenes según va envejeciendo, o su participación, entre lo real y el postureo, como combatiente en el bando serbio). Esta percepción varía según se acerca a los últimos años de Limonov, tras cumplir condena por actividades terroristas y  convertido en una figura  mediática en la Rusia moderna. Alguien que ahora mira a su pasado con cierto desprecio.

El estilo, aunque intenta mantenerse d dentro de lo objetivo de la novela periodística, se ve marcado  muchas veces por lo personal. Carrère no  puede evitar en más de una ocasión el comparar la vida  de Limonov con la suya, novelista profesional e hijo de intelectuales, y reflexionar sobre las últimas palabras  con las que Eduard  cierra esta biografía: ha sido una vida de mierda. Quizá es una vuelta de tuerca al consejo de “nunca conozcas a tus ídolos”. O un buen momento para recordar la canción del mismo nombre de Pablo und Destruktion. 

jueves, 4 de mayo de 2023

Lecturas de la semana. Los clásicos del comedor

 


No solo de la colección Reno y de Bruquera  vivimos los lectores y los que rebuscamos en las cajones de segunda mano. Otras editoriales, que estaban presentes en las casas, intentaba n recoger también lo más destacado de la narrativa, y lo que era  más importante, de una forma que esas  colecciones se vieran de manera uniforme   en las baldas del aparador. Con una encuadernación que pretendía imitar un libro antiguo, los títulos resaltando en letras doradas y unas páginas que parecían papel de estraza, las Obras maestras de la literatura  contemporánea de Seix Barral recopilaban…bueno, lo que podríamos considerar como  las más importantes de los últimos siglos. Y donde convivían La náusea, La muerte en Venecia, La familia de Pascual Duarte  o Crónica de una muerte anunciada (esta última, resultó una suerte  tenerla cuando entró en el programa de lecturas a examen de COU). Pero también El proceso, y un par de novelas más  que supusieron mi entrada en el mundo de la literatura “seria”…pero, que, como todo lo que seguiría después, se mantendría en la línea entre lo real y lo imaginario.



Gilbert K. Chesterton. El hombre que fue Jueves. Bajo el subtítulo de Pesadilla, la novela sigue los pasos de Gabriel Syme, detective infiltrado en el Consejo Anarquista, elegido  durante una reunión como Jueves, y su intentos para detener al resto de miembros antes de que lleven a cabo el atentado planeado: asesinar al Zar, quien se encuentra en París. Syme no es el único  integrante de Scotland  Yard que ha conseguido llegar hasta el Consejo. Junto a varios  aliados inesperados, intentarán detener al resto de anarquistas y evitar sus planes…o quizá descubrir que nada es lo que parece.

La novela está, marcada por un sentido del humor muy británico, donde abundan los juegos de palabras y una caracterización física de los personajes que roza lo teatral: barbudos, ancianos decrépitos, personajes cubiertos por siniestras gafas oscuras o provistos de una sonrisa torva, que van desvelándose como una capa más de  un enigma en que sobresale  la figura de Domingo. Descrito por todos como inabarcable, incomprensible y misterioso como un villano…pero que, como uno de los protagonistas expone, su  comportamiento a la hora de eludir a  sus perseguidores es similar a la de un padre jugando al escondite con sus hijos.


Alcohol, libros y una vajilla: el mueble que lo tiene todo

La trama, sin perder el humor en ningún momento, deriva hacia lo fantástico, donde la huida toma un cariz surrealista, un  globo aerostático puede dar paso al robo de un elefante, haciendo que su aspecto inicial de novela policiaca se desvanezca  convirtiéndose  en una historia extrañamente alegórica, donde nada era lo que parecía  en un principio  y lo narrado adquiere un tono de ensueño, con la vuelta de su protagonista al punto de partida  de una forma muy sutil y amable, muy similar a como si este hubiera presenciado una parábola.

Chesterton, conocido por sus novelas policiaca,  por su carrera de polemista y su preferencia por lo  tradicional, toma la figura del dinamitero  transformándola, de una encarnación de lo negativo a una caricatura, y de ahí a a una versión despojada de  su ideología e imagen previa como si se tratara de un disfraz. También se ha especulado a menudo sobre Domingo, como personaje dual y casi un demiurgo, caracterizado con rasgos que recuerdan mucho a su autor (a Chesterton le encantaba incluir personajes grandotes es sus historias, como Flambeau el ladrón). Este, incomprensible al principio, abiertamente burlón y finalmente benévolo, está muy vinculado a la mentalidad e ideas del propio  Chesterton, católico  e interesado en la fe y la creencia  como alto  necesario en la vida, pero que no  por ello tuviera que tratarse de forma excesivamente solemne.

El personaje, y los matices  de El hombre que fue Jueves, han sido reseñados de forma mucho más  amplia  por La mano del extranjero, y salvo una opinión somera, no me queda mucho más que aportar que defender que esta novela se habría convertido en una candidata a ser filmada por Terry Gillian.



M. R. James .Otra vuelta de Tuerca. En una velada, los invitados deciden narrar una historia de fantasmas, a ser posible, verídica. Esta es la que fue  contada por uno de los presentes,  referida de primera mano por su protagonista. Esta describe como encuentra su primer trabajo de institutriz  de los dos niños que habitan en Bly Manor, huérfanos y sobrinos de su empleador, quien ha dejado claro que no desea ser molestado con asuntos sobre su  crianza. La joven maestra decidida a cumplir con la tarea impuesta por un hombre por el que ha quedado  fascinada, se encarga desde de ese momento de la educación de flora y Miles, un jovencito que inexplicablemente  ha sido expulsado del internado donde estudiaba. Esta, fascinada  por  los dos niños a los que define como las criaturas más adorables que ha conocido, comienza a ver en algunos lugares de la casa  a dos figuras. Ninguna de las forma parte del servicio actual,  apena compuesto por ella y la señora Grose la gobernanta, pero parecen coincidir con la descripción de los anteriores  miembros de esta: Miss Jessel, la institutriz a quien sustituye, y Peter Quint, criado del señor y un hombre poco de fiar…ambos muertos, o dados por muertos.

A partir de la aparición de estos, el comportamiento de Miles y Flora empezará a cambiar, y su institutriz, la única ç consciente de las figuras que ronda Bly Manor, intentará  proteger a los pequeños de lo que ella sospecha que es una influencia maléfica.

Además de ser una de las novelas clásicas del fantasmas, también es una  con un desarrollo más abierto a la interpretación del lector: bien una historia sobrenatural donde algo amenaza a los niños, o bien una novela realista donde todo lo que sucede es narrado desde el punto de vista de la locura de su protagonista. Esta última  es la interpretación mas socorrida, debido a lo que esta describe. Desde su fascinación romántica con alguien ausente, hasta su obsesión  con los anteriores residentes de la mansión  lo s que convierte en villanos y amenaza que recaen sobre los niños. Unos residentes que en todo momento, solo ella ha visto y cuya caracterización proviene de lo narrado por la señora Grose, a partir de cuyo testimonio se establece la posibilidad de la relación entre ambos, o de la influencia que Quint pudo tener en Miles. Lo subjetivo de la narración también supone abrir otra interpretación, como estos fantasmas fueran el reflejo de las frustraciones o deseos reprimidos de su protagonista.

James era un escritor realista y es algo que se nota en este relato sobrenatural: un personaje principal cuya complejidad radica en lo dudoso de su testimonio y lo que pueda interpretarse  de este, un entorno  aislado marcado, ante todo por el secretismo de la clase alta en el que todo debe adivinarse a través de sugerencias. Lo sucedido entre Quint y Miss Jessel, las circunstancias que provocan la expulsión escolar de Miles, e incluso el comportamiento de los niños, entre el esperado en dos criaturas aisladas sin familia,  el malinterpretado por  una institutriz cuya visión está distorsionada, o el directamente anómalo, si el lector creer lo que ella cuenta. Este estará tan abierto a lo que este decida ver como años después lo estarían, en cierto modo, los hechos descritos  por Shirley Jackson en La maldición de Hill  House.