Hoy hace trece años que empecé a escribir sin que tuviera muy claro qué es lo que quería hacer, a dónde podía llegar la ocurrencia, por cuanto tiempo, o si algún día me quedaría sin fotos de gatos con lo que empezar cada entrada. A pesar de todo llegaron a los cinco, los diez y ahora, los trece años, que además de ser un número muy chulo (como los 13 Fantasmas o las 13 campanadas) supone haber pasado los dos últimos años más extraños del siglo. Entre incertidumbre, mascarillas y una extraña sensación de no tener claro lo que era normal, lo que es, o que, como decía Murphy en Z Nation: es el apocalipsis. Simplemente lo vamos llevando.
No ha habido muchos cambios (salvo que Narnia desde hace algunos meses ha cogido la costumbre de tirar libros del estante. Me paso las mañanas recogiendo Valdemares del suelo) pero ha sido el año en que menos series de televisión he visto. Materia Oscura, Boardwalk Empire, capítulos sueltos de Seinfield e incluso Inside Number 9 de los miembros restantes de League of Gentlemen se quedan aparcadas por temporadas muy largas, no por su falta de interés sino porque el cine ha ganado muchísimo más terreno. En casa, al menos, porque en una sala se ha convertido en un lujo que más que lo ocasional, roza lo aleatorio.
Un visionado de películas que podría considerarse nostálgico por todas las que he visto por segunda vez, aunque hubiera pasado bastante tiempo (en ocasiones, mas de diez años), como para que fuera suficiente como para apreciarlas con otra mentalidad o como si fuera la primera vez. Fue el año de recuperar Este muerto está muy vivo de los pases de televisión, de bailar con el demonio a media noche junto al Batman de Burton, de Matrix y Dark City, y decidir que me gusta infinitamente más esta última, apreciar el patetismo del Nosferatu interpretado por Klaus Kinski y volver a ver Razas de Noche, sin esa sensación de cercanía de sentirse (y querer ser) un poco freak y desear marchar a algún lugar lejos donde vivan los monstruos.
También supuso un cambio el volver a visitar las tiendas de segunda mano, un poco pensando que estos libros pueden irse al mismo lugar donde los adquirí pero también con la sospecha de que acabarán quedándose combando estanterías (o derribados por Narnia, si su afición sigue). Ediciones de Gran Fantasy o Gran Super Terror que sirvieron para poder leer Las puertas de Anubis, encontrar tras mucho tiempo El legado de Lovecraft, y de paso descubrir que, salvo por ser la antología por el centenario de HPL, tampoco era una colección extraordinaria, los Vampiros, más conocidos por la película de Carpenter que por la novela de John Steakley o la melancolía de El gran Meaulnes. Las ediciones nuevas, salvo Meddling Kids, y quizá la trilogía de Lyonesse de Vance, eran tan modernas como una recopilación de relatos sobre villanos de la época victoriana o la colección de cuentos que Valdemar publicó un año después de la declaración de aquel estado de alarma.
No suelo salirme mucho de aquellos temas que me interesan. La época de leer por obligación quedaba lejos, pero 2021 también ha servido para hacer caso a recomendaciones y descubrir que no todo tiene que tener algo sobrenatural acechando en cada esquina. O que, como decía Lernet Holenia, que las mejores historias son aquellas que transcurren entre lo real y lo improbable: había algo aterrador en las fábulas de El Nadador, con su despreocupado protagonista recorriendo las piscinas de sus amigos hasta descubrir una verdad desoladora, o la inquietante servilidad del criado que Dirk Bogarde interpretaba en El sirviente. Y que la sombra de la novela gótica es alargada, tanto, que puede encontrarse entre las páginas de Nada, de Carmen Laforet, de quien reconozco que de no ser por venir aconsejada, no me hubiera acercado a ella de no ser por amenaza, o en una de esas pesadillas recurrentes en las que tenemos que volver a estudiar COU.
Trece años de lecturas, cine, entradas y gatos, u once más dos un tanto extraños. Continuamos hacia el once más tres.
2 comentarios:
La verdad es que 13 son unos cuantos años. Creo que llevo leyéndote desde 2013 ó 14, que llegué por las series y me quedé por los libros, las pelis y las fotos de gatetes xD, que también son unos cuantos años ya.
Lo de tu gata tirando libros de la estantería sólo será preocupante cuando te caiga un Valdemar en la cabeza, que tienen algunos tochos que cuidado... xD
Comparto algunas pelis y libros. Matrix y Dark City las volvía a ver junto a Nivel 13 y Días extraños y descubrí que Dark City me gustaba más que Matrix, que las secuelas de ésta siguen siendo infumables, que Nivel 13 es un peliculón y que Días extraños cada vez me gusta menos. Al gran Meulnes, Meddling Kids y Nada los tengo en la pila de pendientes gracias a tus entradas.
En cuanto a no salirse de los temas que te interesan, sólo añadir: de las drogas se sale, pero de leer a escritoras victorianas de terror no lo tengo yo tan claro xD. Así que feliz decimotercer cumpleaños. A ver qué apocalipsis nuevo nos trae 2022 xD.
Por suerte Narnia se va conformando con tirar los del club diogenes y varios de Martínez Roca Fantasy, aunque es un cuadro estar un día y medio fuera y ver media docena dd libros desperdigados xD.
También puedo asegurar después de 13 años que es más fácil salir de las drogas o de un Ikea que del cine ochentero y del fantástico de entreguerras.
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