A la hora de escribir novelas cómicas, uno de los recursos
más útiles es el contar con un protagonista un poco sobrado. Alguien que se
crea único y un genio incomprendido ante un mundo que, en general, suele tener
más razón y sentido común que él. Estos, como personajes principales, también están muy presentes en la literatura
juvenil, especialmente en la que narra situaciones cotidianas, al hacerse mucho
más evidentes sus características en contraste con un entorno tan específico
como es la familia, el colegio, y la vida diaria de un niño. Este tipo de
historias también está bastante ligado a un estilo determinado, en primera
persona, y a menudo, en forma del diario del protagonista, que acentúa mucho
más la subjetividad con la que se narran las situaciones y la forma de
describir al resto de personajes.
Hasta hace poco, el primer ejemplo que me venía a la cabeza
eran los diarios de Adrian Mole, de Sue
Towshend, pero hoy los libros de Jeff Kinney son quizá los más populares. Estos
son en realidad los cuadernos de Greg Heffley (que no diarios. Los diarios son
para chicas), un chico de doce años que se considera todo un genio
incomprendido por las circunstancias: a él le ha correspondido ser el hermano
de en medio, entre un primogénito contra quien pierde todas las peleas, y un
benjamín a quien sus padres miman de forma que sus otros dos hermanos no
habrían imaginado. Su madre no duda en recurrir a técnicas pedagógicas para
corregir su comportamiento, sin mucho éxito. Su mejor amigo, Rowley, no es
demasiado brillante, pero en más de una ocasión llega a conseguir todo el
reconocimiento entre los niños que a Grez le gustaría. Y el colegio es todo lo
que podría esperarse para un chico un tanto enclenque y sin ningún interés en
los deportes ni las actividades escolares que no puedan proporcionarle fama o
algún beneficio.
En general, el argumento de los libros es muy corriente,
basado en todas las situaciones cotidianas con las que los lectores pueden o
pudieron encontrarse: estos son en su mayor parte, muy episódicos, separando
cada capítulo o cada historieta por las fechas del diario, y como mucho pueden
referirse a lo que sucede durante un curso lectivo, unas vacaciones, o un período
más breve de tiempo. No hay un argumento concreto, como mucho, algún detalle
que se establece como hilo conductor en el título de cada entrega. El primer
tomo es el más general, donde sirve un poco de prueba para el personaje,
mientras que los siguientes lo mismo se
refieren a momentos como viajes familiares, o una racha de mala suerte del
protagonistas, sirven en realidad como introducción para ir contando el resto
de anécdotas.
Tanto estas como el planteamiento de los libros son
abiertamente cómicas, marcadas por la forma de ser del personaje. Al tratarse
de un diario, todos los secundarios se caracterizan a través del protagonista,
y es ahí donde el autor demuestra su maña: él puede presentar a alguien tal y
como lo ve su protagonista, pero entre líneas es fácil hacerse una idea de cómo
es en realidad y no cómo lo ve Greg. También de este, a través de su forma de
escribir, es fácil hacerse una idea de cómo es: su carácter de hermano mediano
está muy presente, junto a una forma de ser un poco egocéntrica que hace que
gran parte de su comportamiento resulte bastante cómico en comparación con los
resultados que obtiene. Precisamente este detalle hace pensar, no en un libro,
pero sí en una serie, Malcolm in the Middle, cuyo protagonista tenía unas
características similares. Pero las comparaciones terminan ahí: estos, a fin de
cuentas, están pensados para un público más joven que la serie, y ni los
personajes ni las situaciones llegan a los extremos enloquecidos que esta
alcanzaba. Esto no quiere decir que los libros de Kinney sean mucho más
amables, porque, dentro de esos límites, tampoco se corta a la hora de
presentar algunos personajes tan reconocibles como el típico niño raro del
colegio, con el que no se corta a la hora de caracterizarlo con un comportamiento
un poco asquerosillo, y es perfectamente capaz de desarrollar una situación
bastante cargada de humor negro, a partir de un familiar con demencia senil.
Dentro de las anécdotas que componen cada libro, las que le
han dado éxito a su autor entre lectores de todas las edades son las relativas
al colegio: aún refiriéndose a un sistema educativo especifico, la edad del
protagonista hace que ese entorno sea perfectamente reconocible. Puede ser una
middle school estadounidense, primero de la ESO o sexto de EGB, pero en los distintos grupos y la mitología que los niños van creando a lo
largo de los años en el colegio es fácil
ver la comicidad de estos y en cierto modo, recordar situaciones muy
similares…o incluso más absurdas que las que puede inventarse Jeff Kinney.
Es relativamente fácil construir una historia alrededor de
un personaje como este, sobre todo recurriendo al humor y al sarcasmo en
algunos casos. Pero los diarios de Greg cuentan con un elemento que los
distingue del resto: las ilustraciones. En realidad no son ilustraciones como
tal, como añadido al texto. Estas son toda una marca de la casa, compuestas por
monigotes muy simples, y además forman parte del propio texto, complementando a
menudo partes de la historia o explicando detalles concretos.
No podría decirse que sea un cómic, o quizá una novela
gráfica, pero sí una donde los elementos gráficos también tienen una gran
importancia, aportando bastante dinamismo y frescura a la historia. Y haciendo
que su lectura se haga también mucho más rápida para los lectores más mayores
que, en algún momento, echen un vistazo a sus páginas recordando, con algo de
sarcasmo, todos esos detalles que eran parte de la vida escolar. Algo que
también podría verse en las películas, porque la serie ha sido adaptada al cine
en tres ocasiones. Aunque, precisamente cuando la gracia del libro se encuentra
en su subjectividad y en sus ilustraciones, estas han acabado siendo también una parte de la película.
No hay comentarios:
Publicar un comentario