lunes, 3 de agosto de 2015

Jeff Kinney y el Diario de Greg. El mundo de los niños, visto por un tirillas


A la hora de escribir novelas cómicas, uno de los recursos más útiles es el contar con un protagonista un poco sobrado. Alguien que se crea único y un genio incomprendido ante un mundo que, en general, suele tener más razón y sentido común que él. Estos, como personajes principales,  también están muy presentes en la literatura juvenil, especialmente en la que narra situaciones cotidianas, al hacerse mucho más evidentes sus características en contraste con un entorno tan específico como es la familia, el colegio, y la vida diaria de un niño. Este tipo de historias también está bastante ligado a un estilo determinado, en primera persona, y a menudo, en forma del diario del protagonista, que acentúa mucho más la subjetividad con la que se narran las situaciones y la forma de describir al resto de personajes.

 


Hasta hace poco, el primer ejemplo que me venía a la cabeza eran los diarios de Adrian Mole, de  Sue Towshend, pero hoy los libros de Jeff Kinney son quizá los más populares. Estos son en realidad los cuadernos de Greg Heffley (que no diarios. Los diarios son para chicas), un chico de doce años que se considera todo un genio incomprendido por las circunstancias: a él le ha correspondido ser el hermano de en medio, entre un primogénito contra quien pierde todas las peleas, y un benjamín a quien sus padres miman de forma que sus otros dos hermanos no habrían imaginado. Su madre no duda en recurrir a técnicas pedagógicas para corregir su comportamiento, sin mucho éxito. Su mejor amigo, Rowley, no es demasiado brillante, pero en más de una ocasión llega a conseguir todo el reconocimiento entre los niños que a Grez le gustaría. Y el colegio es todo lo que podría esperarse para un chico un tanto enclenque y sin ningún interés en los deportes ni las actividades escolares que no puedan proporcionarle fama o algún beneficio.

 


En general, el argumento de los libros es muy corriente, basado en todas las situaciones cotidianas con las que los lectores pueden o pudieron encontrarse: estos son en su mayor parte, muy episódicos, separando cada capítulo o cada historieta por las fechas del diario, y como mucho pueden referirse a lo que sucede durante un curso lectivo, unas vacaciones, o un período más breve de tiempo. No hay un argumento concreto, como mucho, algún detalle que se establece como hilo conductor en el título de cada entrega. El primer tomo es el más general, donde sirve un poco de prueba para el personaje, mientras que  los siguientes lo mismo se refieren a momentos como viajes familiares, o una racha de mala suerte del protagonistas, sirven en realidad como introducción para ir contando el resto de anécdotas.

 


Tanto estas como el planteamiento de los libros son abiertamente cómicas, marcadas por la forma de ser del personaje. Al tratarse de un diario, todos los secundarios se caracterizan a través del protagonista, y es ahí donde el autor demuestra su maña: él puede presentar a alguien tal y como lo ve su protagonista, pero entre líneas es fácil hacerse una idea de cómo es en realidad y no cómo lo ve Greg. También de este, a través de su forma de escribir, es fácil hacerse una idea de cómo es: su carácter de hermano mediano está muy presente, junto a una forma de ser un poco egocéntrica que hace que gran parte de su comportamiento resulte bastante cómico en comparación con los resultados que obtiene. Precisamente este detalle hace pensar, no en un libro, pero sí en una serie, Malcolm in the Middle, cuyo protagonista tenía unas características similares. Pero las comparaciones terminan ahí: estos, a fin de cuentas, están pensados para un público más joven que la serie, y ni los personajes ni las situaciones llegan a los extremos enloquecidos que esta alcanzaba. Esto no quiere decir que los libros de Kinney sean mucho más amables, porque, dentro de esos límites, tampoco se corta a la hora de presentar algunos personajes tan reconocibles como el típico niño raro del colegio, con el que no se corta a la hora de caracterizarlo con un comportamiento un poco asquerosillo, y es perfectamente capaz de desarrollar una situación bastante cargada de humor negro, a partir de un familiar con demencia senil.

 


Dentro de las anécdotas que componen cada libro, las que le han dado éxito a su autor entre lectores de todas las edades son las relativas al colegio: aún refiriéndose a un sistema educativo especifico, la edad del protagonista hace que ese entorno sea perfectamente reconocible. Puede ser una middle school estadounidense, primero de la ESO o sexto de EGB,  pero en los distintos grupos  y la mitología que los niños van creando a lo largo de los años en el colegio  es fácil ver la comicidad de estos y en cierto modo, recordar situaciones muy similares…o incluso más absurdas que las que puede inventarse Jeff Kinney.

Es relativamente fácil construir una historia alrededor de un personaje como este, sobre todo recurriendo al humor y al sarcasmo en algunos casos. Pero los diarios de Greg cuentan con un elemento que los distingue del resto: las ilustraciones. En realidad no son ilustraciones como tal, como añadido al texto. Estas son toda una marca de la casa, compuestas por monigotes muy simples, y además forman parte del propio texto, complementando a menudo partes de la historia o explicando detalles concretos.

 

No podría decirse que sea un cómic, o quizá una novela gráfica, pero sí una donde los elementos gráficos también tienen una gran importancia, aportando bastante dinamismo y frescura a la historia. Y haciendo que su lectura se haga también mucho más rápida para los lectores más mayores que, en algún momento, echen un vistazo a sus páginas recordando, con algo de sarcasmo, todos esos detalles que eran parte de la vida escolar. Algo que también podría verse en las películas, porque la serie ha sido adaptada al cine en tres ocasiones. Aunque, precisamente cuando la gracia del libro se encuentra en su subjectividad y en sus ilustraciones, estas han acabado siendo también una parte de la película.

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