Hay algunos personajes secundarios que acaban teniendo más
popularidad y fans que la que cualquier guionista hubiera imaginado. Bobba Fett
llegó a tener todo tipo de novelas y comics en la franquicia de Star Wars,
Daryl Dixon era el personaje mejor cocido de todo Walking Dead (claro que esa
serie es como los zombies: hay que darle de comer aparte) y en breve los
minions se independizarán de Gru para
tener su propia película. Pero un poco antes de estos últimos hubo unos
secundarios que, con un trasfondo igual de absurdo e improbable acabaron siendo
lo más exitoso de una franquicia: los pingüinos de Madagascar. Lo que había
empezado como poco más que un gag en una película sobre un grupo de animales de
zoo perdidos en una isla, fueron adquiriendo más peso en las secuelas. El
protagonismo les llegó con la serie de animación que compartían con los
lémures, otros bichos que también se las arreglaron para robar todo el interés
de Madagascar. Y es ahora, con la historia de los anteriores personajes
principales cerrada, cuando disponen de una película para ellos solos.
Lejos de ser una precuela, o un guión independiente como
podía serlo el de la serie de televisión, esta retoma por un momento el final de
Madagascar 3: los animales del zoo tienen su propio circo, del que los
pingüinos se encargan de conducir por el mundo. Pero para un comando de aves la
vida del artista es aburrida, y con motivo del cumpleaños de Soldado, el
miembro más joven del grupo, deciden llevar a cabo una nueva misión:
infiltrarse en Fort Nox..para conseguir la última máquina que vende aperitivos
de queso. Pero otro animal se les ha adelantado: Dave, un pulpo que, además de
aficionado al queso, ha jurado vengarse de todos los pingüinos del mundo, ya
que esos adorables pájaros bobos le robaron todo el protagonismo del que había
disfrutado en el zoo. Por suerte, otro comando formado por animales lleva
tiempo vigilando los planes de ese cefalópodo reconvertido a científico loco. Y
aunque aprecian toda la información que el grupo de Skipper, Kowalski, Rico y
Soldado pueden proporcionarles, no creen que estos puedan serles de mucha ayuda
más.
La película se caracteriza por dos cosas: por un lado, se
aleja por completo de la idea principal de Madagascar, donde todo el tema de los
animales parlantes estaba mucho más relacionado con el tema de la diferencia
entre los criados en cautividad y los salvajes. Esta tiende más hacia la fantasía,
con muchos visos de comedia absurda, donde estos se comportan como humanos,
pueden interactuar con ellos y en la que se ha suprimido cualquier intención de
acercarse a la realidad a favor de una historia independiente. Por otro, la
trama podría definirse en una sola frase: los pingüinos son muy monos. Porque desde
que hacen su primera aparición como crías, gran parte de los skecthes, y
especialmente, todo el guión gira en torno a esta característica de los pájaros
bobos: en realidad el planteamiento inicial es un macguffin, un poco pillado
por los pelos, para poner en marcha a los protagonistas y establecer un
universo para la película completamente distinto al que se vio en Madagascar…hasta
el punto en el que de los personajes principales de esta solo se llega a ver su
silueta, lo que no puede ni llamarse cameo. Curiosamente, el Rey Julien y Mort sí
aparecen durante un momento, quedando claro quienes han sido los ganadores en
esta franquicia.
Lo cierto es que intentar borrar de un plumazo cualquier
aparición de los personajes anteriores ha sido un acierto, debido a lo alejado
de esta película respecto de la franquicia de Madagascar. Además, tuvieron
bastante tiempo gracias a la serie para ir dotando de más rasgos característicos
a sus protagonistas y que estos pudieran funcionar por si solos sin estrellarse,
rasgos que también van desarrollándose a lo largo de la historia. Y basicamente,
esta es una comedia, además de una muy absurda: además del planteamiento,
cuenta con secuencias directamente pensadas para provocar la risa tonta, por lo
que lo mismo pueden verse a un grupo de pingüinos disfrazados de tiroleses que
a un grupo de sicarios pulpo tarareándoles la música a coro. Durante la primera
parte esto funciona bastante bien, al no dar descanso al espectador con todo
tipo de situaciones, pero como suele pasar cuando un guión se sostiene a base
de sketchs, llega un punto en que estos se alargan y no es hasta los últimos
diez o quince minutos cuando consiguen retomar el interés que habían conseguido
al principio. Es una suerte que se hubieran ceñido al formato de hora y media
porque es muy difícil mantener una película tan de broma más tiempo. Aunque entre
los secundarios puedan oírse las voces de John Malkovich y Benedict
Cumberbatch.
Podría decirse que Los pingüinos de Madagascar no es más que
un chiste alargado…pero uno muy bueno. Pasó el suficiente tiempo como para
comprobar que estos podían funcionar en una producción independiente, donde
esta se adaptara a las características de estos personajes, y donde consiguen
explotar con mucho éxito la primera frase que estos dijeron en Madagascar: “Recordad,
chicos: somos cucos y monos”.
2 comentarios:
Me gusta el tono, la idea, y es entretenida, ha merecido la pena este spin off
La verdad es que les ha salido bien: es una historia muy absurda y muy alocada..Pero la idea de unos pingüinos paramilitares también lo es.
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