Con Un viaje inesperado comenzaba la primera entrega de El hobbit, donde Peter Jackson retomaba
Un año después, con un estreno en plenas vacaciones, como
suele ser en el caso de los blockbusters, los personajes continúan donde habían
quedado: intentando llegar a la montaña, pero con los orcos comandados por Azog
persiguiéndolos, en bastante malas migas con los elfos, y sin Gandalf. Porque este
último debe seguir averiguando quien es esa figura conocida como el Nigromante
y si realmente es más peligroso que un hechicero humano.
A El hobbit se le ha criticado por ser la vaca lechera de El
señor de los Anillos: todavía es muy pronto para otra versión de la obra de
Tolkien, pero por mucho que rebuscaban, no encontraban otra saga de fantasía
que se le pareciera en pantalla. El intentarlo con las Crónicas de Narnia e
incluso con Materia oscura lo demuestra (y también que no andaban muy afinados
a la hora de elegir), y por ello la opción más fácil era retomar el libro más
breve sobre la Tierra Media
y reconvertirlo a trilogía. Sí, la obra original del Hobbit ocupaba más de novecientas
páginas por lo que técnicamente no se están inventando nada. Pero si la versión
que se publicó era mucho más reducida, sería por algo. Y aunque la primera
entrega de esta trilogía resultaba amena pese a lo extensa, a su segunda parte
se le nota demasiado esa duración extra que le han impuesto.
¡-2 a Destreza y +5 al Daño!
No me quejo en un principio de las persecuciones, de las
secuencias de acción, ni de todas las secuencias en el pueblo del lago con el
personaje de Bard. Me gustó cómo recreaban un asentamiento humano, con su
comercio, sus habitantes y hasta con su
aduana (en Tierra Media también pagan impuestos. Muchos deberían tomar nota). Y
sin que fuera un escenario de batalla, al menos en un principio. Además, cuenta
con Stephen Fry en un papel muy breve pero tan divertido como nos tiene
acostumbrados este hombre. Pero otra de las tramas, con la aparición de la elfa
Tauriel y ese romance que se adivina entre ella y Kili, se nota tremendamente
forzado, incapaz de aportar nada a la trama excepto el alargarla y meter giros
innecesarios. Más que el haber convertido un libro breve en una trilogía, me
disgusta esta forma tan absurda de modernizar una historia, por el simple hecho
de no contar con personajes femeninos y
romances. Estos enanos con aspecto de elfos en miniatura, estas elfas con
dramas románticos, parecen más un pegote añadido a última hora que algo
integrado dentro de un guión. Por comparación, los viajes de Gandalf, su
enfrentamiento contra el Nigromante, y las referencias que van incluyendo sobre
el anillo único, resultan mucho más interesantes y dinámicas. Hasta los
enfrentamientos con los orcos cumplen mejor su funcion. Y eso que sigo sin
tomarme en serio a un personaje que vaya por ahí llamándose Azog el Profanador.
Se ve que algún guionista ha jugado demasiado a Dragones y Mazmorras…
Toda historia debe tener un planteamiento, un nudo y un
desenlace. Aunque este último quede completamente abierto y de cara a ser
finalizado en la siguiente entrega. Esto es algo que en Un viaje inesperado sí
tuvieron en cuenta, pero que esta vez, en su empeño por alargar lo máximo
posible la aparición dramática del dragón Smaug, se han olvidado: la película,
más que un final abierto, se queda con un cliffhanger de cara a la siguiente
entrega, de forma que, después de haber pasado dos horas y media viendo las
idas y venidas de los personajes, desconcierta bastante. Además de dar la
impresión de que se han olvidado de cerrar el guión, o que directamente, no les
dio tiempo.
El punto fuerte de La desolación de Smaug es precisamente la
aparición de su dragón, que se hace esperar pero que es todo lo que el público
esperaba y más: tiene su gracia el ver de nuevo a Martin Freeman y Benedict
Cumberbatch (al menos, a su voz) compartiendo pantalla de nuevo, y han
conseguido dotar de caracterización a un personaje que, igual que Gollum, solo
cuenta con su generación infográfica y la voz de un actor. Pero es precisamente
su voz, sus expresiones, e incluso su forma de actuar, muy egocéntrica, cínica
y casi felina, la que lo hace más divertido. En mi caso, sobre todo por esto último,
claro. Pero quizá el principal problema es el pensar si todos los añadidos, y
esta vocación de conseguir un segundo Señor de los anillos, han acabado por
deslucir el viaje del hobbit y su compañía.
3 comentarios:
No es ya la irritante sensación de que el personaje de Tauriel y su amor interracial huelen a modernización bajo el perfume de la corrección ideológica. Es que, al final, el mensajito no puede ser más banal y conservador, incluso reductor desde el punto de vista feminista: la elfa guapa se enamora no de cualquier enano, ni siquiera del más valiente o del más inteligente, sino del más... guapo.
Lo de darle esa visión conservadora y sexista no lo veo tan claro (se enamora primero Fili de ella, y ella acaba fijándose en él por su insistencia cansina, no porque sea guapo y haya sido amor a primera vista) pero sí, es un añadido de pegote muy para cine de todos los públicos, comercialmente hablando.
Muy de acuerdo en general con tu crítica. Y me han encantado eso de que Smaug tiene algo de felino, es cierto!
Esperemos que la tercera parte remonte.
Un abrazo
José Miguel García de Fórmica-Corsi: la aparición de Tauriel y su futura historia de amor me pareció una concesión muy cutre a las normas del cine comercial. Hoy parece obligatorio que todo blockbuster tenga su trama romántica. Y ya en la primera parte me había chocado que a una parte de los enanos les habían dado un lavado de cara haciéndolos más atractivos al público..Lejos queda el Gimli de El señor de los Anillos.
Liliana Fuchs: pegote es la forma más adecuada de definirla. En cada aparición que tiene a la mitad de la película se queda quieta, mira a Fili, vuelve a quedarse quieta en una esquina...¡ni los guionistas no saben qué hacer con ella!
Yo también tengo esperanzas para la segunda parte. La primera, aunque larga, mantenía muy buen ritmo y me divirtió mucho. Aquí se notó que necesitaban material para tres películas y les faltaba material.
(y sí, este Smaug es un poco felino él..quizá por eso me gusta todavía más :))
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