Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

lunes, 10 de junio de 2013

Estamos muertos, ¿o qué? (1998). Sale Vincent Price y con esto queda todo dicho



Algunos de los géneros más populares durante los ochenta, a la hora de hacer serie B, fueron las películas de policías y las comedias de terror. En muchos casos, lo de comedia era bastante relativo porque no estaban muy brillantes con los chistes, y las de policías, tampoco tenían que responder al cliché de los personajes opuestos que aprenden a trabajar juntos. Vamos, que había de todo, y la mayoría no era de una calidad sobresaliente…y Dead Heat junta todas esas características: mezcla la película de acción, a la pareja de policías que investigan un caso, y algo de ciencia ficción/terror de forma que, quedando todo bastante cutre y de calidad cuestionable, sigue siendo igual de divertido para los que nos gusta el cine palomitero de la época (y que, ahora que vamos para mayores, parece que cada día nos volvemos más nostálgicos).



Titulada en España como Estamos muertos, ¿o qué?, como solía pasar a la hora de hacer traducciones creativas, comienza con un atraco a una joyería, en el que los ladrones son tiroteados por la policía y la pareja de detectives protagonistas. Estos comprueban enseguida que, aún llevando encima más plomo que una tubería vieja, los dos ladrones se niegan a morirse, y la autopsia posterior revela que ambos habían estado previamente muertos y en la misma camilla en la que se encuentran por segunda vez. Los protagonistas siguen la pista correspondiente, que los lleva a un laboratorio donde, además de encontrar una máquina y a una criatura monstruosa que causa varios destrozos, uno de ellos muere. Su compañero, y la médico forense que los acompaña, deciden probar la máquina que encuentran en el laboratorio, que por lo visto, es capaz de resucitar a los muertos por un período de 12 horas tras el cual, estos se descomponen. Ahora los protagonistas disponen de ese tiempo para descubrir quien está detrás de ese invento y por qué ha decidido usarlo para resucitar delincuentes.



Visto el argumento, y especialmente el desarrollo de este, resulta completamente camp y absurdo, y aunque la película no se califique especialmente como una comedia, acaba funcionando así gracias a la precipitación con la que los personajes pasan de una pista a otra y la facilidad con la que todo el mundo acepta lo que está pasando, sin importar lo imposible o involuntariamente ridículo que esto sea ¿Qué los delincuentes recién tiroteados conservan la cicatriz de una autopsia anterior? Bueno, quizá sea un poco sorprendente, pero no es para tanto, o probablemente el registro de los actores tampoco de para mostrar más emociones. Esto es todavía más cantoso cuando aparece la historia de la máquina resucitadora, un aparato lleno de pantallitas en MSDOS y que practicamente cualquiera puede utilizar escribiendo un par de comandos…Y tampoco es que nadie se sorprenda gran cosa tras encontrar el dichoso invento. Estos continúa durante el resto del guión, en el que los protagonistas pasan de una pista a otra, peleándose con varios delincuentes más o menos descompuestos, según se distribuyeran el presupuesto de los efectos especiales, hasta llegar al malo final encadenando una serie de indicios que tampoco tienen mucho sentido, igual que, más o menos, todo el guión.



En una serie B como esta tampoco se esperan grandes interpretaciones, y es preferible pensar así, porque no las hay: he visto cine malo, pero aquí los actores son bastante nulos ellos, y se limitan a recitar sus frases, poner bastante cara de sorpresa, y en el peor de los casos, mantener una actitud un tanto feliz y despreocupada ante lo que le va a pasando a sus personajes. Entre esto y el guión había bastantes posibilidades para que Dead Heat fuera un truño absoluto, pero en realidad se ha convertido en un truño absoluto, pero en realidad se trata de una de las grandes Malas Películas de los ochenta: aunque los actores son malos y el guión absurdo, durante los 80 minutos que dura, mantiene buen ritmo y en realidad, se salva gracias a su falta de pretensiones y lo entrañable que resulta, cualidad que comparte con muchas películas de la época que he vuelto a ver en los útimos años (para los que nos gusta este tipo de cine, claro). Además, y brillando entre tanto manta, cuenta con una pequeña aparición de Vincent Price haciendo de villano millonario en busca de la inmortalidad, tremendo y de opereta como solo él sabía interpretar a determinados personajes.

2 comentarios:

satrian dijo...

Ay la juventud del protagonista de Everwood, Treat Williams.

cami dijo...

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