A él, mientras haya atún y sillones cómodos, le da igual lo que lea
Después del relativo desastre que supusieron las últimas novelas francesas que leí, he decidido tirar por lo seguro en estos casos: cualquier cosa escrita como mínimo hace cincuenta años tiene bastantes probabilidades de gustarme, o al menos, de tener un mínimo de calidad. Y no me he equivocado.
Stefan Wul. Oms en série. Una novela de ciencia ficción que podría considerarse un poco como El planeta de los simios, pero al revés: en otro sistema solar, una raza de humanoides gigantes mantiene a los humanos como simpáticas mascotas, o en muchos casos, como una plaga en sus parques y jardines. Estos hombres, a los que a menudo crían como animales de pedigrí, no son precisamente inteligentes, hasta que Terr, el humano protagonista, comienza a aprender las lecciones de su dueña y posteriormente, escapa para unirse a un grupo de humanos salvajes a los que transmitirá su conocimiento y, para sorpresa de la especie dominante en el planeta, estos comenzarán a evolucionar y buscar su propio hogar lejos de ellos.
Hoy se considera un libro orientado a un público más joven, seguramente por la simpleza y falta de algunos matices (o más bien, de la mala baba que caracteriza a los adultos), pero resulta sorprendente en dos aspectos. Uno de ellos, por la lucidez a la hora de describir el trato que se le da a los humanos como mascotas. Los Draags, la raza alienígena, no son abiertamente malvados, sino que encontraron a la humanidad en un estado en el que habían acabado con su civilización. Los propietarios de hombres son descritos como gente cuidadosa y que realmente quiere a sus mascotas, a las que a menudo crían por razas y eligen por su color de pelo….Y esto resulta un tanto inquietante en cuanto alguien se pone a pensar en el caso de cualquier perro, gato o animalito adoptable (bueno, en el caso de los gatos, no. A día de hoy sigue sin estar claro quien es la mascota de quien). Solo son una amenaza para aquellos que viven salvajes, a los que eliminan periódicamente, e incluso, cuando se plantean el problema de su evolución, una de las soluciones es devolverlos a su estado anterior en lugar de borrarlos del mapa.
El desenlace de la historia también es bastante optimista pese al punto de partida, en el que se trata abiertamente el acuerdo entre ambas razas para colaborar y evolucionar juntas…Lo que tiene bastante gracia teniendo en cuenta que la novela se escribió en los años cincuenta, muy poco después de una guerra y con los primeros pasos para crear una unión en el continente europeo. Pensándolo bien, es muy probable que si se hubiera escrito hoy, el tono y el final habrían sido bastante más oscuros y pesimistas. El estilo de la narración es bastante clásico, muy lineal y dividido en partes y capítulos. Tampoco recurre a palabras complejas, más allá de las inventadas para referirse a los alienígenas. En este sentido, no da complicaciones y es muy legible, y sirve tanto para un público más joven como para quien quiera refrescar un poco el idioma y de paso, leer buena ciencia ficción. Además, tiene una versión en cine animado de la que se encargó Roland Topor, por lo que los paisajes extraños y una sensación de mal rollo mayor que la de la novela, están garantizados.
Guy de Maupassant. Le Horla. A Maupassant lo conocía por ser un habitual en las antologías de relatos de terror o fantásticos, y porque el final de su biografía, recluido en un manicomio, es todo un clásico para acompañar la mayoría de sus cuentos, en la que casi todos sus personajes tienen cierta tendencia a las manías persecutorias y especialmente, acabar desquiciados.
Esta antología fue una novedad, porque aunque todos los cuentos giran en torno al tema de las obsesiones y la locura, solo la historia de El Horla es la más conocida por el tema fantástico, cosa que en este libro lo toman de forma bastante relativa: el ser invisible que persigue al protagonista (además de beberse sus vasos de leche y agua, el cabrito), lo mismo puede ser algo real o directamente, una neurosis, aunque parte de los temores del protagonista, que toma al ser invisible por alguien perteneciente a una nueva raza que sustituirá a los humanos, sorprende por lo exagerado y sobre todo, por lo moderno en un relato de 1880 más centrado en los dramas personales.
El resto de cuentos son de carácter realista, y para mí ha sido lo más divertido de leer: Maupassant siempre fue un tipo con bastante mala baba (además de ser un misógino y..bueno, en realidad había un montón de gente que le caía mal), y en cada una de las historias no se corta un pelo con muchos personajes: no tiene piedad con los campesinos ricos, a los que describe como avariciosos y mezquinos, las mujeres de la nobleza y sus amantes ni los militares galantes salen muy bien parados de sus historias, en las que a pesar de todo, llega a tener cierta simpatía por algún que otro personaje.
Además, la edición de Fólio, es bastante completa, con un prefacio que explica un poco la intención de la antología, y sobre todo, con notas al pie recopiladas en las que procuran ir al grano y explicar detalles de la narración relacionadas con temas de la época o las cosillas de su autor.
Y hoy, otro vídeo: este gato está pidiendo a gritos una película de Alain Resnais.
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